Viene del capítulo anterior:
Cante y zarandeo para la venerable
Desde que te
conocí en el avión, que nos trajo desde España, supe que eras un tipo fanfarrón
y chulillo de esos, que va picando de flor en flor, sin demasiadas
responsabilidades, rompiendo corazones y parejas. Ayudado por tu porte, tu estampa
y porque sabes camelarlas con tus dotes de mujeriego, y asimismo no eres hombre
de fieles principios.
Además piensa
lo que te digo, con mucho cariño pero con toda mi alma_ dijo la monja, sin
remilgos_, tendrás, alguna sorpresa desagradable más, que aun te ha de llegar
si no sientas la cabeza con la farmacéutica. Que imagino te ha puesto el
ultimátum con la definitiva.
Dos posibles
opciones a las que debes elegir. Frente a ti, dispuestas sin más, ambas muy
espinosas de resolución. Ha puesto a tu hija como valedora de lo que dice, no
es ¿verdad?
_ ¡Sí! Es
cierto, por eso quería comentártelo, en plan reservado, sin ganas de jugar más
ni hacer daño a nadie.
No me
gustaría fallar de nuevo. Imagina el meneo que se me presenta. Jimena, mi ex;
preñada de no sé cuánto tiempo por algún amiguito de su peña, de esos que se
chutan, fornican, se enredan y comparten absolutamente todo. Viviendo como las
bestias de forma inmunda, en comunas o vaya usted a saber.
Sin beneficio
y sin trabajo. Renunciando y desatendiendo precipitadamente a mi hija Estela
con los abuelos. ¡Sí son mis padres! pero sin dar tiempo a nada, complicándoles
y jodiéndoles la vida a ellos y a mí,
precisamente ahora que estoy metido en este lio de abrir mercado en América_,
tomó impulso después de una descripción tan larga y siguió argumentando
buscando una complacencia por parte de la venerable monja que le escuchaba,
acabó diciendo, el amigo Javier.
_ Con una
familia a medio montar en Costa Rica compuesta de tres hijas más de añadido.
_ ¡Bandido,
sinvergüenza! _ Le cortó Manuela_, ¡Eres un cuatrero sexual.
Encima vas a
tener suerte. Como todos los redomados, todos los "Pijo salido" del
género.
Olvidas a
Elvira_ le cuestionó sin ambages_, que sedujiste en el avión, hasta que le
subiste las faldas, y a mí no me has podido llevar a la pitra porque yo no he
querido, porque chinitas no dejas de lanzarme, con tu desfachatez y tu
indelicado lenguaje no verbal.
_
¿Suerte?_ espetó Javier, dejando
vislumbrar una sonrisa sensual y no reaccionando al dardo disparado por
Manuela_ A eso le llamas suerte ¿tú? Siguió manteniendo la palabra el
abochornado y desquiciado vendedor, esperando la respuesta inmediata de la
reverenda.
_ ¡Déjate de
una puta vez! De Elviras, Juanitas y demás líos de tus follamigas_. Inquirió la
monja_ Perder el tiempo en asuntos que no te comporten felicidad, y deja que ella, la modelo vuelva con Ariel,
que con él lo tiene duro; ¡Ya sabes! Arregla tu lío con Cecilia, y aclárate
dignamente con las niñas. Cuando digo las niñas me refiero con los dos pares
que tienes, incluyendo la de España
Deja los líos
en tu tierra y vente a Costa Rica, busca un trabajo.
Se feliz y
hazlas a ellas, si quieres puedes. Yo me niego a darte subterfugios para que
vuelvas a abandonar a Cecilia, que jamás deberías haber desatendido y dejar que
se volviera desde Barcelona.
_ Sabía que
tendrías unas palabras equilibradas para que entendiera este lío y te lo
agradezco. Prometo que no te defraudaré, y haré lo que debo.
Un movimiento
brusco desde el sofá como un respingo hizo María Manuela, saltando como resorte
y quedando en pie, como un pasmarote.
_ Javier, he
de volver a la esquina, recuerdas que le he dicho al conductor del Ford, que en
dos horas volviera, he de retornar al convento de las Trinitarias. Seguro que
nos volveremos a ver, pero me gustaría que fuera con Cecilia, y tus cuatro
hijas. Aquella sería la vez que usaron para despedirse, como buenos colegas,
como amigos.
