miércoles, 27 de marzo de 2019

capitulo seis: Sutiles asesinas -

capitulo seis: Sutiles asesinas
Historia : Cuarentena entre Timadores
capitulo anterior: Levando anclas desde Cartagena
publicado el : 21 de marzo de 2019





El tema de infraestructura de la primera Nave, parecía que más o menos estaba dispuesto teniendo en cuenta los pormenores que pudieran surgir de última hora, o por algún cambio de órdenes superiores.

Por lo que en la segunda embarcación, que además era bastante más grande que la primera, viajaba el grueso de todos los materiales que se transportaban de camino a la India.

Así como los medicamentos y potingues ya conocidos en la España del tiempo, haciendo todas y cada una de las escalas y paradas convenidas, en los diversos puertos de mar de las ciudades costeras y marítimas que estaban dentro del recorrido de la expedición.

Con avituallamiento, acopio y suministro del transporte en cada uno de los lugares convenidos y además de la reposición de agua, y comida fresca para la travesía.
Todas las mercaderías iban debidamente señaladas para poderlas transbordar en la dársena correspondiente.

Aprovechando ese magnifico viaje se llevaban los materiales y alimentos de esta parte del mundo al otro. Del meridiano de Greenwich hasta los confines del mar del Japón.

Cuadras equinas magnificas, con yeguas ya preñadas con sus respectivos machos y caballos de acarreo. Docenas de borricos y mulos españoles procedentes del sur de la península. Los famosos rucios de la Mancha, rocinantes semejantes al llevado por Sancho, en sus tropelías con aquel famoso Quijote.

Ejemplares bravos, caballos árabes de procedencia Andaluza, con toda su enjundia, potencia y belleza. Jaulas de gallinas y pollos, patos, conejos y corderos. Contando con el establo de vacas lácteas autóctonas y de toros bravíos con la idea de crear descendencia, sin olvidar el concurso de los tantos bueyes mansos para la labranza de aquellas duras tierras.

Depósitos de arcilla para agua y redes de pesca, aparejos de labranza, semillas y piezas para el montaje de molinos. Azúcar procedente de las Antillas y la caña de azúcar en semilla, para el trasplante en otras latitudes.
El pasaje de personal femenino voluntario que llevaría la Dulce, serían las cuatro docenas de internas del Hospicio de San Joshué. En total cuarenta y ocho mujeres de diferentes calañas, de las cuales habían aislado como en la nave nodriza, a las más peligrosas.

En este caso se apartaron a doce mujeres, que eran las catalogadas de sutiles asesinas, violentas, pendencieras, infrahumanas, adúlteras y malhechoras.
Este conjunto de chicas del hospicio, estaba comprendido por féminas de edades comprendidas entre 16 y 20 años de edad, que habían sido castigadas a cumplir reclusión menor por motivos diferentes.

Por asesinato siete hembras menores, en los casos de homicidios cinco internas, que eran a las que se les había colocado en régimen especial de viaje, para mantenerlas mas o menos alejadas del resto de sus compañeras y de los demás pasajeros.

Demasiados motivos no necesitaban estas damas negras, para empuñar un cuchillo, o una hoja de lata y rebanarle el cuello al primer primo que se les acercara, con o sin motivo de dañar.

En ese mismo bergante iban la media docena de monjas libertas. Recogidas de las diferentes abadías del país y eran todas ellas religiosas arrepentidas que deseaban volver a la vida de sus pueblos y ciudades, más bien por decepciones sufridas en los distintos cenobios donde habían estado recluidas. 

Seis esposas de Cristo, se habían divorciado de su consorte imaginario, al que habían abandonado, quizás porque no las atendía debidamente, retornándole los votos y juramentos adquiridos por la iglesia, sin despecho ni rencores.

Viajaban a las Indias a comenzar una nueva vida. Ocultando su procedencia devota. Estas mujeres ya estaban marcadas y no podían volver a sus pueblos y ciudades. Serían desahuciadas por la propia familia, además de acarrearles a ellos mismos la desgracia suprema.

Intentarían ellas mismas, como pudieran el montar sus familias y hacerse con parte de la felicidad que Dios les denegó y que a base de distintos argumentos, decepciones y violencias, perdieron la devoción.


























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