Impensable, le dijo el tendero al cliente__. Usted, no puede viajar desde Valencia y Barcelona, a Madrid, sin justificación. Está prohibido por las autoridades que controlan la pandemia.
__Cómo
puede usted decirme tal cosa, si ayer mismo, llegaron desde Alabama, en los
Estados Unidos, que por cierto vinieron huyendo de las tempestades huracanadas,
unos primos lejanos sin justificación alguna y mi vecino Paquito se va de
Semana Santa a Costa Rica.
__Mire
usted y yo qué sé. Como propietario de este establecimiento, ni sé la forma de
llegar a fin de mes, cuando menos dar consejos en viajes. Nadie se preocupa por
los autónomos.
Aquel
parroquiano, siguió arguyendo__: A que jugamos en este pueblo a despistar o a
ver, si nos podemos cargar la industria, el turismo, y el desarrollo de los
bares y restaurantes.
¡En
una palabra, quieren ustedes que dejemos de vivir!
Es
la interrogante que piensa el pueblo llano, y siguió argumentando__. No sería
mejor que usaran sus esfuerzos en mirar de vacunar a toda la población y se
dejaran de medrar, con elecciones, con nombramientos de presidentes de
comunidades, con despilfarros millonarios y con abandonos de escaños en el Parlamento,
para florecer de otra forma, con sus “bicocas” probando en otros lugares.
__Bueno y usted, de que forma llegará a Madrid. Se lo pregunto sin ánimo de desconcierto.
Aquel hombre sonrió y le dijo con sorna __, primero viajaré a Paris en uno de esos trayectos de " Low Cost" y después desde allí tomaré un avión con servicio facultativo y llegaré a la capital.
Aunque
estaré a la “Guay”, porque estos “señores” cambian de opinión como de partido
político.
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