Eres
el hombre al que más mimo y quiero.
El
hijo que me quita y trae desvelos,
aquel
niño que no hace tantos cielos
se
aferraba a mis manos y a mi fuero.
Dejándose
llevar con verdadero
gusto
por el regaño, sin canguelos.
Distancia
entre instrucción y falsos celos.
Obedeciendo
como eres, ¡Sincero!
Cumples
hoy otro más, ¡Te felicito!
Nada
ha cambiado. Te sigo queriendo,
mimando
y sobre todo aquí explicito.
Un
orgullo mayor, sigo sintiendo,
ese
ardor de hijo a padre; quedó inscrito
porque
igual me hago viejo y ya, voy yendo.
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