Profesión,
esfuerzo y trabajo desde hacía tantísimos años. El modo de ganarse el pan, en
todos y cada uno de aquellos técnicos que se preocupaban y ocupaban tantas
veces, por la buena marcha de la compañía. Con sus prisas y temores, porque la
cifra de ventas no llegaba a lo establecido o porque, sus objetivos no se
cumplían como debieran para mantener sus propios emolumentos.
Empresa que, como
tal, ya ni existía, después de mil fusiones, y convenios entre negocios desde
las altas esferas. Gobernadas por magnates agresivos y poco humanos que el
destino puso en sus caminos teniendo que soportar sus caprichos, sin ser a
menudo, de su gusto.
El agresivo Covid
maldito les había cortado la usanza, de encontrarse como antaño, por lo menos
una vez al mes. Desde que les llegó la jubilación.
Venida la fecha
de más o menos normalidad, volvieron a reunirse. Al aire libre, sin mascarilla,
en la terraza del restaurante adecuado, por aquello de no respirar las toxinas
de cada cual.
Alegría inusitada
en más de una de sus facciones, sin dejar los mil problemas personales de cada
individuo y penas graves de muchos. Imaginadas de forma suave y prudente para
evitar quizás, las lágrimas, cuando menos.
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