Me contaron una tarde,
un relato muy
angosto
de una
dama despistada,
acontecido en agosto.
Cuando el calor no
angustiaba
y el
sol le mimaba el rostro.
Sobrevenido hace
tiempo,
y con
ruido bociangosto
por mujer
imaginada,
con
dulce voz y por
rostro.
Atraía y desnudaba,
al gran
señor del Congosto.
Un
pecho, ella le
mostraba
por
afición y regosto,
al conde
que ella embaucaba
para
atraer ese
mosto,
y así
ser muy agraciada
seduciéndolo
sin costo.
El relato no fue corto,
solo un cuento embarazoso,
más que fábula teatro
con efecto caluroso,
en el mes de los augustos
que aquí dejo presuroso.
No se quedó embarazada,
infecunda por mentiras
ya que el Duque no sacaba
la sardina entre cortinas,
porque su arenque partía
en ropa interior muy fina
Ella quedó evaporada
apreciando muchos yuyos,
y su vientre no crecía
por ser un misterio suyo,
y carecer de semillas,
de la mixtura del buyo.
Siendo embarazo muy falso
entre la pareja noble,
que ninguno de los dos,
ni el ilustrado y la dama,
fueron fraguados sin molde,
por su fábula con drama,
entre castaños y robles.
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