Siempre recordará
aquel primero de marzo de 1966, Graciano, aquel niño, que entonces era un
pequeño muchachito. Miedoso, cauto y desorientado. Por todos aquellos marcajes
anormales a los que estaba sometido por su padre. Un hombre que quizás no debió
tener hijos. Ni tan siquiera compañera, a la que también sometía, y la muy
paciente con el tiempo se vengó brutalmente. Allí aquel niño, tomó conciencia,
de lo que más tarde está penado por ley y además muy mal visto por la sociedad.
El abuso con el mal trato a las mujeres, y reproches. Que lastimosamente se
siguen practicando con ellas. Ese machismo criminal, que impera y en
ocasiones les llega a segar sus propias vidas.
Aquel lunes primero de
marzo, Graciano comenzaba a trabajar en una empresa. Una fábrica que construía,
para el sector de la automoción accesorios, de muy buena calidad, donde se
empleó como meritorio, __una especie de aprendiz administrativo.
Donde llevaría el
papeleo más sencillo. De un taller mecánico abarrotado de hombres sin
escrúpulos ni conciencia. Unos asalvajados, que de lo único que entendían y
bastante, era de violaciones veladas e inconfesas y de maltratos
habituales.
Todos aquellos
hombres, hijos de unos padres que habían soportado las bajezas y mezquindades
de la guerra. Adultos que, de niños fueron amedrentados, por el miedo atroz en
estado puro. Muertes, enfermedades, bombardeos en la ciudad, sin contar con el
hambre, y la falta de suministro de alimentos. Incultura y necesidad de
absolutamente todo.
Gentes que al
crecer y formar familias, siguieron amenazando a sus mujeres, violentándolas
para que fueran un cero a la izquierda, entrenándolas a no rechistar, ni tener
punto de vista. Con las qué tan solo contaban para llevarlas a la cama, para
mal follarlas, vejarlas y que les aguantaran sus vicios. Soportando sus
miserias en silencio y carencias anónimas tan escondidas. Mientras ellas
debían permanecer mudas, hacendosas y sometidas.
Preguntándose
Graciano, si la brutalidad de aquellos energúmenos, les venía de sus padres, de
la guerra, del hambre o la falta de absolutamente todo. No pudo contestarse en
aquel tiempo, y fueron pasando los años y tomó conciencia y vejez. Así se puso
a pensar aquel niño, que se había transformado en el Graciano adulto, que
elucubraba, en voz alta.
__Ahora es todo un
poco diferente, un mucho más equilibrado, sin llegar a estar del todo
nivelado.
Aunque totalmente
equiparados mujeres y hombres, no lo están de momento, y estoy seguro que, se
deberían hacer esfuerzos por igualar esas posturas.
Convencido que, lo que
hace un hombre, cualquier mujer, puede mejorarlo.
No todas __me diréis,
los recalcitrantes__ pero tampoco, todos los hombres son lumbreras.
Ni tan siquiera
equiparables. Los hay, pero que muy torpes e incapaces para hacer algo en
condiciones.
De hecho, algunos no
dan ni brote. Dejando que sus mujeres trabajen fuera de casa, hagan la compra,
eduquen a sus hijos.
Mientras estos, pasan
las horas muertas en el bar, con la botella de cerveza en mano. Así que no creo
para nada que estos hijos de Dios, tengan capacidad de mejora.
Bien es verdad, que
todas las reglas tienen sus excepciones, y la mayoría de personas piensan
a su manera. Juzgar es tan difícil, que seguro, con alguien nos equivocaríamos.
Nada más tenemos que
observar, con el ahínco que han defendido las féminas, su DÍA de la MUJER, en
fecha del 8 de marzo. Movimiento legal que desde hace unos años presumen y yo
creo, que es totalmente lícito.
Igual qué, soy de la
creencia, que una mujer tiene prestancia y vale para cualquier cosa, que pueda
hacer un varón ¡Cuando vale; vale!, sin certificados que lo avalen.
Ustedes, vosotros ya
entienden__ Acabó su pensamiento en voz alta, diciendo muy creído.
__Los hombres lo
pueden hacer casi todo ¡Casi todo! En cambio, las mujeres ¡TODO!
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