El
color de tu voz en la distancia
es
igual que el olor a nubes blancas,
al
sonido de las caldas estancas,
al
efecto de luz en su fragancia.
Hoy
pude percibir tu resonancia,
el
tono de tu deje sin chiquichancas,
la
suavidad de tu jerga y retrancas.
Con
señales lejanas de ignorancia.
Y
me pareció que estabas tan cerca,
que
pudieras tocarme en el momento
y
tuve miedo de tu ronca y terca
fatalidad;
de tu voz y el sustento,
para
recuperar lo que me acercas.
El
candil de la gran pena que siento.
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