martes, 26 de julio de 2016

Catre y zarandeo para la venerable


Viene de la entrega anterior: El escote de la reverenda
nueva entrega: Catre y zarandeo de la venerable



_ Tú tampoco te quedas atrás con tus opiniones, por eso me has venido esta tarde como anillo al dedo, ¡Como te digo, no te extrañes! _, le conminó Javier a Marianela; haciendo un gesto de convicción para seguir con la perorata_, porque si hay alguien en estas latitudes que me puede ayudar eres tú_. Volvió a argumentar, con su opinión en voz muy alta, para que no cupieran dudas.

_Te lo digo porque te conozco muy bien y eres el tipo de mujer que pocos comprenden, porque no demuestras lo que eres. Monja que enseña las piernas, que habla como si fuera la vecina de la esquina, sientes sin remilgos y lo expresas y si se tercia pues echas tu cana al aire sin dar explicaciones a nadie

_ ¡Eres un bobo! o has perdido el juicio, porque idiota sé que no eres, ¡Que estás diciendo capullo! _ le frenó Marianela molesta por la cobardía de Javier_ parece que estés borracho o que hables sin pensar en lo que pronuncias, debes estar muy jodido Javier. Anda cuenta sin perder el tiempo lo que tienes, que dentro de un rato me vienen a recoger y me marcho_.  Recuerda, que con mis votos, estoy tan casada como cualquiera, ¡Más sacrificio aún! y no lo demostramos con la falsedad que se hacía antes.
_ ¡Sí!... muy casada ! _ interrumpió Javier, para decir de manera graciosa_: ¡Casada con Jesús! El  de Arimatea, ¡nada menos! y rieron los dos de forma espectacular acabando así su puesta en escena de la situación.

_ Perdona Marianela, ahora muy en serio; eres una gran ayuda para mí, además por el socorro que me ofreciste para la venta de tantos equipos del cósmico, en tantos Conventos y lugares de culto y por tus atenciones tan exquisitas.
Fue en esta ocasión la monja la que interrumpió a Javier, para decirle_: Por cierto, ya me han liquidado todas las comisiones y no os habéis portado nada mal. Con ello quiero seguir adelante en el trazado de mis planes eclesiásticos.
Javier sonrió con agrado por el detalle del comentario, pero sin que aquella algazara se hiciera perceptible en el tiempo ni en su sonido, para proseguir sonsacando directamente a Marianela, sin que ella,  esperase la pregunta.

_ Qué me dices de Prudencio, ¿qué te solicitó? de forma íntima, que no me quisiste decir por teléfono la última vez que contactamos, y  si se lo concedías_ me indicaste_, era porque te venía en gana, mimarlo o machacarlo.
_ ¡Ah! Pero quieres saberlo. Te importa más que el problema que ¿llevas tú? antes de recibir tu consejo. ¡No te entiendo!

_ ¡Sí! Marianela, igual tu decisión o tu conveniencia me enseñan de una vez por todas y me hacen más concienzudo para discernir en mis asuntos
Además _ siguió comentando _  quiero estar seguro, que nadie se aprovecha de ti, después de los favores que nos dispensaste.
¡Claro!  Explica hasta donde puedas, siempre que no sea un tema privado que por sensibilidad no quieras comentar.
La monjita maquillada y preciosa, ya con medio coctel consumido, se dispuso sin cobardía a referirle el trato que había hecho en su momento con Prudencio. Aquel presbítero tan mujeriego y sinvergüenza de su convento.
Dadas las presiones que Javier, le requería, y sin retroceso habló para decir:
_ Prudencio, como sabes se folla a la novicia Remedios, y a ésta parece que le va la marcha. Por lo menos calla y lo disfruta. Además está convencida que le darán los votos en un par de años y seguirá mamándosela cada noche al descastado párroco.

_ Hasta ahí, lo sabemos_ dijo Javier Martos, esperando que la reverenda se abriera, y no de piernas, que ya bastante ancha estaba. Necesitaba conocer toda la historia sin melindres.
_ Pues nada, sencillamente_ expresó Marianela_ acomodándose en la butaca y quitándose los zapatos_ Propuso, que fuera yo quien le sirviera de amante. Así de sencillo.

_ Tuvo la cara dura de proponértelo así sin más  y ¿Eso le pidió al Obispo? _ preguntó Javier, desconcertado.
_ ¡No a él no se le pueden pedir esas concesiones! Tuvo la valentía de pedírmelo a mí, con toda su cara. Pensaba que como soy monja me iba a callar y a limitarme a santiguarme y rezar unas cuantas Aves María, bajarles los calzones y hacerle las succiones.

_ Y como lo resolviste, porque ese tipejo, no es de los que no manda_ volvió a interrogar Javier.

