No se arrugó demasiado,
Elías atreviéndose a surcar los mares, evitando ser capturado por la justicia.
Buscaba el asentamiento más alejado posible. Instalarse en el lugar más seguro
y apartado, para rehacer una nueva vida.
La forma más sencilla en
fugarse de Cádiz, era por vía marítima. Tampoco tenía opciones de poder escoger
entre preferencias. Así lo dispuso y quedó presto para alcanzar el primer vapor
procedente de Southampton, en el Reino Unido.
El primer navío que se puso a tiro, ya que
recalaba en la ciudad, para carga de mercaderías y desembarco de pasaje.
Fondeando en pocas fechas, sin dilatar el izado de sus anclas, para continuar
de nuevo el rumbo hacia las islas del sol naciente.
Embarcaría, desde Cádiz
hacia Las Borneo. Un original enclave, repoblado por una gran masa de colonos
de todos lados. Donde difícilmente no pudiera hacerse entender.
Empleándose a bordo.
Esperando no ser descubierto por algunos de los gañanes, que hacían lo mismo
que él. Desertando de los tiempos pasados, y olvidando a poder ser, fechorías
cometidas sin peaje. Buscando otra savia y queriendo encontrar un camino que le
eximiera de temporadas pretéritas. Dejando atrás las trastadas acumuladas en su
lugar de procedencia.
Los armadores y
responsables de la contratación, solo miraban que no fueran tullidos,
incompetentes y enfermos, para poder ser jornaleros en la travesía.
El resto no importaba. Ni
la moral, ni el credo, ni siquiera las tendencias sexuales de los fletados. La
naviera, solo quería zarpar con la carga hacia los puertos de destino y cumplir
con lo estipulado, sin atender ni compadecerse de nadie.
Elías Morelo Rebollo, era
hijo de José Francisco Morelo y de Doña Salvadora Rebollo. Un topógrafo
dependiente de las dársenas de Cádiz, y una bibliotecaria en excedencia de la
capital de la provincia.
Aquel matrimonio, dio a
luz a un único hijo, nacido en el otoño del año 1859, que ahora huía poniendo
los pies en polvorosa. Donde todos los indicios le apuntaban a él; como autor
de los hechos.
Huido en el bajel
procedente de Southampton, que partió hacia el continente asiático, una vez
acabada la escala en el puerto Gaditano.
Elías entonces contaba
con veintinueve años de edad, unas alforjas vacías y una salud de hierro. Se
enroló en la travesía, como vulgar bastidor. Estibando fardos y mercancías para
poder pagarse el viaje hacia Borneo. Camuflándose otra vez de la justicia que
le perseguía de cerca y pasar desapercibido momentáneamente.
Morelos era un hombre no
demasiado fornido, pero si muy inteligente y audaz, debido a la preparación que
tuvo de joven, gracias a la posición de sus padres que le permitieron cursar
estudios superiores, aunque jamás llegó a concluirlos.
En Palangka, se buscó la
vida, como armador de una flotilla de falúas de pesca de mediano y gran calado,
que hacía funcionar gracias a los indígenas de la isla. Pagándoles tarde, mal e
insuficiente. Hasta que conoció a Don Mauricio de Baloto y Estepona. Un
afincado diplomático allegado al plenipotenciario español en Tailandia. El cual
desarrollaba negocios nada honrados, pero muy rentables para el propio
embajador, y para sus devengos. Que a la postre dio empleo a Elías. Con poderes
de ejecución, hasta que este: pudo descapitalizar el negocio a base de timos y
fraudes. Arruinar a Don Macario, desbastar la carrera del político y hacerse
dueño y señor de toda la trama del contrabando y del trato de blancas, entre
Borneo y España.
Elías Morelo Rebollo, con
sus gracias, su impronta, su físico y el tiempo, primero sedujo y luego
contrajo matrimonio con la señorita Matilde Mojica Lledó.
Hija de Mariano Mojica y
Trinidad Lledó, naturales ambos de Orihuela en España. Que llevaban unas
décadas afincados en la lejana zona filipina de Cavite.
