sábado, 30 de julio de 2016

Le subió las faldas

Viene del capítulo anterior:
Cante y zarandeo para la venerable



Desde que te conocí en el avión, que nos trajo desde España, supe que eras un tipo fanfarrón y chulillo de esos, que va picando de flor en flor, sin demasiadas responsabilidades, rompiendo corazones y parejas. Ayudado por tu porte, tu estampa y porque sabes camelarlas con tus dotes de mujeriego, y asimismo no eres hombre de fieles principios.

Además piensa lo que te digo, con mucho cariño pero con toda mi alma_ dijo la monja, sin remilgos_, tendrás, alguna sorpresa desagradable más, que aun te ha de llegar si no sientas la cabeza con la farmacéutica. Que imagino te ha puesto el ultimátum con la definitiva.

Dos posibles opciones a las que debes elegir. Frente a ti, dispuestas sin más, ambas muy espinosas de resolución. Ha puesto a tu hija como valedora de lo que dice, no es ¿verdad?

_ ¡Sí! Es cierto, por eso quería comentártelo, en plan reservado, sin ganas de jugar más ni hacer daño a nadie.
No me gustaría fallar de nuevo. Imagina el meneo que se me presenta. Jimena, mi ex; preñada de no sé cuánto tiempo por algún amiguito de su peña, de esos que se chutan, fornican, se enredan y comparten absolutamente todo. Viviendo como las bestias de forma inmunda, en comunas o vaya usted a saber.

Sin beneficio y sin trabajo. Renunciando y desatendiendo precipitadamente a mi hija Estela con los abuelos. ¡Sí son mis padres! pero sin dar tiempo a nada, complicándoles y jodiéndoles  la vida a ellos y a mí, precisamente ahora que estoy metido en este lio de abrir mercado en América_, tomó impulso después de una descripción tan larga y siguió argumentando buscando una complacencia por parte de la venerable monja que le escuchaba, acabó diciendo, el amigo Javier.

_ Con una familia a medio montar en Costa Rica compuesta de tres hijas más de añadido.

_ ¡Bandido, sinvergüenza!  _  Le cortó Manuela_, ¡Eres un cuatrero sexual.
Encima vas a tener suerte. Como todos los redomados, todos los "Pijo salido" del género.
Olvidas a Elvira_ le cuestionó sin ambages_, que sedujiste en el avión, hasta que le subiste las faldas, y a mí no me has podido llevar a la pitra porque yo no he querido, porque chinitas no dejas de lanzarme, con tu desfachatez y tu indelicado lenguaje no verbal.

_ ¿Suerte?_  espetó Javier, dejando vislumbrar una sonrisa sensual y no reaccionando al dardo disparado por Manuela_ A eso le llamas suerte ¿tú? Siguió manteniendo la palabra el abochornado y desquiciado vendedor, esperando la respuesta inmediata de la reverenda.

_ ¡Déjate de una puta vez! De Elviras, Juanitas y demás líos de tus follamigas_. Inquirió la monja_ Perder el tiempo en asuntos que no te comporten felicidad,  y deja que ella, la modelo vuelva con Ariel, que con él lo tiene duro; ¡Ya sabes! Arregla tu lío con Cecilia, y aclárate dignamente con las niñas. Cuando digo las niñas me refiero con los dos pares que tienes, incluyendo la de España
Deja los líos en tu tierra y vente a Costa Rica, busca un trabajo.
Se feliz y hazlas a ellas, si quieres puedes. Yo me niego a darte subterfugios para que vuelvas a abandonar a Cecilia, que jamás deberías haber desatendido y dejar que se volviera desde Barcelona.

_ Sabía que tendrías unas palabras equilibradas para que entendiera este lío y te lo agradezco. Prometo que no te defraudaré, y haré lo que debo.
Un movimiento brusco desde el sofá como un respingo hizo María Manuela, saltando como resorte y quedando en pie, como un pasmarote.

_ Javier, he de volver a la esquina, recuerdas que le he dicho al conductor del Ford, que en dos horas volviera, he de retornar al convento de las Trinitarias. Seguro que nos volveremos a ver, pero me gustaría que fuera con Cecilia, y tus cuatro hijas. Aquella sería la vez que usaron para despedirse, como buenos colegas, como amigos.