_ Recuerda,
lo que dije. Si me necesitas estaré en Zihuatanejo
_ Lo tendré
presente, Manuela, que te vaya todo muy bien, y que ante todo seas feliz con
tus evangelizaciones y con tus trucos, que también los tienes.
Rieron
mientras salían a la puerta, dónde esperaba el chófer del Ford, que ayudó a
acomodar a la Lady Woman de la Iglesia en aquel utilitario.
Al día
siguiente era festivo en Costa Rica, día feriado y normalmente en fechas como
esa, los ciudadanos dormían algo más de tiempo, y las calles esperaban a llenarse, un poco más tarde.
Javier Martos
Díaz, se había levantado muy temprano y salió de su apartamento, en busca de
Cecilia y de las niñas.
El taxi le
dejó a dos cuadras del edificio de su apartamento.
Antes de
llegar a la casa, entró en un comercio y compró unas pastas, algunos bollos,
golosinas, y el clásico ramo de flores.
Eran las
nueve y trece cuando pulso el timbre. La puerta no tardó demasiado en abrirse.
Apareció una señora con un delantal de rayas, que preguntó imaginando quien era
el que llamaba tan temprano_: Buenos días, dígame_, mirándoselo fijamente y con
una sonrisa no demasiado alarmante.
_ Hola soy
Javier y pretendía saludar a Cecilia.
_ Usted debe
ser el español, Don Javier ¿no es cierto? _ No le dio casi tiempo a responder,
mientras balbuceaba nervioso con los pasteles y el ramo en sus manos, aquella
mujer le abría la puerta de par en par y le ofreció que accediera a la
vivienda, franqueara el zaguán de la puerta y esperara en un pequeño recibidor
con muebles muy singulares.
Color un poco
raros, anaranjados, los mismos que observó, la primera vez que estuvo almorzando
en aquel apartamento. A la vez que la señora sin preguntar, le requisaba todo
lo que el joven llevaba en sus manos, para depositarlo donde correspondía.
_ Tenga la
bondad de esperar un segundo _ le dijo aquella desconocida, cerrando la puerta
tras de sí, con dos vueltas de cerradura a cal y canto. Evitando quizás el
arrepentimiento del amigo de la niña Cecilia, y saliera huyendo como los gatos.
_ No nos han
presentado, sin embargo, le conozco de oídas, usted me perdonará, me llamo
Fredesbinda, pero todos me llaman “Binda” por ser la abuelita de mis niñitas,
las más preciosas de todo San José.
Tras esas
palabras se dibujó una sonrisa en la cara de Javier y de Binda, que lo recibía con agasajos y sin que nadie
les hubiera presentado, fue aquel hecho repentino el que bastó para darle la
bienvenida y despejar de la mente de Javier, el error en creer que la alegre
señora, era parte del personal de mucama del apartamento.
_ Ah pues
mucho gusto señora, no imaginaba que _: fue interrumpido por Fredesbinda repentinamente
con gracia diciendo_: usted pensó que yo era la asistenta de la farmacéutica,
¿Verdad? Se lo he leído en sus expresivos ojos mijito.
No puede
usted esconder con facilidad su lenguaje no verbal y por ello, me he permitido
el lujo de granjearle la respuesta, para que no anduviera con dudas antes de
ser recibido por mi propia hija, que enseguida le doy aviso y ya le participo
que tardará un poquito, a causa de que ella no recibe a nadie sin lavarse la
cara y ahora duerme como una bendita sin esperarle. ¡Así que se me sienta en
esta butaca y se entretiene con las revistas o con su móvil.
Javier volvió
a tomar tímidamente la palabra, para decir con un cortejo visible_ Faltaría
más. Le decía o mejor dicho quería decirle, que mucho gusto en conocerle, y que
espero tranquilo.
Tomo asiento
y me entretengo como usted me dijo; con
tantas cosas como hay a mi alrededor ¡Gracias y espero no estorbar!
Fredesbinda,
desapareció no sin antes regalarle una amplia sonrisa de agrado y de
satisfacción_ mientras pensaba y deseaba para sus adentros _ (...todo lo que
comenzaba a suceder y que ella misma veía con ilusión, trascurriría en las próximas horas).
To be
continued
Continuará
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