Marzo rugoso, casi tenebroso,
como febrero qué, por corto, queda.
Entre el mito y la niebla tan de seda.
Dando fin a un trimestre bochornoso.
Creímos comenzar tiempo glorioso,
optamos por pensar: fin de la veda.
Insolente alegría, mientras pueda.
Confiando en la vacuna, y fue hermoso.
Quedamos presos en el mismo borde
de las paciencias, sin ceñir mi anhelo,
sin rodear al que quiero, siendo acorde.
Con respeto, al que tengo en desvelo,
a las normas, y a lo más desacorde
que puedas pergeñar, aquí en mi cielo.
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