domingo, 23 de agosto de 2020

Aires de vanidad

 


Perfecto idiota es, aquel que mira
por encima del hombro, a la gente
sin tratarla, y sin ser muy diferente.
Maltratando, y así se nos estira.
Ese ego dócil que no ve, y remira
a contra luz la falta deficiente,
que usamos al tratar por exigente,
a ese prójimo, que no nos admira.
.

No nos admira, porque le desaira
esa actitud negada y prepotente,
que peregrina, de forma insolente.
Sometiéndole como el viento gira.
Por inmerecimiento y por mentira,
que sobre ellos, vertimos normalmente,
pretendiendo después, ser tolerante,
y que nos traten con calma y sin ira.
.

Quizás es, porque aún, la gente aspira,
a ser más normal y más consecuente,
y no mirar, color ni descendiente.
Ni raza, ni país; del que respira.
El mismo aire que yo, ¡Así transpira!
Si es del norte o del sur, o de ahí enfrente.
Si es bajito o persona muy valiente.
Es humano, por lo tanto, retira.
.

El insulto que piensas porque expira,
ayúdale a ver su fin tan presente,
y sin ser una carga, referente,
destapa tu amistad que no conspira.
.
.
Yo probé aquel regusto, en Cachemira.
Vilipendiado fui, como insurgente,
y cuando sembré la espiga y simiente,
del tolerar. Vi cómo se delira.
.
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