domingo, 12 de octubre de 2025

Tonalidad afónica y ronca.









Aquel intérprete siempre iba acompañado por Niyl. Una especie de espíritu de la guarda, que no lo dejaba “ni a sol ni a sombra”. Era su voz artística, la frecuencia que sus fans y seguidores reconocían.

La que grababa sus canciones en la productora de discos.

Su voz en off.

Aquella sombra que le perseguía y pocos conocían de su existencia.  

Eso fingía de verdad, aquel que creían era, gran vocalista de música ligera reconocido, que fue bautizado con el nombre de Doménico Donatello Velante, y que aparecía con el distintivo artístico de Trasto Nery. 

El que con gratitud, reconocía que con su presencia personal y con la voz de Niyl, había escalado el éxito.

Siendo un detalle de mucha importancia desconocido para el mundo.

Trasto sabía que Niyl, era su yo, su guía, su onda y su secreto mejor guardado. Ambos eran el contraste personificado.

Aunque realmente eran solo uno.

Se entendían y decidieron vivir de ese modo mientras durara su estrella. 

Trasto era un tipo guapo, esbelto y desenfadado, que a las fans volvía locas, únicamente con mirarlas. Cuando estaba sobre los escenarios era una locura, ver como el apuesto y gentil vocalista de música ligera, boleros y romances sabía vender aquel infame engaño.

Niyl era una joven mujer, no demasiado agraciada y ella lo sobrellevaba.

En su tiempo daba clase de piano y armonía al entonces nobel Doménico.

Sin imaginar donde les iba a llevar el destino profesional. Acordando aquella trama engañosa de personalidad cambiada.

A Trasto Nery pretendían hacerlo llegar a la cumbre, por sus dotes físicas y belleza corporal, pero con la dificultad que su calidad vocal no llegaba a prorrumpir en lo que se denomina talento.

Al carecer de un timbre en sus órganos de fonación, que no era el más adecuado para que les llegara con agrado y garantía a todos los melómanos, futuros seguidores. 

La vida pasaba deteniendo los suspiros de triunfo y en un ensayo de cómo debía vocalizar el ritmo, su pedagoga, la señorita Niyl, tomó las riendas de la canción en su ayuda, declamando aquella pieza romántica compuesta precisamente por el propio Doménico. Que escuchando aquella versión quedó prendado por la señal acústica que salía de la garganta de la profesora. 

Como no daba tiempo a que el solista adoptara aquella nueva técnica, quedaron en grabar aquella pieza musical en una maqueta y mandarla a la emisora de radio, que debía patrocinar el festival y seleccionar aquellos concursantes, que fueran aptos y cupieran entre los márgenes solicitados.

No tardaron en recibir el interés de la discográfica por la voz de Doménico, sin saber que aquella sutileza, romanticismo y dulzura, pertenecía a su profesora la gentil señorita Niyl, que se prestaba a semejante historia.

Estando muy interesados los mecenas del espectáculo, y pretendiendo contar tras aquel famoso festival de la canción, con el contrato de su dedicación, y sus futuras actuaciones en la futura carrera del solista. 

Trataron de vincular con la discográfica, la edición de los futuros discos y maquetas. Comenzando desde ya en las salas de fiesta repartidas por la Europa latina y la inmensa Hispanoamérica.  

La repercusión y el eco que producía la voz de Niyl, era indescriptible y asertiva. Nada conocida.

Un descubrimiento casi irreal en la música moderna.

Con un acento precioso, que se precipitaba en una tonalidad afónica y ronca, análoga al estrépito masculino.

Una coloración llena de matices que interpretando cualquier melodía o canción dejaba en pausa, y sumido en un cielo glorioso a cualquiera que se detuviera en escucharla. 

Trasto convenció a la profesora a que fuera ella la que grabara los seis boleros que solicitaba aquella empresa musical y mandarlos a su departamento de audiciones, para ver cómo respondían los expertos de aquella firma.

Tras la negativa de Niyl por no querer mostrar su presencia al mundo, idearon que ella, cantaba y grababa y el mismísimo Trasto, ponía su físico y su belleza ante los seguidores. 

Todas las actuaciones llevarían séquito de voces, siendo ella, la propia Niyl desde uno de los micros, la que cantara y Trasto pusiera su encanto masculino, su baile y su cadencia persuasiva.

Al cabo de los años se enamoraron y han actuado juntos durante cinco lustros. Hasta que se le fundió la voz a la artística Niyl; cantando con voz regia y Trasto, con su pley back camuflado, como si fuera el vocalista, en un cuento jamás descubierto.

Ahora viven en Benidorm, componiendo para otros artistas.

 

 


 






autor: Emilio Moreno.

 

 

 

 

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