Anda nene y ve a comprar dos vacunas de Pfizer, tres de AstraZeneca, dos más de la Sputnik y cinco de Moderna, de la Jonhson Janssen, me traes cinco más. Con ellas tenemos para toda la familia__. Le dijo un anciano y confiado abuelo a su nieto de trece años.
El muchacho salió a la
calle, sin haber tomado nota del encargo de su confiado abuelo, que creyendo
que, en la actualidad, eso de comprarlo todo por las redes, era una de las
famosas ecuaciones que se inventan los especialistas embaucadores del terruño.
Por otra parte, en su defecto se adquirían sin menoscabo en los comercios del
barrio. Todo apuntaba a que la encontraría sin pestañear.
Y salió con veinte
euros a adquirir aquellas vacunas que su anciano yayo, le encargó como aquel
que envía a comprar un paquete de tabaco a la expendeduría de la señora
Paquita.
El chavea que no era
tonto, y en busca de aquel encargo, recorrió todos los intersticios que conocía
sin resultados óptimos y sin acopio de la “vaccine” en poder comprar
aquel remedio, que le habían encargado.
Nadie tenía aquel
salvo conducto, ninguna farmacia lo dispensaba. No hubo forma y preguntando
supo que esos suministrables, los consiguen los obispos y cardenales, los
capitanes y generales, la mayor parte del conjunto ministerial, añadiendo delegadas
de todos los gobiernos de la nación, ya sean comunitarios o comarcales, y demás
personajes importantes del suelo patrio.
¡Dios nos libre! Llegaran a enganchar
alguna infección los pobrecitos, ¡Que haríamos los paisanos!, sin ellos, y sin
ellas.
¡Imposible el
funcionar de un Estado!
Aquel mocoso se acercó
incluso al ambulatorio más próximo y recabó, añadiendo que tenía un abuelillo
de más de setenta años y no andaba muy allá, que debía volver a su casa con los
botes de vacuna.
En el dispensario, le
dijeron con mucha educación, que serían llamados por orden y por edades, pero
que tantas vacunas para un solo abuelo, no le dispensarían, por ser excesivo y
poco humano.
Cuando el mozalbete
llegó a su casa, sin los inoculables, antes de dar explicaciones pregunto__.
Para qué, 17 unidades de vaccine, diferentes, si tu solo puedes ponerte una, a
lo que Wenceslao respondió__: para esos pobres sin techo que duermen entre
cartones, en la cuesta de la Alameda. Ellos no tienen seguro social, ni están
registrados en ninguna lista de edades.
El abuelo, ni se inmutó,
viendo que todo el esfuerzo fue en vano, y quiso preguntarle al nieto, con
mucha paz__ ¿Cuándo crees que nos inmunizaran a nosotros? Y el muchacho
respondió__, a ti que estás sobre setenta y bastantes, te inocularan dentro de
un añito bien cumplido, sino dos.
A mí que no llego a
los catorce, igual esperan a lo que ellos llaman: la “Vigésima ola”
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