Joel había caído al vacío.
Jugando con sus hermanos, que hacían chiquillerías y salvajadas desde la
ventana de su departamento al jardín comunal y reservado.
Un primer piso principal
que da al patio de recreo de la urbanización Los Colonos Millonarios, residencia
de gentes con posibles de la ciudad.
En su caída desde la
primera planta, desde una altura de quince metros, fue tropezando con el ramaje
de las grandes arboledas araucarias que allí están hincadas y responsables de
que el muchacho no quedara frito en la acera, con su vertiginoso desplome.
En su estrella; dicen los
que le vieron__: por
suerte, no se ha roto la crisma, ni ha perdido el conocimiento.
Nada le ocurrió al
tremendo Joel, ni siquiera lleva sangre en el rostro, solo un mareo pronunciado
que le hace dar tumbos de izquierda a derechas y caerse repetidamente al suelo.
Al pobre no se le entiende lo que habla, la lengua no le conjuga con el cerebro
y corren las alarmas para que atiendan cuanto antes al zagalillo, que necesita
asistencia.
Como es lógico se lo han
llevado las enfermeras de la propia residencia domiciliaria, con premura y por seguridad
al Hospital Central de la Comarca, a que le hagan unos ensayos y comprueben la
salud del chiquillo de cinco años, que además según parece es muy travieso. Más
que eso, llega incluso a ser mal educado y consentido.
Han avisado a la mamá, que
está en la Sala de Belleza, en el mismo complejo perteneciente a la propia
urbanización, tomando una sesión de rayos uva, que le está dejando una piel de
artista hollywoodiense y a su papá que está muy preocupado viniendo a todo gas
desde el campo de golf de la Patraña Postiza, a unos cuarenta kilómetros de
distancia.
Al llegar al centro
hospitalario, lo atienden con urgencia los doctores y le preguntan a la nurse
de los niños, la señorita Xiomara Paciguave__, como había caído aquella
criatura desde semejante altura, sin que nadie hubiera evitado tal fechoría.
__ Doctor, ni lo sé, yo
andaba haciendo las tareas de la casa y ellos jugueteaban en la cocina,
saltando y riendo, como suelen hacer normalmente, después de llegar de la
escuela y antes de hacer sus deberes.
El doctor, volvió a
revisar el estado de Joel, y contusiones si tenía, pero lo que le había llevado
a caerse desde las alturas, era el nivel de alcoholemia en sangre que
presentaba, una borrachera acusada y refulgente, que llevaba aquel mequetrefe.
__ Oiga usted señorita__
preguntó el doctor, queriendo averiguar algo de aquella fatalidad__ el niño
está achispado, como es que se encuentra en este estado de embriaguez__ siguió
argumentando el médico esperando una respuesta convincente, cuando entraba la
madre por la puerta de aquella sala, con un color fuliginoso postizo y a medio
peinar. La que apercibió la pregunta que le hacía el doctor a la empleada del hogar
Xiomara Paciguave, en tono acusativo.
El licenciado, sin dejar
que la recién llegada abriera la boca, siguió vapuleando de forma verbal a
quien era hasta esos instantes la responsable de aquel jovencito accidentado.
__ ¿Suelen beber estos
niños? ¿No tienen control?, ¿viven sin la mirada de padres responsables?, ¿de
sus mayores?, ¿o es que, los padres pasan de ellos y ni se preocupan de
educación, higiene y urbanidad?
Se hizo un silencio muy
tenso tras tanta pregunta inquisitiva, muy corto y muy punzante, cuando a la
señora del color de la mojama, se le subieron los efluvios dictatoriales a la
garganta y tocando en el brazo a la asistenta, le requirió con un ademán__. Deja
Xiomara que responda yo, dijo muy malhumorada la mamá, acercándose a la cama de
su hijo mientras intentaba dar explicaciones al galeno.
__ Borracho, no puede ser,
no tenga esa poca vergüenza ¡doctor! __ Respondió la mamá enfurecida y casi
ofendida. Ustedes ahora en todo momento ven maltrato paterno, cuando nosotros__
puntualizó__ Mi marido y yo, tenemos un exquisito trato con nuestros hijos, a
los que procuramos darles todos los caprichos ¡Con todos ellos! __ acabó la
perorata esperando una nueva incursión del especialista.
__ Entonces pregúntele al
nene, ¡Señora! _ Irritado el médico contestó a la agraviada belleza de manual
con cajas destempladas y sin el menor miramiento.
La madre se acercó a la cuna
hospitalaria, donde estaba recostado el muchachito y le preguntó no sin cariño
y haciendo que aquella fierecilla, se pusiera aún más en guardia.
__ ¿Joel, que has hecho? ¿Verdad
que tu solo bebes lechecita, zumo y agua? Dile a este médico desconfiado, lo
que has bebido y aquello que siempre dice papá sobre las bebidas.
El chiquillo, mirando a
uno y a otra, y casi perdiendo el mundo de vista, por el gran golpe que se
había llevado y por la majestuosa moña que soportaba, les dijo a los dos__: Es
caquita pura__. Eso dice mi papá, pero él muchas veces, bebe de esa caquita con
frecuencia y en todo momento.
A mi mamá también le gusta
la caquita con cola, y en otras se echa zumo de limón.
El doctor volvió a
inquirir en el chico, y le formuló la misma pregunta de otro modo que el crío
pudiera contestar sin complicaciones__ Has bebido hoy un poco de esa bebida Joel,
o es que tu solito sabes tomar de ese botellín sin que nadie te vea.
El niño fuera de sí
contestó sin el más mínimo impedimento dejando a todos los allí presentes de
una pieza.
__ Hoy como ayer, nadie me
ha dado caquita. Nunca me la dan, y todos ellos siguen bebiéndola de las
botellas del armario del salón. Yo esas no las toco porque la puerta está
cerrada con llave, para que la pinche Xiomara, no se las beba, pero justo sobre
la mesa de la cocina, hay un porrón que papá lo usa siempre y a cada momento
como si fuera despistado, se acerca y se deja caer el chorrillo sobre el labio
y se lo traga, levanta el brazo muy arriba y se ve como el caño que sale del botijo,
le cae dentro de la boca.
Se relame, y cuando acaba
de beber se limpia los labios con un papel de esos del rollo de las servilletas,
y se echa en la garganta de un gas que se llama spray, __que me dijo era para
oler bien__ y se marcha sin que le vean; que sale de la zona de los fogones.
Lo llena cada vez que se acaba
y siempre está justo al lado de las vinajeras esperando que llegue quien tenga
ganas de beber caquita__ prosiguió farfullando su explicación, bajo los efectos
de la moña que llevaba__. Yo no sé beber a chorrillos como mi papá, pero cada
vez que paso por el sitio me amorro al pitorro fino del porrón y chupo buenos
tragos. Me gusta mucho y cada día yo y mis hermanos, tomamos unos sorbetes de
esa caquita, que a todo el mundo le agrada.
El doctor, lo bajó de la
camilla y lo puso en pie, verificando que el muchachito llevaba una
descomposición etílica de mucho cuidado, dejándolo para que se lo llevaran a
planta y seguir haciéndole los respectivos análisis y suministrarle el debido
antídoto.
0 comentarios:
Publicar un comentario