Un día también fui un chavalillo,
un crío sin vergüenza y con razones.
Criado en la calle de los corazones,
Con la alegría de ser un buen pillo.
Regocijo vital, con desternillo,
El mejor humor en mis conclusiones,
y, riéndome; de tantas impresiones.
Por certeras, glosaron al chiquillo.
Crecí y envejecí como el buen vino,
a veces dudo de haber sido páramo,
cruzando el pedregal, del propio sino.
Luchando por mil dudas de kilógramo
Brincando a cada paso por ser fino.
Muriendo por el colmo de un milígramo
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