domingo, 31 de diciembre de 2017

Los Magos traen_Un delantal, un lapicero y una flauta_



En aquella familia, como en muchas otras; no podían gastar en juguetes y presentes. Ni tan siquiera despilfarrar la fantasía más natural, que tienen los chiquillos en los orígenes de sus ilusiones. Justo les llegaba para mal comer. Impensable invertir en chirimbolos y trebejos para las fiestas navideñas y los Reyes Magos de Oriente.
No podían abastecer ningún capricho con los caudales que disponían, más allá de lo que era preciso y necesario para alimentarse. Dos adultos y tres chiquillos en edades de su mas tierna infancia.
Sólo existía un sueldo mísero en aquella familia y a pesar de los milagros que conseguía la madre, con los diez peniques que el marido le entregaba los sábados. De ningún modo se hartaban en las viandas reglamentarias, ni mucho menos se satisfacían en los nutrientes.
La comida justa para los niños y los mayores pues a verlas venir en tantas ocasiones.
Tanto era así que los zapatos pasaban de hijos mayores a los más pequeños y la ropa de vestir la hacían durar hasta que se transformaba en un símil de papel de seda, por la pérdida del grosor de las fibras.
Rezando a Dios, para que les conservara la salud, ya que de ponerse enfermos, todo se esfumaba. La felicidad, la alegría y en ocasiones hasta la vida.
Aquellos padres, seguían enseñando a sus hijos con devoción dentro de las dificultades, sin perder las tradiciones y enseñándoles los valores que debían asumir. Inculcándoles motivos y razones para que ellos conservaran intactas sus emociones, ilusiones y anhelos.

Aquella tarde el papá y la mamá de los niños, se sentaron junto a ellos y les propusieron con mucho amor que, entre todos escribieran la carta a Papa Noel y a los Reyes Magos.
Manuela de siete años, la niña mayor solicitó a Papa Noel, o en su defecto a los Reyes de Oriente; un delantal de color rojo, con grandes bolsillos para poder usarlo, cuando ayudaba a mamá en las labores de la casa.
Críspulo de cinco años, el único varón y el mediano; quiso dejar claro en la carta, que prefería un balón de fútbol, pero si se les agotaba en el reparto y se quedaban sin existencias, que le dejaran a los pies de su cama, un par de lapiceros y un cuaderno, para poder dibujar imágenes bonitas, escribir cuentos de hadas, y plasmar viñetas de los tebeos.
Paquita la más chiquitina, la de tres años, apenas sabía lo que pedir, sin embargo siguiendo los consejos de su mamá, solicitó a los Reyes o a Papa Noel, le regalaran una flauta mágica para hacer todo el ruido posible y así seguir llamando la atención de sus hermanos. Después de muchas deliberaciones y deseos llevaron la carta y la depositaron en el buzón de la plaza, aquel rollizo de color amarillo que haciendo esquina con las tres calles, servía para recoger el correo de la zona.
En la noche de la Navidad, cuando llegó el trineo arrastrado por el Reno y el barbudo de cabello blanco y su saco medio lleno, aquella chiquillada dormía plácidamente, esperando que no pasaran de largo los regalos que habían soñado.
Encontrando al día siguiente, sobre las mesillas de noche de cada cual, dos caramelos y una nota de parte del barrigón del traje rojo, llamado Sant Klaus, que les decía:

No habéis sido los únicos niños que se quedan sin obsequios en esta fecha. Hemos dado preferencia a los enfermos y a los huérfanos, todos los demás, deberán esperar al día 6 de enero. Festividad de la Epifanía y celebración de la llegada de los Magos a Belen.
Los muchos niños__ seguía diciendo la nota del Santa__, que habían pedido lo mismo que vosotros, se han quedado también sin felicidad por la falta de existencias. Todas repartidas a lo largo del camino que tenemos establecido.
Por lo que yo mismo, vuestro Santa Klaus, dejo nota clara a Melchor, Gaspar y Baltasar, para que el día de Reyes, podáis recibirlo en el lugar donde lo habéis solicitado sin excusa__

