Siento
en mi carne la tuya,
entre
tus labios los míos
junto
a tu cuerpo sombrío.
¡Esa
tu verdad! ¡que fluya!
Tu
luz la de siempre, arrulla.
Con
mi sangre forman ríos
y
nos relumbran los cirios,
para
que no te destruya.
El
grito se giró en puya
entorpeciendo
mis bríos
y
rompiendo mis suplicios
por
esa culpa tan suya.
Quiero
y no puedo entenderte
yendo
por igual camino
eres
amor que ilumino
De
ahí el miedo a perderte.
Evita
el mostrarte inerte
por
tus efectos cansinos
sabes
que hay detalles finos
que
no los lleva tu suerte.
Siempre
poniendo razones
con
respuestas que intimidan
justificando,
lapidan
robando
mis pretensiones.
Aquí
van mis sensaciones
tan
juiciosas porque olvidan
y
desechan y desguindan
a
los faltos de pasiones.
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