Siendo día de castañas
boniatos y disfraces,
quiero expresar mi
relato
para todos los
audaces
confundiendo su
retrato,
disimulando
patrañas,
como ellos son
capaces.
Es una fiesta
importada
desde fuera de los
mares,
que ha recalado con
fuerza
entre adultos y
juglares.
Convirtiéndose la
noche
en un baile de
sabores
que apapuchan con
temblores,
por el terror y el
derroche.
Jamás nunca
enloquecí
con parecer otra
cosa,
igual un día me dé
siendo la Pantera
Rosa.
Para reírme de mi
entre castañas y
dulces
y ese café con anís
por elipsir que
seduce
En el transporte
subí
y el conductor era
un muerto,
que disfrazado de
chofer
quería venderme un
huerto.
Un billete le pedí
y me contestó
despierto,
en su boca y su
nariz
llevaba escrito mi verso.
El descote de la
dama
parecía muy, muy
real,
facturaba
implantaciones,
y observadas no eran
tal.
Un tanto
provocativas
pero eso ya me da
igual.
Absorto yo me fijé,
a la vez que ella,
reía,
porque me miró la
cara
y esta no se lo
creía.
Me dijo provocativa
que equivocado
sentía,
yo ni soy la
margarita,
ni esta figura es la
mía.
Se trataba de
Facundo
y vendía fantasías.
Divisé a un policía
que le daba al
manzanillo,
cuando quiso
percibir,
por mi disfraz
amarillo,
escuchó mi verborrea
y tiñó los
calzoncillos,
por la risa que
notó,
en mi charla y
seborrea,
y en mi disfraz
observó.
"Porque sea
como sea"
El disfraz lo llevo
puesto,
Aunque no sea
verbena.
¡Viva el Halloween español!
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