Manuela, Críspulo y Paquita, cogieron las golosinas y mirando a sus papás hicieron un disimulado gesto de insatisfacción, al mismo tiempo que suspiraban y se comían uno de los dos caramelos.
El papá le preguntó a Manuela, que les había parecido la decisión que tomó Santa Klaus y la niña sin cortapisas contestó__ Cada año nos pasa igual, papá, siempre se les agota lo que nosotros pedimos, pero también entendemos que hay muchos niños más necesitados y no siempre se pueden conseguir los detalles que deseamos.
__ Así me gusta Manolita, que seas buena niña__ le comentó su papá, mientras le besaba el cabello y la animaba a esperar hasta enero.
Críspulo, se acercó a la madre y le ofreció el segundo caramelo, para que ella lo pudiera saborear, viendo que no le habían dejado ni un dulce y diciéndole__ Manuela, también le dará a papá la chocolatina que le sobra.
Paquita, que se coma las dos, es muy chiquita y no se entera__ aquella mujer, abrazó al hijo con extraordinario cariño.
Desde esa fecha hasta la noche de Reyes, la mamá cosió de un retal de tela roja, un delantal precioso con grandes bolsillos, que dejó preparado para el momento por si los Reyes quedaban nuevamente sin cachivaches.
Con grandes esfuerzos, el papá explicó en el taller donde labora, a sus jefes, la situación que tenía y éstos le suministraron al Santa Klaus, un lápiz de dos colores y un cuaderno con el logotipo de la alfarería donde trabaja, para que lo cargara en el trineo con destino al niño.
Además de construir para la menudita Paquita, con sus propias manos una flauta de caña, a la que tan solo le sonaban tres notas y que el anciano del cabello blanco y el reno potente, dejarían sobre el camastro de la chiquita Francisca.
Cuando llegó la noche del cinco de enero, aquellos mozalbetes, dieron las buenas noches a sus papás y se retiraron a descansar, pensando: en el caso de Manuela__
Melchor al que había solicitado los regalos Críspulo, se haría el despistado y Gaspar tampoco traería la flauta enigmática para su hermana.

Durmieron amparados por los Ángeles Custodios y en la mañana siguiente, los tres vieron que sobre la colcha de sus camas, tenían sus regalos, perfectamente visibles.
Con una nota el delantal de Manuela que decía__: Ha de ser el comienzo de tu futuro, persigue siempre lo que deseas. Es la única manera de lograrlo, persistiendo y creyéndolo. Lo firmaba el rey Baltasar. Dándole las gracias a todos los hermanos, por haber dejado pan duro y agua para sus camellos.
Sobre la cama de Críspulo, estaba el lapicero reluciente y el cuaderno de tapas amarillas, con unas letras del Mago Melchor de Alejandría__: Balón no ha podido ser, excusas no te pongo__ siguió escribiendo Melchor__, pero los lápices y el cuadernillo, ahí los dejo. Implementalos de claras letras y cuenta todo aquello que veas y, a los demás se les pasa por alto. Igual ahora no me entiendes, pero llegará el día que comprenderás el por qué, no tienes el esférico y si una palanca en forma de lápiz, con el que habrás de mover tu mundo.
A Paquita, la tuvieron que despertar. Ya no se acordaba que había pedido una flauta mágica. Cuando reaccionó, sopló por aquel instrumento de caña y sonó la nota “Do” y entusiasmada, dio las gracias al Mago Gaspar, el más rubio de los tres orientales.

El tiempo transcurrió y el destino trabaja sin excusas ni zarandajas. Aquellos niños sencillos tan bien educados, son hoy personas de bien, que siguen recordando a sus papás y aquellos misterios de la noche de los Magos.

Manuela, fue galardonada con el gran premio de cocina y tiene mil estrellas “Pucherín”, regenta su propio restaurante y siempre recuerda aquella noche mágica, y el delantal con grandes bolsillos, que la hizo tan feliz, junto a sus padres y hermanos. Ahora es una persona que además de ser sencilla es una excelente cocinera, dando de comer unos platos extraordinarios y suculentos.

Críspulo, con aquel lápiz de dos colores y el cuaderno de la Alfarería, ha llegado a ser uno de los periodistas más encumbrados de Latinoamérica y además sus novelas policíacas son reconocidas por los grandes amantes del gremio y entusiastas de la novela negra.
Reconocida su valía en todas partes. Apoyando al equipo de fútbol alevín de su barrio y siempre explicando el maravilloso milagro de aquella noche de los Magos, que vivió junto a sus padres y hermanas.

Paquita, ahora Doña Franceska, cursó la carrera musical, llegando a tocar en la Orquesta de violines y clarinetes de Macedonia en el Este Europeo, licenciada y reconocida de fama mundial, fue profesora de canto de una soprano exquisita que tuvo este país y reconocida persona amable y precursora de una entidad que vela por los niños.
Todos ellos conservan en un lugar privilegiado, el delantal , el cuaderno y la flauta de caña. En el corazón y en el recuerdo.











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