Lo
deseaba con toda su alma, soñaba con aquella fortuna desde hacía
años. Era como un gran regalo que no se había podido hacer todavía.
Comprendía que nadie en su sano juicio se lo regalaría sin más.
Por otra parte, (se lo preguntaba para sus adentros); como me van a
conceder semejante obsequio, sin haberlo manifestado, sin saber
absolutamente nadie, que bebía los vientos por aquel objeto
invisible de deseo.
La
noche de reyes estaba próxima y por esas fechas, aún pensaba más
en ello. Llegó casi a ser enfermizo ese espejismo que ya era
impertérrito.
No
se diluía ni siquiera con los años. Milagros se producen y siempre
están dentro de la espera paciente del que sufre por la causa.
Esperando
que sonara la flauta, muy tranquilo con la convicción de que
llegaría ese gozo.
Que
expresión más barata, decir que “sonara la flauta”, como si
fuera la aventura de Melinka, imaginó momentos antes de dormirse
sobre el sofá molludo del salón, dejando caer la copa de vino ya,
vacía sobre su regazo
__
Tenga la amabilidad de pasar, la duquesa le espera en sus aposentos
Don Melquiades.
El
caballero dejó su capa de armiño, en manos del mayordomo, en una
acción displicente y se dirigió tras del disimulado y petimetre
ayuda de cámara de la gran señora hasta la puerta de su alcoba.
Al
llegar al umbral de la puerta, aquel servidor bajito e insignificante
pidió permiso con dos golpes de nudillos en la puerta y se escuchó
una voz agaitada de mujer que decía.
__
Deja pasar a Don Melquiades, tu puedes retirarte sin entrar. No estoy
visible para ti.
Ayudó
a entre abrir la pesada puerta y sin mirar al interior dejó que el
caballero accediera a la “chambre de la Madame”.
Estaba
erguida frente al acceso, esbelta y completamente desnuda, la duquesa
a pesar de ser octogenaria, no tenía un gramo de grasa, todo eran
huesos. Lo cual tampoco le daba concesión para pensar que no era
una imagen bella.
Esqueleto
sin calcio, disimulados por su rugosa dermis sin ni siquiera un
atisbo de garbo en su postura.
Su
piel se había transformado en un pliegue permanente, mostrando
realmente su edad. Lo que distraía y desviaba a las duras miradas de
aquel cuerpo, era una almeja de gran opulencia que pendía de la
cintura y quedaba enclavada en el triangulo corporal de sus
“Bermudas”.
A
pesar del medallón de oro macizo que portaba sujeto en su bajo
abdomen y que sobresalía por su lujo y por estar semejante tesoro
mal atado a una anatomía tan engurruñada, decrépita y distinguida.
Los
pechos de la duquesa, chiquitos, sin chicha muy trémulos no podían
caer negligentes sobre la cadena ornamental y fabulosa que sujetaba
el gran medallón, porque les faltaba enjundia.
Melquiades
mintió al decir__ ¡Que guapa estás!__ Él caballero atisbaba con
vehemencia el medallón rebozado de esmeraldas y diamantes y
prosiguió aduciendo__ No es necesario presentes esa joya tocando tu
desnudez.
Posiblemente
es demasiado pedirle a un organismo que ha sido tan activo durante
toda su trayectoria profesional, la anatomía de la mejor actriz
austriaca de todos los tiempos.
__
Eres un embustero adorable, has esperado este momento durante toda tu
vida, durante toda tu carrera, poder interpretar esta obra magnifica.
Ser
el protagonista de la representación del Tío Vaina de Antón
Chéjov.
La
interpretación que te falta y te dará fama mundial en todos los
escenarios del planeta cultural, aunque para ello hayas de hacerme el
amor todas las noches de función sin descanso. Por ser yo la
protagonista desde hace veinte años y no hay ninguna actriz con
categoría para suplantarme.
__
Sabes que soy actor y una vez estás metido en el rol, en ese papel,
no ves si tu “partenaire” es rubia, morena, fina o gruesa.
__
Eres un fariseo astuto y gatuno. Tragarás lo que te echen con tal de
interpretar esa gran obra en el Music Hall de New York ¿Verdad?
El
movimiento de su postura al ir a tomar a la duquesa y besarla sin
contemplaciones se contorsionó y aquella copa vacía de vino que
había quedado entre él y su sofá, cuando quedó dormido cayó al
suelo haciéndose añicos.
Despertó
al momento y se vio sumido en el final de aquel sueño.
Su
sueño deseado, en la víspera de los Reyes Magos.
Una
alucinación que el actor andaba interpretando precisamente en
sueños, desde hacía ya; muchos lustros
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