En el día de hoy ha tenido lugar la Comida de Navidad, entre los compañeros que anualmente nos juntamos para celebrar en una nutriente, todo el transcurso del año.
Allí
en ese lugar paradisíaco, nos reunimos una vez al año, para
departir, comentar y analizar aquellos tiempos en los que por
obligación nos encontrábamos para desarrollar nuestra labor
profesional.
Entonces, ya nos llevábamos bien y ese germen fue creciendo a lo largo de los tiempos para llegar a celebrar esta comida navideña, que tanto la disfrutamos y tanto nos comporta.
Uno de los comensales, el que más pronto había llegado al lugar del encuentro, se quedó traspuesto, medio dormido esperando a que llegasen el resto de compañeros y de repente quedó trasvasado—soñando algo inesperado.
—De los tres magos que llegaron a la frontera el más moreno, Baltasar llevaba la Mirra la que confundieron aquellos febriles funcionarios, por unos alucinógenos prohibitivos para la población, con lo que quisieron retener en las aduanas sin dejarle pasar, hasta que no aclarara la procedencia y el motivo por el cual quería atravesar aquella linde.
El mas rubicundo de los Reyes—Gaspar me dijeron se llamaba—Tampoco iba de brazos cruzados, parece ser que llevaba incienso y el compañero del turno de comprobación. Aquel agente pasado de peso y de paso muy desconfiado en lo referente a los pasajeros que intentaban cruzar aquel término, tampoco vio clara la situación y confundió aquel sándalo en soporíferas hierbas que igual mezcladas con sal y arroz, les servía a los clientes que pretendían traspasar la línea en diversión especial.
El
más abuelo de sus Majestades, el que peinaba canas, tenía el
cabello níveo, llamado Melchor, es el que llevaba el oro—O sea, el
cajero de todos ellos—y claro, no viendo clara la ejecución de
aquellos tres individuos, que a la postre se auto proclamaban reyes
de Oriente, dejaron muy confundidos a los tres funcionarios de
aduanas.—Los sueños dicen que
así son—y en su desconexión intentó
comprender mi compañero, como es que aquellos vigilantes quisieron
hacer un trueque con sus Majestades.
Al
rey Melchor, quisieron cambiarle aquella carga del mineral de oro,
por garbanzos secos, sin darle mejor explicación. Requisándole el oro, para quedárselo en custodia y posiblemente hacerlo desaparecer entre tanta tontería.
Al
rey Gaspar que llevaba el incienso y no sabían de que se trataba. No conocían las Escrituras, lo
quisieron camuflar quedándose ellos con las magnificas hierbas
soporíferas para su consumo y a cambio se las trucaban con unas
raíces de espicanardo, que en realidad son espigas de nardo para que
ellos las regalaran en lugar de lo que portaban en sus camellos.
Como
es natural en estos sueños de tanta enjundia, desde el cielo uno de
los encargados del tráfico terrenal, un tal Arcángel Gabriel,
estaba presenciando por el canal directo de la televisión celestial
los acontecimientos que se estaban retransmitiendo en directo, desde
aquel campo frontera y antes de que pasara nada de lo que se tuvieran
que arrepentir aquellos empleados de la Hacienda Nacional, le mandó
un efluvio magnánimo y despertó de forma repentina a nuestro
compañero. El que se había dormido esperando a los demás. Con un jalear en su ensoñación bastante agresivo.
Allí se encontró a todas las personas que a medida iban llegando para la gran comida de la Navidad. Los iba saludando ¿Quienes eran? Se preguntaba desorientado, después de aquel presagio.
Pues
camaradas y amigos y algún que otro compañero de acompañante. En
fin que todo el que se quiere sumar a la comida es bienvenido.
Una
vez todo el mundo entró en el salón comedor y todos estuvieron
acomodados alrededor de una mesa para muchos, se repartieron las
cartas de la comida y nadie puso atención a lo que íbamos a comer.
Excepto el amigo del sueño, que observó que de primero pondrían
garbanzos a la Robespier, regados con una salsa de néctar de jóvenes
nardos coloreados de una salsa de calabaza, que le daban el toque de oro. Aquel
oro que fue cambiado por los garbanzos.
Ahí no acabo la cosa, de segundo iba inserto en la nota para servirnos, un pescado oriental llamado Reina Maga, tamizado con esencia de naranja, una entraña salsa rojiza como la mirra.
Una
de las sustancias mas antiguas que se conocen. Esa Mirra que le regalaron al niño. Siendo un
elemento de la tierra, que le producen al pescado el aroma y el sabor
de los mares del Norte, algo que a su vez representa según las
creencias religiosas de aquellos tiempos como “el inconsciente
colectivo de los pueblos” o sea una comida acorde con lo que le
habían apuntado en el sueño.
Sin olvidar el postre, que iban a servir naranja con miel, que ya había sido apuntado dentro de las exquisiteces.
Se
levantó de la silla que ocupaba y dijo solemne: Feliz Navidad os
deseo a todos, incluido tú que me estás leyendo y ya te imaginas como finalizó aquel sueño
Feliz Navidad a todos
y próspero 2019
Emilio Moreno
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