lunes, 2 de enero de 2017

Infame la segunda opción



¿Tantos años hace? __ Le preguntó la conciencia, como si ella no tuviera memoria.

¡Así es! Han pasado muchos años, ya lo creo. Como el que no quiere la cosa, y cuando lo evoco, casi me parece mentira.

Ahora que lo refieres, empiezo a recordar, aquel nerviosismo tuyo, tan alarmante, siendo tan solo un trabajo. ¿También es verdad! Que tú has sido siempre un “puñetitas” y todo te gustaba completamente perfecto.

__ Me iba demasiado en el envite. Reconozco, que la experiencia de entonces, era exigua y ante lo desconocido, solemos dudar, temblar y hasta desistir.

__ ¿Demasiado dices? Serás cara dura y embustero, con veintidós años que tenías, ¿a quién pretendes engañar? A ti mismo.

Si me hubieras hecho caso y valor, lo habrías enviado todo al garete y te habrías enrolado en aquel viaje, hacia el país más maravilloso del mundo, a hacer tu particular América, pero claro, las dudas ganan. El esfuerzo de salirse de la zona del confort, la conveniencia de escucharte siempre a los mismos perdedores, la falta de apego a la aventura, hizo que lo dejaras escapar y ahora, pretendes excusarte.

La promesa que hiciste, sentado en aquella plaza, por supuesto que la cumpliste con creces, después de haber pertenecido a la misma obligación por más de treinta y muchos años, pagaste el gasto de esa hipoteca imaginaria. Sin embargo, yo sí sé lo que te perdiste en no seguir hacia adelante y quedarte junto a los tuyos, mimado y empalagosamente abrigado en los momentos que hay que reaccionar.

__ Tú hablas tan seguro, porque para ti es fácil. Eres la conciencia y lo ves todo sin gasto alguno y jugando con ventaja.

__ Entonces no me provoques y me incites a querer saber que hubiese sido de ti, de haber emprendido lo que tanto deseabas. Va a ser muy fácil, estoy acompañado en este instante por unos trámites que teníamos que solventar, con mi amigo “Destino” y le voy a preguntar, que me explique qué es lo que hubiera sido de ti, si tu valentía te hubiera ayudado.

__ Qué tal conciencia, ¿me llamaste?

__ ¡Sí amigo Destino!, quiero que te remontes unos años, y me cuentes que hubiera sido del amigo en caso de haber decidido dejar la tranquilidad, el empleo seguro, la vida rutinaria y cansina y el envejecer como cualquiera de los mortales.

__ Está preparado este amigo tuyo, para enfrentarse con realidades, que no ha vivido, ni en los más espléndidos sueños.

__ ¡Claro, que lo está!, además soy su cognición y si no lo puede soportar, que podrá, siempre sabrá de aquella decisión y del futuro, que no quiso emprender, por falta de valor o comodidad.

__ De acuerdo, vamos a jugar a la remembranza. ¡Verás!, iré recordando y voy a personalizar las vivencias, como si fueran reales en tu misma cabeza. Así nos evitamos tener que traducir sensaciones. ¡Eso sí!, que sepas que lo que te explique, es lo que te hubiera ocurrido, hubiera sido tu destino. El marcado, que no aceptaste.



Habías despreciado el trabajo, en aquella empresa y todos te denostaban por la oportunidad que dejabas escapar, Buen sueldo, buenas expectativas de futuro, una vida plácida. Además de abandonar a tu novia de tantos años, para marcharte a buscar tu vida en solitario, a tierras ignotas. El avión salía desde Paris, por lo que tuviste que hacer camino hasta Francia, para emprender el vuelo.

Charlotte, aquella negrita preciosa, se encaprichó de ti.

Era una dependienta del Boulevard Rouge, que andaba buscando amor desesperadamente por una decepción personal, a la cual tu sin saber resolviste y te encandiló aquella noche.

Retrasaste el viaje tres días para quedarte con ella en su apartamento, muy cercano al Mouline Rouge, llevándote de la mujer, aquella esencia de conquistador que te infringió una noche de loca pasión sin que tú supieras que hacía.

Cuando llegaste al destino en Medellín, nadie te esperaba, ni siquiera tenías conocidos, ni trabajo, ni dirección donde ir.

No tenías donde caerte muerto, y casi bien mirado por poco no traspasas la primera noche. Justo al llegar tropezaste con el tipo más sanguinario de la zona, el que te puso en el punto de mira y te utilizó para que fueras su camello, hasta que ellos mismos te dejaron a la deriva y te acribillaron a balazos en una esquina de la Ciudad de Cartagena, cuando tan solo llevabas trece días en aquellas latitudes.

Te hicieron desaparecer y nadie supo más de ti.


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