martes, 19 de julio de 2016

La asesinó tras violarla



La había asesinado después de abusar de ella en su propia cama. Tras hacerle creer que encontraría el cielo con sus caricias y sus besos, después de subirla al cielo para que disfrutara de un orgasmo sublime, la mató.

Nadie se explica cómo pudo llegar a ese punto Lali, dejándose convencer por un desconocido, que es lo que en realidad era Raúl, aunque hubiesen mantenido relaciones conyugales aquella noche, más a gusto que si fueran amantes declarados.

Aquello se le escapó de las manos, sin más, creyendo a pies juntillas que era el hombre de su vida, tan solo conociéndole desde hacía media hora y que su confianza le decía que su querencia con Raúl cuajaría.

Se conocieron esa misma noche en la estación del Metro de la línea 1, Iba acomodada en el transporte procedente de Bellvitge.
Al llegar el tren a la estación de Santa Eulalia, tropezaron sus vidas, y ella no se que le notó a él, que sin pensarlo lo metió en sus bragas.

Paradojas de la vida, se comieron con los ojos en la estación que lleva el mismo nombre que ella: Eulalia. Aunque todo el que la conocía la llamaba Lali.
Salía de trabajar del hospital aquella noche y se dirigía para casa, cansada después de un largo turno de enfermería en Urgencias.

Lali iba sentada justo al lado de una de las puertas del segundo vagón, y al abrirse los portones entró un hombre bien parecido, con una vestimenta cuidada y unas manos grandes y limpias, alto y más bien parecido, muy "requeté peinado" y con sus gafitas de intelectual medio caídas, que fue a tropezar con las piernas de Eulalia, que las llevaba más bien estiradas para dejar circular la sangre de sus extremidades, tras una jornada dura de meneo.

_  ¿Perdona tía, te hice daño?

_ ¡No para nada!, la culpa es mía, por llevar las piernas tan abiertas

_ ¿Quieres decir?, a mi no me lo parece, he sido yo que soy torpe por naturaleza.

_ En cualquier modo, no importa, no le demos más cancha al asunto, que no procede ¿No crees? Lo dejamos aquí, sin más_ dijo Lali, queriendo no dar señal de placer, mientras él la palpaba y tocaba de los brazos y de forma sensual la trasteaba para ser perdonado.

_ Me llamo Raúl y soy representante de maquinaria doméstica, vendo cocinas, lavadoras y todo lo referente al hogar, electrodomésticos.

_ Oye mira he de dejarte_, dijo Lali_ bajo ahora; aquí, en la próxima, en plaza de España; ha sido un placer, pero no me puedo entretener

_ ¡Justo como yo!, parece que sea una casualidad, o mejor el milagro de mi día; pero así me resarciré y me excusaré como dios nos da a entender y si me lo permites te invito a tomar un cafecito, al salir justo al lado;  en la calle Llansá cerca de la sala Vivaldi, que es donde he de quedarme a ver a un amigo esta misma noche que debuta en su actividad artística y flamenca.

_ ¡No sufras hombre! ¡Qué, que te digo que no es necesario!, que no pasa nada, que estás perdonado. Ve a tu rollo, que no me has hecho daño.

_ ¡No así no!, no sufro ni mucho menos; pero no puedo dejar que te vayas sin una reparación a mi torpeza. Te dije que me llaman Raúl, pero a ti no te escuché pronunciar como te citan, y no creo que sea un nombre desmedido ni feo, tratándose de una mujer tan explosiva y tan guapa, con esas piernas largas y seductoras que no se puede aguantar.

Le gustó aquel requiebro a Lali, y Raúl lo notó, sabiendo que a poco que insistiera, aquella guapa hembra declinaría sus obligaciones posponiéndolas, para tomarse aquel café que le proponían degustar.
Se apearon juntos del transporte y subieron por las escaleras que van a dar a la salida de Cruz Cubierta con España, justo al lado del Plaza Hotel, donde anteriormente estaba el gran Cuartel de la Policía.

A ella se le había disipado todo el cansancio que llevaba y se miraba al corpulento Raúl, mientras éste; le arrancaba la risa frase tras palabra y chiste tras broma.

