jueves, 31 de marzo de 2011

Me bajo en Triunfo... Capitulo 8º La Condena

Capítulo  8º   La Condena

Me bajo en Triunfo


Todos los allí presentes se observaron de refilón comprendiendo que algo entorpecía la marcha de los juicios previstos y sin dar la menor importancia al suceso, retornaron a sus conversaciones los unos y a sus vacíos los demás.
Los guardias civiles que habían sido los protagonistas en la detención de Morral, en el día de los hechos, hacía un buen rato que se paseaban inquietos y nerviosos, como queriendo solucionar de un plumazo y darle fin para siempre al expediente. Hasta que en una de esas idas y venidas, se acercaron al hombre del telegrama, que estaba sentado observando aquel pintoresco carrusel de circunstancias, comentándole con un soslayo en los labios que por fin se iba a celebrar el juicio. El hombre asintió con la cabeza y con su mirada hizo un gesto, a modo de seguir poseyendo la paciencia necesaria.
Lo que se avecinaba, se podía presumir, viendo lo advertido y oído lo dicho. Aquellos guardias estaban expectantes, con tanta demora y con tanto preámbulo.
Les importaba mucho que se solucionara ese enredo sin retrasos. Uno de ellos hacia meses lo habían destinado fuera de la plaza y cada vez que se celebraba la vista tenía que desplazarse, con el consabido gasto que genera todo eso. No ya monetario, si no en molestias y perturbaciones personales.
El otro agente seguía destinado en la zona dónde se efectuó la detención pero, aquella noche había estado de servicio y estaba más lánguido que una marmota en su periodo de dormancia.
En la distancia el presunto acusado les miraba disimuladamente, como si por él no fuera la cosa. Apoyado de la misma guisa y fumando deleitosa y felizmente acompañado por su representante.
Incidió el oficial apareciendo de nuevo y con voz aguda hizo la nombradía: Morral Silla. _El truhán se acercó acompañado de su representación legal y les hizo penetrar en la sala de juicios dónde debía enfrentarse al juez. Siguió voceando los nombres de los guardias y del testigo y a estos les mantuvo en la puerta sin darles paso, de momento no parecía hacer falta su concurso.
El fiscal y el abogado, habían llegado a un acuerdo y lo que faltaba era la sentencia del Sr. Juez. Pedían seis meses por el robo del vehículo y la otra falta la juzgarían unos días más tarde.
Mientras se celebraba la vista, ya estaban preparados los restantes invitados para que fuera una cadena el entrar y salir y dejar listo para sentencia a los cuatro casos que trataban de solucionar aquella mañana.
El abogado del patrón que había despedido a su empleada, hablaba con su defendido, y la parte contraria ya debía tener preparada la estrategia particular al respecto. Se habían movido poco, aquellas dos mujeres; la defendida y desgairada. Matilde Vinuesa y la togada representante de la misma, con una tranquilidad pasmosa, una junto a la otra sin apenas haber comentado ni discutido nada, desde que los conceptos quedaron claros, estaban a la espera con su desiderátum.
Los dos hombres acusados de robo, eran los que más homogéneos y sosegados estaban, percibían que no sería benigno el tratamiento a su acción. Magín con su simpatía y llaneza disfrutaba de aquella situación, como tenía por costumbre. Posiblemente fuera la última acción movida de su existencia, en la que se notaba útil y por supuesto lo había gozado hasta la extenuación, no pudiendo aplacar los nervios de su compañero Roque, que no sabía cómo ni dónde ponerse.
Le embargaba un miedo penetrante, que le impedía ser persona, abocándolo a endilgarse como un animalito de compañía. Después de esta vivencia no iba a encontrar en su devenir más que desazón y olvido.
Amelia, luciendo su morada ojera, fumaba con cierta inestabilidad por la situación tan peculiar. Destino incierto, perdiendo lo menos posible, razones existían, a favor, es posible, pero ya no sería igual su existencia, se produjo un cambio súbito que hacía variar las costumbres, o por lo menos modificarlas en gran medida. Situación dantesca pero vital.
Al punto se abrió la puerta y salieron de juicio, Morral y su docto que sin mediar palabra entre los que allí se encontraban fueron paulatinamente abandonando el lugar, llevaban un rostro sereno y además el delincuente hasta favorecido. Nunca es demasiado castigo para esta caterva y si lo fuese tratarían de revolverse contra sus propias creencias y quedarse igual, no tienen remordimiento, viven el minuto, no existe pasado para ellos, el futuro es incierto, con lo cual no lo programan. El abogado había cumplido con su trámite y ya no estaba obligado a más. En unos segundos se perdieron sus siluetas al fondo del corredor. Tras ellos iba el judicial que se detuvo frente a los concursantes, que esperaban en la misma entrada. Los agentes y el testigo de aquella incoación, participándoles que no fue necesaria su aportación en aquella vista, devolviéndoles sus credenciales e invitándoles a marchar.
_ Ya se pueden ir todos ustedes _ Indicó el oficial _ Aquí, tienen su documento_ Siguió elocuente dirigiéndose al policía que tenía más cercano. El que le preguntó directamente y sin preámbulos.
_ ¿Qué le ha caído?
_ Seis meses y un día _ Replicó el judicial, mirándolo y sonriendo con un gesto revelador. Dándole los detalles sin demasiado entusiasmo _ Habían quedado el Fiscal y el abogado de acuerdo para solicitar la pena _ Finalizó sus comentarios el oficial de sala, mientras el otro agente soto vocee replicaba.
_ Hasta que lo pesquen en otra más grave _y dirigiéndose a su compañero siguió _Luego dicen que si hay delincuencia.
El compañero no dijo absolutamente nada, permaneció callado como un muerto observando la reacción del paisano.
El testigo escuchaba pero no pronunciaba palabra, se limitaba a oír sus alegatos. Allí se despidieron con un saludo, sabían que se volverían a encontrar no muy tarde, el juicio para la resolución definitiva ya tenía día y hora y todos debían estar de nuevo esperando participar, o no hacerlo, pero lo que si era de obligado cumplimiento es el estar presente.
Los casos pendientes de aquella jornada quedaron en manos del destino, unos se resolverían y otros seguirían pendientes. Todos los allí presentes obedecían y representaban un papel. Anduvo en silencio los pasillos y bajó las escaleras hasta llegar a la puerta principal. Pensaba para sus adentros: _”Después de tanto follón, de aguantar toda esta mierda, tener que abonar los gastos, las horas perdidas. Aún tendré que dar gracias por no abonarme los destrozos y gastos, ni de las molestias. Después de tanta comedia... ¡callaremos! No sea que protestando agraviemos a esta Justicia, tan caprichosa y tan irritante“_ Completó su cavilar fatalista valorando la situación, tan diáfana para él y tan extremadamente complicada para otros_ Mascullando a solas mientras paseaba por la avenida. _“Evidente que no es el Talión de las Sagradas Escrituras, todo ha evolucionado, no existen “Salomones” con su espada dando ejemplo de equidad. Los humanos hemos complicado y vejado a la “Verdad“, ya no se puede creer en cuasi nada, artículos están para cambiar el color real de las cosas que con mucha filosofía dicen que el negro es claro y el blanco, oscuro”_ ¡Tampoco es una regla fija!



Final de la Segunda parte de Me bajo en Triunfo
Cualquier semejanza con personajes reales y con situaciones aproximadas es producto de la coincidencia.
Reservados los derechos.

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