Así rezaba la noticia del vespertino editorial
de la región del Peorpensar.
Cuando los residentes, de Piadosos del
Sotillo, ni esperaban.
Nos sorprenden con esta noticia.
Los premiados son: Jeremías, Aquileo, Froilán,
Ponciano, y Don Cipriano, el cura.
Nadie conocía semejante galardón, y menos los premiados.
Realmente son los vecinos predilectos del
pueblo de Piadosos.
Nadie conoce el jurado que los escogió.
¿Será verdadera la noticia, o es un Fake News?
Como siempre ocurre, — Dijo uno de los lectores del rotativo a su
novia.
—¿Eligen a los más destacados?, y a los que ¿más
lo merecen?
Por sus virtudes y sus desvelos—. y siguió aportando.
—Aunque te voy a revelar algo, que pocos saben
y llegó a ser la comidilla del pueblo, tan solo hace dos o tres años. Nos enteramos
de….
Jeremías tenía una hija afincada en la ciudad,
que era la gestora de todos los movimientos administrativos, recaudación de
impuestos y gestiones de negocio, que se daban en aquella ciudad de provincias.
Atendía a casi toda la vecindad, en sus
declaraciones obligadas a la renta. Los vecinos, le depositaban toda su
confianza financiera, bursátil y de ahorro. Y ella les pagaba con
desconsideración, ya que por su lengua descocada e insolente, iba informando al
padre, de los milagros de cada uno de sus clientes.
De cuantos meneos y pagas conseguían del patronato,
los abonados discapacitados. Estipendios solicitados al estado y caudales
conseguidos por beneficios estatales. De los autónomos adheridos a su gabinete.
Circunstancias que se daban en ese, o aquel ciudadano del barrio. Con lo que
Jeremías se nutría para sus cábalas y críticas, y cacarearlas en su partidita
de naipes.
Se solía reunir con Aquileo, que a su vez, era
padre de la doctora de cabecera, de aquella ciudad. La licenciada y curandera, que
enviaba al hospital de la comarca a los enfermos necesitados de doctores
especialistas.
Terminales o no, con este o aquel pronóstico y
con las repercusiones futuras, que las usaba para nutrir a su papa y este
tuviera conocimiento de quienes estaban enfermos, en mayor o menor medida y de las
dolencias, que padecía fulano o mengano.
Tampoco dejaba en privado los daños de los que
no estaban tan enfermos, insalubres o apestados. Los que entretenía con sus recetas,
pócimas y ungüentos.
Otra profesional, que no sabía tener la boca
cerrada. Ni respetar, aquello del juramento hipocrático. Compromiso que hacen
una vez se licencian, para proteger y llevar en secreto, detalles afectos a sus
pacientes.
Esa parte de la ética que asegura los deberes
y preceptos, como es el derecho al secreto profesional, y a no divulgación de
detalles íntimos.
Especialmente aquellos que son los afectos y
rigen dentro de una actividad profesional.
Con esos datos el padre, Don Aquileo, divulgaba
a su placer, lo que debiera tener callado.
Cada tarde, con ellos también solía quedar en
sus partidas de dominó Don Froilán del Coso, padre del director de la Caja de
Caudales de Piadosos del Sotillo, que como hacían las hijas de los amigos. Y para
no ser menos, informaba a su papá, de cuantos movimientos dinerarios hacía el
vecindario.
Cuanto cobraba Jaime Juan, por su invalidez, y
que paga le daban a Mari Juana por su viudedad, además de los ingresos que percibía
Cosme de su posesión en las Guayanas. Informándole de quienes eran los más adinerados
de la urbe, para comparar aquello, que suelen comentar a groso modo entre ellos.
Envidiando o criticando la situación de los demás.
Sin estar tan apegado a ellos, pero sí; de vez
en cuando se juntaba en aquellas partidas de dominó, Don Ponciano, el padre del
policía comarcal. Aquel que velaba por la paz y el orden de todo el territorio,
y el que sabía de buena tinta, y se lo refería a su padre.
De cuantos delitos se cometían entre vecinos y
los que se denunciaban, por abusos de género, agresiones que quedaban
escondidas y en el anonimato.
Tratos vejatorios a mujeres del barrio, y la
violencia vicaria que cada vez se daba con mayor frecuencia en ese pueblo. Que de
piadoso tenía bien poco, y mucho dolor guardado en el soto del sotillo.
Denuncias varias y dolientes que se cometían
en aquel perímetro.
Por lo que estaban vigilados, algunos, si no todos,
de los que allí vivían, más o menos en paz y compaña.
También era asiduo a las timbas de juego, Don Cipriano.
El cura párroco de la villa. Confesor de toda la diócesis, y coordinador de la
fe.
Con un super secreto, que mantenía para no dar
de que hablar a los parroquianos.
Padre de Dorita. La muchacha, que tiene en la
rectoría como señorita de la limpieza. Junto al otro profundo nunca revelado. Muy
aireado de siempre, y en conocimiento del Obispo. En relación al trato con
Magdalena, su asistenta.
De la que se dice, es prima de don Cipriano, y
en realidad es su pareja desde hace veinte años y hermana de la mamá de Dorita.
Un cura que además de ser devoto, es soplón. Dejando
en duda los secretos de confidencia, por ser lenguaraz, y tener el músculo
fácil, que además de humedecido lo mantiene suelto y engrasado, para contar
episodios de los feligreses.
Que sin nombrar, apellidos, delata con pistas
por todos conocidas. Haciendo chiste o guasa de las que son graciosas.
Cábala de las que son sensibles, e hipótesis
de los deslices infames.
La han declarado la ciudad del encanto.
A la llamada Piadosos del Sotillo, que
se ubica en la parte septentrional del meridiano palmario. A pocos metros de la
razón concebida.
Le han dado un reconocimiento muy merecido. Escogiendo
a cinco personajes dilectos de la urbe. Personajes esenciales, que dicen los
entendidos.
La hacen grande, tranquila, y sosegada. El laurel
de Ciudadanos Virtuosos.
Este año han recaído en las mencionadas personas.
Jeremías, Aquileo, Froilán, Ponciano, y Don Cipriano.
Otorgándoles el premio, que recibirán de manos
del Consejero de Argumentos Terrestres.
Galardón, que los vecinos de Piadosos del Sotillo, conceden a los escogidos por sus labores.
julio 2024, dia 22
E.Moreno.
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