El
curso de mi río da energía,
lo
mismo digo del frondoso olivo.
Son
mis dos acicates, mi motivo
los
dos conservo en toda cercanía.
El
recuerdo del río me absorbía,
desbordándome,
mero y posesivo.
El
olivo más serio asiente divo.
Aguardando
el final y sin manía.
Ambos
tienen virtud, quitan sed y hambre.
El
curso baja pérfido y no engaña
la
olivera demora el color fiambre
A
mi río le llaman Matarraña
mi
olivo espera mis restos, mi cumbre
en
su calvario de sangre que empaña
0 comentarios:
Publicar un comentario