lunes, 29 de marzo de 2021

Dulcemente sonará.


El título de aquella canción, que marcó mi adolescencia y mis pretensiones ilusionadas era la que ahora vuelve a deleitarme: “
Sentado en el muelle de la bahía”. Que la estoy percibiendo mientras vuelan mis pecados alrededor de mí.

En este instante ¡Ahora!, precisamente ya, sosegado después de la rabieta que embargó mi cuerpo por no dejarme volver a pasar mis días de Pascua en el lugar de mis preferencias, finaliza esa melodía y mientras comienza otra.

Puedo descubrir, mi necesidad por retornar a Valderrobres, ese lugar que ya lo hago mío, por tantas y tantas pujantes ilusiones, que suelo atesorar. Otra frase escrita en otra canción de mis preferencias, El arroyo de la sierra me complace más que el mar” (Guantanamera)




Son ya dos años, que por un motivo u otro me impiden viajar en Semana Santa, al lugar donde deseo, y con emoción dejarme disfrutar de todo lo que allí me rodea. “Y por tanto yo no; te dejaré de amar. Cuando no puedas yo te daré calor” La letra de la canción: “C’est pourquoi”, del inolvidable Charles Aznavour.

 

Quizás tú te preguntarás, sin poder hilar mis motivos ¿Quién me impide volver?, ¿No estamos en una democracia? ¡Eso dicen!, pero anteponen una excusa que denominan “Pandemia” y que no han sabido dirigir ni contrarrestar.

 

Sereno me despido con otra letra de mi concertista predilecto, José Feliciano, y no es otra que comparto con vosotros a continuación: “pueblo mío que estás en la colina.





¡Ya mis amigos, se fueron casi todos!

¡Qué será!






¡Qué será de mi vida que será!






¡Qué será de mi vida que será!

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