lunes, 1 de agosto de 2022

Y su vientre no crecía.

 



Me contaron una tarde,

un relato muy angosto

de una dama despistada,

acontecido en agosto.

Cuando el calor no angustiaba

y el sol le mimaba el rostro.

 

Sobrevenido hace tiempo,

y con ruido bociangosto

por mujer imaginada,

con dulce voz y por rostro.

Atraía y desnudaba,

al gran señor del Congosto.

 

Un pecho, ella le mostraba

por afición y regosto,

al conde que ella embaucaba

para atraer ese mosto,

y así ser muy agraciada

seduciéndolo sin costo.

 

El relato no fue corto,

solo un cuento embarazoso,

más que fábula teatro

con efecto caluroso,

en el mes de los augustos

que aquí dejo presuroso.

 

No se quedó embarazada,

infecunda por mentiras

ya que el Duque no sacaba

la sardina entre cortinas,

porque su arenque partía

en ropa interior muy fina

 

Ella quedó evaporada

apreciando muchos yuyos,

y su vientre no crecía

por ser un misterio suyo,

y carecer de semillas,

de la mixtura del buyo.

 

Siendo embarazo muy falso

entre la pareja noble,

que ninguno de los dos,

ni el ilustrado y la dama,

fueron fraguados sin molde,

por su fábula con drama,

entre castaños y robles.







 



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