Propietarios de
plantaciones de caña de azúcar, cocoteros y de inmensos arrozales. Gente venida
a más, gracias a negocios difíciles de catalogar.
El matrimonio entre Elías
y Ana Matilde, se estableció en Borneo, y además de generar expectativas, en
aquella sociedad tan limitada, engendró a siete hijos.
Elías, Aurelio, Luciana,
Buenaventura, Francisco, Carmen y Matilde.
Siendo Elías Morelo
Mojica, el primogénito y un dechado de cultura que no se distinguía más que por
su silencio sepulcral, su sagacidad y arrogancia.
Escondiendo desde mucho
tiempo atrás, detalles heredados de su padre, y de su urdimbre genética. A
finales de aquella época sus dotes lo dejaban a la altura de un humano
extraordinario, siendo impensable admitirlo, sabiendo de la saga de la que
provenía
Ana Matilde y su esposo,
en su momento hicieron volver a la mayoría de sus hijos hacia el origen, a
cursar estudios. Con el fin de darles además de modales, esa experiencia y
tranquilidad que se nota cuando eres un ser experimentado. Aunque, la no presencia
de sus criaturas, y su propio egocentrismo por la presunción, hizo regresar al
matrimonio, con la tranquilidad de tener el futuro enmendado.
Al regreso de las Borneo,
todos los hijos reciben instrucción y tan solo algunos, siguen adelante con las
culturas. El mayor, el super dotado Elías, que cursa estudios de geógrafo y se
licencia en filosofía y humanidades. Carrera que antaño hacía las veces del
actual periodismo, se coloca con el tiempo de corresponsal de guerra en la
Comandancia de Marina, y enviado a la ciudad portuaria de Cartagena.
Buenaventura, la dichosa
y amorosa sagita de la casa. Es la que une y ejerce de consejera de aquellos
hermanos y el estandarte de la cordura entre ellos, que cursa magisterio.
Francisco, el más vital y
engreído, se matricula en la escuela Naval Militar y consigue ser jalonado y
laureado con el tiempo. Llegando a mostrar galones de capitán de fragata de la
Armada Española.
El resto de los hermanos
no acaban de adaptarse a la España de principios del siglo XX y regresan a
Borneo, procurando hallar el momento adecuado, y la coyuntura, para retornar al
continente amarillo. Donde seguirán cooperando en las actividades comerciales
junto a los responsables que dejaron sus padres, para conservación de los
negocios.
Reactivando si cabe, en
la capital de Borneo, la entonces ciudad de Palangka, los mercados que
mantenían,
Motivos convulsos
políticos habían conseguido deflactar el mercado, con desórdenes en todas las
posesiones españolas, que por cercanía tropezaban con Borneo. Perdiendo un
tanto el control y el poder del espíritu empresarial.
En aquellos años de
incertidumbre tan temblorosos que se sucedieron, por cobardías y maniobras
erróneas del propio Gobierno de la Nación, les llevaron a la familia a tomar
decisiones erróneas que acabaron con su bienestar.
Mientras España iba
perdiendo parte de las tierras, regiones, colonias, pueblos y negocios, tanto
en la américa hispana como en la franja oriental asiática. Lo desperdiciaron
todo, por las revueltas de los indígenas, la corrupción política que existía y de
los piratas ingleses que tuvieron mucho que ver.
El primogénito de la
saga, una vez bien establecido, se instaló entre Murcia y Alicante, recalando
en Orihuela, que era la tierra de procedencia de sus abuelos maternos.
Averiguando detalles
históricos familiares y empresariales. Estando muy interesado por la historia
que le precedió.
Descubriendo el motivo
del porqué su padre Elías Morelo Rebollo, salió huyendo de Cádiz, perseguido
por la ley, siendo un relumbrante marino de vocación y aclarar sin conseguirlo,
aquella decisión que le llevó a delinquir al dedicarse a la trata de blancas,
al estraperlo y a la piratería.
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