domingo, 14 de agosto de 2022

Todos salvos.












Buscando una sombra plena,

topé con tu gran sonrisa,

que provocaba la brisa,

con su calor y condena.

 

El quejarme me serena

y me concede la risa.

Me mantiene en la cornisa,

del sudor que me envenena.

 

 

Advirtiendo, el gran cambio que nos viene,

y llegando, con los recursos tarde.

Nos enfrentamos, a un clima que arde,

y que difícil, se aguanta y sostiene.

 

No llueve, el monte quema, quien previene,

esta fatalidad con el alarde,

del payaso que, sin ser un cobarde,

avisaba, del gran y atroz estrene.

 

 

Y esas mentes que presumen

desde el dólar afincadas,

prevenían confiadas

que no sería, en resumen,

tan rápidas sus cagadas.

 

En sus cuentas programadas,

que mandando su lactumen

a las nubes inflamadas,

que repelían sus hadas

frenasen tanto volumen.

 

El quejarme tranquiliza,

considerando la prisa,

cuida mi mente precisa

y al sudor lo neutraliza.

 

En cien años todos calvos,

si no hay alguien que lo evita,

para esta fiebre, y levita

con cordura y todos salvos. 








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