sábado, 22 de octubre de 2011

El aroma de Teresa

 
Cuando asistes a un acto de esta envergadura, te das cuenta de lo que llegas a estimar a ciertas personas que pasan por tu vida sin hacer ruido pero que dejan ese surco penetrante tan agudo que siempre recuerdas. 
Les tomas ese aprecio y cariño. Ya es imposible dejar de contar con ellos y en cierta forma, esperas esa palabra que siempre guardan de apoyo y de soporte cuando la necesitas. Son como los terapeutas sanadores que sin previa cita, solo llegando a su mesa, a su puesto de trabajo y les dejas caer tu suplicio saben convencerte de que no es tan grave la cosa para que sigas penando, te tocan el hombro, te hacen un gesto de comprensión y es como si la situación mejorase, a pesar de seguir teniendo la misma enjundia. 
Es por ello cuando nos separan por cualquier causa, por desplazamiento del puesto de trabajo, vacaciones, cambios, jubilaciones, por las miles de circunstancias que podría enunciar y contrariamente por mucho tiempo que pase, hay un momento en el que tu sentimiento se aloja y les recuerdas tan cercanos, como cuando los tenias cada día en la oficina, en el tablón, en el trabajo, en la tienda, en la fábrica.

Compartiendo risas y explicaciones de los defectos que le vemos al jefe, riéndonos de las guasas de nuestros hijos, conversando de lo que les dijo la vecina del cuarto, de la opinión que nos merece tal programa de esos del corazón que nadie ve, pero que todos miran de reojo, relatando las argucias que hemos de hacer para llegar a final de mes, de todas esas tonterías que no lo son y que nos ayudan en nuestra cotidianidad.

Con Teresa en su XXV Aniversario en la empresa ha sucedido lo que intento explicar en las líneas que preceden.
Ella es una mujer, alegre y simpática con un corazón extraordinariamente fuerte y comprensivo, de las que saben escuchar y decirte aquello tan socorrido de: “Tranquilo” y te mira y comprende y a veces te alejas sin das las gracias, por lo cercana que siempre la hayas.


Hoy le ha tocado a ella, que los que la rodeaban rindieran esa adhesión autentica que le ejercemos. Los más agraciados la siguen localizando cerca, otros ya han de recurrir a ella, por medio del teléfono, de la carta o del pensamiento, porque ya están en otro plano. Todos a la llamada de su homenaje hemos acudido, desde distintos lugares y nos hemos encontrado perfectamente acogidos por su talante cariñoso y su mirada de amistad y de sincera persona que es. 
Desde el director de la división, con su cordialidad de jefe y guardando esas estrechas márgenes que imagino la dan los poderíos y soberanías del mando, hasta los compañeros, amigas, y personal más allegado, han sabido hacerle llegar ese fervor que se le tributa, que siempre se le ha guardado como cosa natural y que solo poseen aquellas personas que por su carisma lo ganan día a día.

Teresa, amiga, compañera,
los que ya alejados recuerdan.
Sabemos de tu amistad abierta,
del valor de tú mirada escueta.

Demostrado queda
con distinción delicada,
tu verdadera esencia
de persona alabada

Orgullo fue conocerte,
compartir trabajo y  ver,
como las cosas difíciles
contigo pierden el ser. 

Eres faro en la familia,
estrella que marcas rutina,
nexo de unión y concordia.
Planeta. ¡Ella es Teresa!


Que cumplas muchos más años, en la empresa y en la vida. No cambies jamás a pesar de los avatares que la supervivencia te regala y no todos son de tu gusto. A veces el cielo nos pone a prueba y estoy seguro que a ti, te ha puntuado con una nota muy, pero que muy alta.
Todos te queremos.  ¡Igual es por algo!





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Un canto a la amistad, a las relaciones entre compañeros, a la concordia, a la armonía, y a más cosas. Apúntame también a mi, quiero unirme al grupo.
José Añez

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