Viene del capítulo anterior: La camarada lo desnudo sobre el tapiz
capítulo actual: Trato sexual, con la dama teutona
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_ Tanto placer obtuvo en su orgasmo_ continuó
Natalio explicando_, que yo creo, retornó con su imaginación, muy lentamente y
de forma mimética, a su “ País, el de de las Maravillas” su zona particular de
origen.
Cuando se acabó su gozo, me besó como si nunca
antes hubiera besado a mortal, haciéndome sentir un cielo no tan difícil de conseguir.
Fue un placer estar con ella, me dejó muy a gusto y
no he de decir nada en contra de los procedimientos que usó para quedar en paz
con sus necesidades fisiológicas naturales.
Me acarició hasta
la extenuación y tanto fue el placer recibido y entregado que nos
duchamos juntos, como si estas prácticas las hubiéramos realizado en más de una
ocasión, como si llevásemos años liados, jodiendo en los momentos de asueto sin
que nadie lo hubiera descubierto, amándonos a granel por las esquinas con ese
ansia que tan solo poseen los advenedizos.
Sabíamos en todo momento los pasos que debíamos
seguir, y hasta casi lo que pensábamos el uno del otro, como si fuera algo
común que teníamos aprendido.
Es una tía bandera, dura y corpulenta como una
atleta de triatlón, sin quejas, ni complejos, sin manías persecutorias, sin
escusas y sobre todo sin cobardías, tan completa, muy apetecible y entera, a
pesar de su edad.
Después al cabo de unos días, me enteré que toda
aquella pericia conyugal, todo el amaestramiento que sufrimos tanto Jürgen_ el
marido_, como yo, fue derivada de una específica preparación que ella misma,
con sus conocimientos de enfermería había preparado. Nada de aquello fue
casual, ni espontáneo por su parte, creo que lo llevaba tramando desde hacía semanas,
hasta que se dio el instante preciso.
Una seducción dada en mi persona_ asentó convencido
con sus ojos_, por los herbajes que me
había hecho aspirar y por la intravenosa de Tadalafilo, que no es, ni más ni menos; que un fármaco utilizado para evitar los impedimentos eréctiles.
Una maquinación de
ingeniería alemana, que nos había suministrado tanto a su toro el Jürgen borrachín,
como a mí; para que no perdiéramos la pujanza sexual. Ni aquella falta de
tensión y erección en el pene, cuando se tiene miedo o te falta la confianza, y
sobre todo estar sumiso por ella en todo momento, seducido por sus carnes y con
una extraordinaria sensatez dándole todo el capricho y la necesidad que ella
solicitara en acaricias placenteras y en el anhelo por amarla una y otra vez.
Su compañero siguió narrando Natalio, aquella
peripecia frente a Ángel, que le miraba no dando crédito a las palabras
verídicas del suegro_, como siempre anda rebozado de alcohol, es algo que le
puede y lo lleva en la sangre y es lástima porque es un tipo inteligente y frío
como nadie.
Posiblemente y sin tan posible; nota que su mujer,
no le hace puto caso, que lo usa como marido para las ocasiones oficiales, pero
a mí me da que en casa, se dan la espalda con frecuencia, pues ni con la inyección
suministrada, ni con las hierbas opiáceas que nos trató, ni con la madre que lo
parió, fue capaz de levantarle el ánimo pendular.
Por decirlo de forma elegante; vamos que no lo puso
caprichoso y si lo estaba su pluma no se llenó de tinta y él mismo_, asentía
Natalio, con una piedad extraordinaria, hacia el colega que mentaba, y marido
de la frau_, se quitó del encuadre de los hechos. Desapareció de la escena,
sabiendo que su mujer me iba a follar sin paliativos, en aquel mismo instante.
Sangre fría la de Jürgen, porque de haber sido al
revés, hubiera montado allí un escándalo de cojones, por no permitir que se
rieran a su costa y en su puta cara.
Quedaron en silencio, durante unos segundos, y sin
más continuaron con la comida, levantando sus copas a modo de brindis, y sin
poder enmascarar aquellas fachas de satisfacción, que ambos presentaban
_ ¡Por usted Natalio! _. Brindaron con un caldo de
unas cosecha preferente, un vino de Rioja, un tinto denominado Ramón Bilbao_, y
por su actuación espontánea y natural, frente a una señora_ dijo Ángel,
manteniendo su copa en lo alto, al referirse a la frau berlinesa_, que no
merece ninguna burla.