Lali se encontraba a gusto con el tipo galano que le hacía la boca agua, y que tan solo conocía desde su trayecto en el metro, que con seguridad le haría pasar aquella noche un buen rato incluyendo si fuera necesario el deseado contacto personal que ambos buscaban.  
Fue un flechazo del Arquero Cupidito, el consabido y el rápido, un tiro desde su cimbra de seducción que tocó con la necesidad de Lali en ser amada con urgencia.

Ella era así de abierta y de genuina, creía que la gente toda es limpia de cuerpo y alma, que a ella no le iba a suceder lo que le ocurre a la gran mayoría de personas que siempre andan con sus quejas por delante.

Necesitaba un hombre aquella noche y lo tenía al abasto, con lo que no iba a dejarlo marchar.
Cuando degustaron el exprés con sacarina, ni Raúl se quedó en la Sala Vivaldi, ni ella regresó sola a su apartamento de la Avenida del Paralelo, esquina con Sepúlveda, juntos subieron al tercer piso de su coqueta vivienda y allí se acomodaron como si fuera una costumbre practicada asiduamente.

La desnudó, sin prisa ni tropel, despojándole poco a poco de sus trapos difusos, su bonito vestido, medias y sujetadores, dejándola descalza y completamente en cueros; a excepción de su tanga color fucsia.
Apagaron las luces, innecesarias para el amor profundo que ella iba a disfrutar.
Con aquel hombre tan apuesto, desconocido y cruel, que le depararía una súbita experiencia para hacerla entrar en muerte.

Desde esa altura de la residencia de Lali, se iluminaba parte de Barcelona, divisando todo el precioso paseo del famoso Paralelo, antiguamente denominado del Marqués del Duero, que baja hacia "Poble Sec"_ Pueblo Seco_, con sus gentes vivarachas paseando y su nervioso tráfico rodado en sentido mar, con aquellos neones que parpadeaban y se divisaban desde el balconcito de la habitación de Eulalia.

Imaginando esa ciudad preciosa, como la más apropiada para sentir el amor regalado del hombre desconocido.
Raúl sin pudor le usurpó sus bragas y la tendió cruelmente sobre la cama, y con poca delicadeza la penetró satisfaciéndose el mismo de sus necesidades feroces de bárbaro encarnizado. Para finalizar sin miramiento y sin respeto en veinte segundos de duración, dejando a Eulalia, la frágil Lali, la enfermera de Urgencias, prácticamente despedazada, haciéndole un profundo corte en el cuello con el cúter que guardaba en su bolsillo, nada más acabar su orgasmo.

¡Socorro! quítenme de encima a este sinvergüenza! _ dijo Lali_ ¡Volviendo en sí la preciosa enfermera.

_ Tía, que te ha pasado oye que solo he tropezado con tus patas y sin querer, he caído frente a ti; que lo sepas, que no eres mi tipo.

_ ¡Ah... ¿Quién eres tú Raíl?!  ¡No te conozco perdona!, no sé que me ha pasado, ¿he perdido el sentido? ¡ Que ocurre aquí! ¡Dónde estoy!  ¡Lo siento mucho!

_ Pues eso es lo que he visto, al caer por tropezar con tus zancas; que te quedabas frita en el asiento. Agarrándome las manos y gritando que no te matara ¡Coño que susto me has dado! Todo el mundo del vagón se ha quedado flipando conmigo. Mirándome como si yo fuera el "Rompe bragas de Kentucky" Tía háztelo mirar ¡Vale! Estás buenísima, pero yo contigo y ese sueño tan feo, no me marcho a tu cama ni en broma. ¡Estás loca!

_ ¿He perdido el conocimiento? Raúl, porque tú te llamas así ¿verdad?

_ Oye tía tu fumas algo raro, o te chutas con carburo_, respondía nervioso el muchacho_, te has quedado como cataléptica durante tres jodidos minutos y a mí me han parecido mil años.
Menos mal del payo este_, siguió arguyendo el muchacho y señalando a un joven que estaba a su lado_ que dice que es galeno, que él solito te ha vuelto en sí. ¡Estoy cagado de miedo contigo!

Ni me llamo Raúl, ni vendo electrodomésticos. ¡Creo que estás medio loca! Anda suéltame, que me bajo en España, para hacer transbordo en la línea 8, y llegar a mi curro en el Psiquiátrico de Sant Boi










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