_ Recuerda, lo que dije. Si me necesitas estaré en Zihuatanejo

_ Lo tendré presente, Manuela, que te vaya todo muy bien, y que ante todo seas feliz con tus evangelizaciones y con tus trucos, que también los tienes.
Rieron mientras salían a la puerta, dónde esperaba el chófer del Ford, que ayudó a acomodar a la Lady Woman de la Iglesia en aquel utilitario.



Al día siguiente era festivo en Costa Rica, día feriado y normalmente en fechas como esa, los ciudadanos dormían algo más de tiempo, y las calles esperaban a llenarse, un poco más tarde.
Javier Martos Díaz, se había levantado muy temprano y salió de su apartamento, en busca de Cecilia y de las niñas.

El taxi le dejó a dos cuadras del edificio de su apartamento.
Antes de llegar a la casa, entró en un comercio y compró unas pastas, algunos bollos, golosinas, y el clásico ramo de flores.
Eran las nueve y trece cuando pulso el timbre. La puerta no tardó demasiado en abrirse. Apareció una señora con un delantal de rayas, que preguntó imaginando quien era el que llamaba tan temprano_: Buenos días, dígame_, mirándoselo fijamente y con una sonrisa no demasiado alarmante.

_ Hola soy Javier y pretendía saludar a Cecilia.

_ Usted debe ser el español, Don Javier ¿no es cierto? _ No le dio casi tiempo a responder, mientras balbuceaba nervioso con los pasteles y el ramo en sus manos, aquella mujer le abría la puerta de par en par y le ofreció que accediera a la vivienda, franqueara el zaguán de la puerta y esperara en un pequeño recibidor con muebles muy singulares.
Color un poco raros, anaranjados, los mismos que observó, la primera vez que estuvo almorzando en aquel apartamento. A la vez que la señora sin preguntar, le requisaba todo lo que el joven llevaba en sus manos, para depositarlo donde correspondía.

_ Tenga la bondad de esperar un segundo _ le dijo aquella desconocida, cerrando la puerta tras de sí, con dos vueltas de cerradura a cal y canto. Evitando quizás el arrepentimiento del amigo de la niña Cecilia, y saliera huyendo como los gatos.

_ No nos han presentado, sin embargo, le conozco de oídas, usted me perdonará, me llamo Fredesbinda, pero todos me llaman “Binda” por ser la abuelita de mis niñitas, las más preciosas de todo San José.
Tras esas palabras se dibujó una sonrisa en la cara de Javier y de Binda,  que lo recibía con agasajos y sin que nadie les hubiera presentado, fue aquel hecho repentino el que bastó para darle la bienvenida y despejar de la mente de Javier, el error en creer que la alegre señora, era parte del personal de mucama del apartamento.

_ Ah pues mucho gusto señora, no imaginaba que _: fue interrumpido por Fredesbinda repentinamente con gracia diciendo_: usted pensó que yo era la asistenta de la farmacéutica, ¿Verdad? Se lo he leído en sus expresivos ojos mijito.
No puede usted esconder con facilidad su lenguaje no verbal y por ello, me he permitido el lujo de granjearle la respuesta, para que no anduviera con dudas antes de ser recibido por mi propia hija, que enseguida le doy aviso y ya le participo que tardará un poquito, a causa de que ella no recibe a nadie sin lavarse la cara y ahora duerme como una bendita sin esperarle. ¡Así que se me sienta en esta butaca y se entretiene con las revistas o con su móvil.

Javier volvió a tomar tímidamente la palabra, para decir con un cortejo visible_ Faltaría más. Le decía o mejor dicho quería decirle, que mucho gusto en conocerle, y que espero tranquilo.
Tomo asiento y me entretengo como usted me dijo;  con tantas cosas como hay a mi alrededor ¡Gracias y espero no estorbar!

Fredesbinda, desapareció no sin antes regalarle una amplia sonrisa de agrado y de satisfacción_ mientras pensaba y deseaba para sus adentros _ (...todo lo que comenzaba a suceder y que ella misma veía con ilusión,  trascurriría en las próximas horas).




To be continued
Continuará


0 comentarios:

Publicar un comentario