viernes, 18 de agosto de 2017

Novela: El váter cósmico, en el Matarraña




El martes día 15 de Agosto, celebración de la Virgen de la Ascensión, presenté mi novela en las instalaciones de la librería Serret, siendo el día central de las Fiestas Patronales, con lo que mucho personal, iba de un sitio hacia otro, celebrando la esperada diversión. 
La banda Comarcal, correteaba las calles de la población marcando el ritmo con sus partituras y sus pasacalles agradables. 
La gente, engalanada camino de la iglesia, y después a tomar el vermouth, correteaba y saludaba a familia y conocidos.

Buena e ideal jornada para sentarme a firmar y esperar en el córner de la librería, con el dueño del acogedor local; el amigo Octavio, a que fueran pasando los amigos y los que estaban interesados en la citada narración.
Disfrutando de las explicaciones que me solicitaban los que se acercaban al stand de la citada catedral de la lectura en el Matarraña. 
Esa librería tan afamada y archiconocida en cualquiera de los territorios donde se respire literatura, poemas y cultura.
A otros clientes los más tímidos, aquellos que no daban señales de estar, que casi querían pasar desapercibidos, porque no querían hacer gasto y comprar otra novela más, los abordábamos con un deseo. El de la necesidad de acariciar las letras, sin más.

Tampoco es de extrañar y hay que aceptar todas las excusas recibidas como las que indico a renglón seguido_: "Yo no leo mucho", "No tengo tiempo para leer","Voy a la biblioteca popular". Aún y así, personalmente, me acerqué a ellos para que no mostraran temor ni reticencia y les hice una valoración de lo que tenían en sus manos, una novela actual, descarada y directa. 
Los había que preguntaban precio, por aquello de la comparación; otros ni siquiera les fue necesario, por no interesarles de entrada.

Agradecido con el entorno, y con el amparo recibido quedo muy satisfecho y contento con mi presentación en el Matarraña, se cubrieron mis expectativas y firmé con mucho gusto todas las novelas que tenía previstas. 
No fue la avalancha de otros lugares, tampoco habían canapés, ni copa de cava. Ni encontré, porque no se presentaron, aquellos amigos que siempre te valoran tanto por la calle, con grandes aspavientos de alegría. Esta vez ausentes. 

Tienen su novela esperando en la librería Serret, y sé que pasaran a recogerla sin problema.
Creo que si hubiera sido regalada, lo hubiésemos agotado todo. 
También hubo quien,  sin conocerme, siendo la primera vez que tropezábamos intuyeron la verdad de la novela y además del interés mostrado al tocarla, releerla por encima y tenerla en sus manos, vieron claramente que se trataba de una historia candente y que se la llevaban consigo, para disfrutarla en silencio. 
De hecho, casi que tuve que desglosar paso a paso la narración, ya que en un momento determinado, me sentí inmerso en la propia historia, y volví a disfrutar de todos aquellos instantes agridulces e interesantes. Además de intensos que pasé cuando la estaba escribiendo.

Hubo en especial una persona, que quiso conocer, los intríngulis de las entrañas de lo narrado en la historia, preguntando a la vez; si se acercaba más a la realidad, o era todo prácticamente invención del autor. 
Fue entonces cuando me percaté de que en ocasiones aquello que describes en tus relatos mucho antes de que ocurra, llega a suceder. 
Ya que la persona a que me refiero, me confesó algunos detalles de su impronta, y bien podía reflejarse y confundirse con uno de los personajes del cuento que ya quería tener en su poder. De hecho parecía colarse en las casuísticas del Váter Cósmico, por la semejanza en lo que me explicó.

En lineas generales y en particular me fue muy bien. Disfrutando de unos momentos mágicos que engrasan aún más mis ganas por lo que hago. 
Riendo a momentos, con las acudidas de Octavio, que siempre sabe lo que hace y adonde va. 
Sentando de antemano que todos no pudieron aparecer, a recoger su novela. 
Otros, quizás no lo recordaron a pesar de los "pesares" y de lo "plomazo" que nos ponemos los autores, avisándoles mucho antes de que tengan compromisos en sus agendas. Algunos pues, ni se molestaron, aunque advirtieron que pasarían sin falta, por aquello de salir del paso. 



Gracias a la vida por darme estas y tantas oportunidades, y por certificar tantos y tantos pensamientos, hacer realidad tantos deseos y permitirme con mi pluma acercarme a ti, que ahora estás leyéndome atento y atónito.







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