_ El muy gilipollas recibió un ostión de campeonato. Le metí un puñetazo que casi lo doblo, primero porque no es lo que hacen las reverendas madres, y después porque creo que hasta le gustó a muy putero. ¡Como imaginaras, se quedó con la ostia, y además no me pudo denunciar por desacato ni por abuso, ¿Quién se iba a creer que una monja tan frágil como Sor Marianela agrede a su confesor?  Con ello, tuvimos una conversación de órdago y decisoria, ya sabes que todo tiene un precio.

_ ¿Un precio Marianela?

_ ¡Sí Javier! No sé porque haces esa pregunta, cuando tú lo sabes de sobras, que te has arrimado y follado a todas las que vinieron en el viaje. Excepto a mi; y es porque no me lo pediste en su momento. No querrás que te cite las ocasiones ni las damas atropelladas ¿verdad?

_ Bueno pero vosotros sois religiosos, y eso tiene unos compromisos, ¿no?
_ ¡Ah! Es que vosotros, estáis exentos de tales compromisos y no vale la fidelidad, la decencia y el decoro.

_ Tienes razón. ¿Entonces qué precio te puso el muy bribón? Porque el trance ya nos lo imaginamos, catre y zarandeo.

_ ¡Pues eso mismo! Aquella noche lo desvirgué oficialmente hasta romperlo, pero le saqué lo que pretendía, sin que imaginara que además, de la empresa del wáter cósmico, me iban a dar una suculenta comisión. ¡Lo que yo proyectaba!
Asimismo de la excedencia de cinco años, en Zihuatanejo, con el fin de abrir allí un Convento de las Trinitarias, y yo como Madre Superiora, que a mis treinta y seis años, es lo mejor que me podía pasar dentro de mi Congregación y mi vocación.
Prudencio, no aguantó dos rounds, me quiso derrochar demasiado a prisa, cuando yo soy un todo terreno. Simulé como lo hacía en el tugurio donde trabajaba en mi inicio. El cabaret del Labio Vertical, en mi Málaga natal, ya sabes. ¿Te lo conté recuerdas?_ matizó muy integra en su papel_  quise hacerle ver, que era un "Tío abultado de pelotas" un brillante don Juan barato,  y otro "mil hombres" ya sabes un "rompe bragas de Kentucky". Cuando realmente es un auténtico "mierda seca", otro despiadado abusador y un ardiente impotente y fanático del vicio y de la palpadura. Un onanista barato y putrefacto.

Lo dejé cao en la mitad del primer round, se durmió como un ternero joven, sin haber disfrutado de mí. Casi ni me tocó la piel, cuando comenzó a babear le di de lo que necesitaba, y un poco de perfume y aire y cayó a mis pies como un asqueroso detrito sensible, hecho una piltrafa.
Soy demasiada monja para un ungido sin potencia como él_ finalizó riéndose a mandíbula batiente, para acabar dándole un trago al ron de la copa.
Después de una profunda reflexión de Javier, al escuchar aquel relato crudo y despectivo sobre los intríngulis de los religiosos que no sienten su vocación, quiso reaccionar y volver a la realidad más próxima, dejando de lado y no haciendo más preguntas ni comentarios sobre lo que había escuchado de labios de la mujer metida a monja: Manuela Pinote, conocida como Sor Marianela.

_ Así quedamos en nuestra última charla, Manuela; ¿te suena?_ expresó Javier haciendo una pausa e intentando cambiar de nexo_: Espero consigas tus propósitos, que para ello has trabajado y rezado y verte en otro momento como ahora mismo, tan guapa, con esta ropa tan guay, y esa figura esbelta, que bien podrías pasar por modelo, en lugar de adherirte a los votos de las Trinitarias y dejarlos para personas sin tantas ganas de vivir como las tuyas.

_ Lo recuerdo, eso me lo dijiste, en la última charla telefónica, que mantuvimos y es verdad, ahora viene la verdadera cuestión de tu preocupación. Mejor será comiences, por si necesitas demasiada contrición.
Javier sin más preámbulos, abordó destacando lo primordial de su pena y directo y sin reservas comenzó a compartir con su reverenda amiga, sus tribulaciones.

_ He visto a Cecilia, y a sus hijas, Caterina, Natalia y Soraya_ quedó callado, como si estuviera petrificado.

Marianela tomó la palabra, y sin demasiado énfasis le dijo a Javier, después de suspirar y de chasquear los labios_ Caterina es hija tuya; ¿verdad?

_ Como lo has sabido_  Preguntó Javier, sin demasiada sorpresa.

_ Soy monja, pero también soy mujer, y ya sabes que antes fui vedette de alterne en mi tierra. Imaginaba que tenías algún hijo desperdigado y no reconocido.




To be continued
Continuará


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