Lo
recuerdo tan bien. ¡Va en mi memoria!
Fue
algo inenarrable, que me llevo,
lo
gocé con su luz y lo renuevo
cada
día, con gracia disuasoria.
Evocarlo
es sencillo, ¡Vanagloria!,
y
aunque todo se borra por relevo,
al
despertarlo, casi me sublevo.
Retornando
al capricho de mi euforia.
Volvería
a vivir aquel instante,
y
por Dios juro, que lo detendría
disfrutándolo
de forma incesante.
No
descubriré mi voz que chirría,
sin
ruido, por ti. Con lloro cesante.
Sobrellevando
la melancolía.
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