Leía el
ciudadano Mendoza, desde la butaca de su salón una noticia que publicaba el
lunes pasado el rotativo liberal, del Sol Guaraní, referente a una
desquiciada de su zona, que al seguir averiguando pudo comprobar que se trataba
de su cuñada Nicoleta. Aquella desquiciada y delirante embustera, hermana de su
esposa, que los traía con los efervescentes al pairo a todos los componentes de
la familia. Además con los santos bemoles, de ponerlos a todos a los pies de
los caballos, por haber pedido su puñetera vergüenza y el carajo sacado
desde hacía unos años.
Pronto don
Luis, llamó a su esposa, la dama Mariluz Boquín, hermana por parte de madre de
Nicoleta. Mostrándole la reseña surgida
en la prensa de la ciudad. Quedándose de nuevo patidifusos el matrimonio, por
la de veces, que les sacaba los colores ante sus amistades y conocidos.
— Otra vez
tenemos que dar la cara frente a las autoridades por la embustera de tu hermana.
Adujo don Luis a su esposa, que se
compadecía por tener en la familia semejante carga. Aterrorizada por las
consecuencias que le sobre vendrían a partir de aquella nueva patraña, y preguntándole
a su esposo con resignación.
—Qué es lo
que vamos a hacer con está jayuela. Se secó la humedad fría que le abordaba en
su frente, bajo su pelambre esperando la réplica ácida de Luis.
—No lo sé,
pero ya comienzo a estar hasta los gladiolos, ¡Que digo yo!, ¡Hasta el
tallo cilíndrico de la cebollana! Y ni siquiera te digo que hables de nuevo
con ella, porque es zorritonta, y no se entera. Siguió argumentando, muy resentido,
dirigiéndose a su consorte.
— Tú te
enfadas cuando te lo digo—argumentó Luis—, pero creo que le falta una ebullición
de ciento veinte grados. No crees lo que muchas veces comento y lo repito esperando
no te enfades. Mariluz, reprochó ese comentario aduciendo.
—Aunque lo
sabemos, que en no todas, pero en muchas familias existen contrariedades. A
nosotros nos ha tocado el guijarro con la prendita de Nicoleta. Tendremos que
aguantar, es mi hermana. Aunque demuestre que no quiere a nadie.
Los Mendoza,
son una familia dentro de lo que hoy se considera como “normal”. Tirando a
modernos. Van bastante a lo suyo, aunque la verdad, les duelen los líos y los
enredos que se provocan desde el propio linaje.
La esposa
de Luis, Mariluz, en detrimento y como queriendo quitar algo de hierro al
asunto le comentó con disgusto a su marido.
—La pega
que tienes querido Luis. Es que a Nicoleta, no la puedes soportar. Ya sabemos como
es, pero a mi me da pena.
El esposo
aguantando a sus caballos salvajes dentro de un decoro le significó, no sin
razón.
— Nos lleva
siempre de boca en boca, con todos los que conocemos, provocándonos desencantos.
Que jamás se resuelven del todo. — y añadió don Luis, con sorna.
— Creo que viene
dado, por la peor enfermedad. La que sin duda padece. Su adicción a las aguas fogosas
y con misterio, y sin quererte ofender. Ni hacer leña de su lacra. Súmales a
los defectos, sus celos, envidias, los embustes, y los líos que se dedica a
expandir. Haciendo daño a sus cercanos. Teniendo que soportar las secuelas, padres,
hermanos cuñados, y demás parentela.
— Qué familia
carece de un soplón. — dijo Mariluz y matizó aún más. — Un desconfiado, un
impostor, o un perjuro. Hay pocas que se libren. Aunque la verdad, algunas se
salvan. Mariluz, finalizó su argumento, dejando el matiz y la palabra en boca
de su esposo.
—Albricias;
a todos los que tienen esa suerte. — dijo Luis. — Por deleitarse con ese placer
y librarse de esta compunción. ¡Benditos sean, los que soportan a los irritantes
de lejos!
Luis siguió
leyendo la plana del Sol Guaraní a Mariluz, para dar fin a la reseña, y
concluir con la conversación. Además de tomar cartas en el asunto y personarse
en la Comisaría para dar la cara por ella.
Noticias de
última hora:
Nicoleta ha
sido detenida por la guardia federal de la república, para ser interrogada al
levantar sin pruebas, ni evidencias, un bulo a Nerea del Consuelo.
Una conocida
y amiga, que vive en el mismo edificio que ella. Justo en la puerta de la
izquierda de su apartamento. Acusando a la vecina, cómo lo hacen las cobardes,
por la espalda, sin escrúpulos y con nocturnidad. Sin que ella estuviera al
corriente de sus acotaciones, ni tan siquiera sospechara la denuncia efectuada
en la Delegación del Amparo Nacional.
Acusación
patibularia, sin evidencias ni certezas. Tan solo basada en comentarios malignos
derivados de una discusión de celos, por un conocido que por lo visto prefirió
a Nerea y dejó sin atención a la ínclita Nicoleta.
El rotativo
daba amplia información sobre el tema, que caló de lleno en la ciudad, al ser
muy conocidos el apellido mencionado. Luis, continuó releyendo la amplia información
que daba el diario matinal.
La denunciante
pertenece a la familia de los Mendoza. Nicoleta, es hermana de la mamá de todos
ellos, y tiene una falta que sobresale de las muchas que atesora. Informaba el
rotativo, gracias a las declaraciones de Marinela, testigo que presentó el
abogado de la acusada Nerea del Consuelo, y seguía informando el prestigioso
Sol.
La buena
mujer disfruta sembrando mierda, entre algunos de los componentes de la saga. Los
afectados incluso han comentado, que le falta un hervor, otros significan que
padece de una enfermedad grave, que la lleva sin que lo note, a disparar balas
engañosas entre sus propios hermanos. El resto significa que le sobreviene
desde el origen, al carecer de alguna encima necesaria para vivir entre las
gentes coherentes. Perjudicándolas por acrecentar hechos inexistentes.
La mayor
vileza que posee es la falsedad intrigante. Nicoleta escucha y observa
fijamente, quedándose y guardando detalles, que igual son insignificantes, y
que ella en su psiquis utiliza para formar relatos impensables.
La familia
la conoce, y se lleva sumo cuidado en hablar delante de ella, asuntos delicados
que puedan traspasar las paredes, y que lleguen a terceros modificados a su
albedrío.
Se dedica a
llevar los trapos sucios, los dimes y diretes que pueden hacer temblar
los cimientos familiares. Cambia sus informes médicos, escondiendo lo que cree
su familia padece. Embustes convulsivos. Cambiando verdades por errores o
mentiras, vertiéndolas entre los componentes y cuando se ve descubierta, se
excusa falta de toda culpa.
Remodela opiniones
verdaderas por falacias agregando sus críticas. Noticias falsas desde una parte
de la familia a otra. Atacando siempre a los que no están presentes y montando
unas historias, que tan solo caben en su loca cabeza.
Es una
persona toxica, balbuciente e impostora. Creando unos pilfostios que son
de cuidado.
Así nos ha
explicado—reseña el corresponsal del Guaraní— Marianela Domitos, la
asistenta de la familia, que la viene soportando desde hace treinta años.
Autor Emilio Moreno
septiembre 2024,
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