Todo lo contrario, un respeto. El que veo y
comprendo que usted le dispensa_ anunció con voz más alta de lo normal, su yerno_. Como puede comprender, de mi boca,
_y eso se lo juro _ no ha de salir más intimación ni comentario a terceros.
Aquí queda definitivamente enterrada su historia con la señora delegada.
_ ¡Sí! así lo espero y deseo _ dijo sonriente
Natalio relamiéndose aquel sabor dejado por el buen Ramón Bilbao, un vino
excelente y por el recuerdo dejado en él la dama teutona_, creo que es mucho
mejor, que lo demos por olvidado, aunque para ser sincero, diré que: ¡Lo pasé
genial!
Cecilia
le volvió a situar a Javier el índice de su mano derecha tapándole los labios y
con la izquierda colocó intempestivamente un bizcocho de hojaldre, para que no
pudiese decir nada precipitado, evitando así se desbocara, por un calentón sin
pensar en las consecuencias.
Su hija Caterina_,
realmente la hija primogénita_ le había puesto los puntos sobre las guías y
esperaba de su padre algo más que una declaración de buenas intenciones. Esperaba
sin más que le hiciera cargo de todas ellas, sin olvidar a la hermana que
estaba en España, esperándole.
Por lo que Javier cedió
ante las presiones de la madre de aquellas niñas, sus hijas y dejó el último
comentario para cuando lo tuviera bien resuelto.
Las observaciones y la
atención cambiaron de tercio de inmediato, y todas las niñas rodearon a Javier,
dándole una lección fraternal de educación.
La armonía del momento
se había interrumpido de una forma fragosa, por lo que en aquel momento ya nada
se desarrollaría igual, a como había empezado.
La dinámica de los
sucesos se había transformado y todos debían pensar muy bien en lo que sería,
lo conveniente, lo aceptable y sobre todo lo deseado por todos ellos.
Salió de la casa de
Cecilia y antes, se despidieron amorosamente, sin enfados. Más que eso, con un
cariño que no imaginaban ninguno de los protagonistas, pero con un fin. Si se
volvían a ver, Javier debía llevar una decisión tomada para ejecutarla. Sin
prefacios ni exordios, quedarse con Cecilia y las niñas o, desaparecer para
siempre jamás.
Al pisar la calle estaba
casi desierta, parecía que el poco movimiento y la ausencia de gente
acompañaban a la tristeza que embargaba a Javier desde que le inquietaba la
obligación de decidir el futuro inmediato de su vida.
El lío de Jimena Cuervo,
su ex esposa_. Le sobrevino el pensamiento como un rayo flagrante y cargado de
la fuerza eléctrica de la peor tormenta.
Mientras buscaba su
mejor decisión en el paseo que le llevaba cabizbajo al circular por aquella
avenida amplia y clara, sin poder quitárselo de la mente, machacón seguía
reflexionando, al respecto de la situación de su hija Estela
Su nuevo embarazo y el
desprecio de esa madre, al pretender inhibirse de la niña en todo momento y
ahora aún más, n el periodo de gestación y mientras dé a luz. Sigue intentando pelar
la pava y embaucar al padre de su nuevo alumbramiento para que no la abandone
como suelen hacer todos los arropes y parejas que tiene desde que la puse en la
calle_ se prolongó cavilando_ Desde ya, Ximena quiere despejar de su alrededor,
todo aquello que la distraiga de sus nuevos enredos y flirteos; cuando aún le
faltan más de seis meses para el parto se quita de encima a nuestra hija, sin
remordimientos allegados y filiales, como tienen normalmente las madres
desapegadas, las que no se sienten tales.
Abandonar a nuestra hija_
no lo entiendo, pensaba preocupado_ tan pequeña sin más, quitársela de encima,
para dejarla sin ningún tipo de aprecio materno. Soltarla con quien sea, en
este caso menos mal tener a los abuelos.
Se queda tan tranquila y
sin mediar fechas para verla, momentos para estar juntas y detalles para
quererla, mimarla con risas y arrumacos.
Continuará
To be continued
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