jueves, 26 de octubre de 2017

Tras el riguroso luto



Volvía Edwin, hacia su casa, tras un día completo de emociones fuertes.
Una vez finalizada la exposición de Esmirna, sobre temas relativos al hallazgo de Irene.
En plaza de España, subió al ferrocarril de la Linea 8. El Carrilet del Baix, y de repente una vez estuvo sentado en su asiento del tercer convoy, esperando partir hacia su destino.

Le sobrevino otro de aquellos azotes espirituales, recorriéndole de abajo arriba todo el espinazo.

Con mensaje de ultratumba, por lo menos. Creyendo ciertamente que esas reacciones intempestivas, que recalaban en su cerebro, se las enviaba alguien que tenía interés en que, se volvieran a recordar algunos de los acaecidos, que habían quedado sin alambicar a lo largo de los años.

Relatados en la niñez temprana por su abuela Xarme. Que como costumbre, solía explicarle, a modo de fábula o quizás para mantenerlo entretenido, toda una serie de verdades en cadena, que quedaron troqueladas en el hipotálamo del nieto.
Correspondiendo ésta precisamente, a una de las leyendas, argüidas con más rigor y que más padecimiento le generó a Edwin, cuando se la exponían.
Siendo el momento preciso y doloroso en que Xarme, se quedaba huérfana de madre.

Mantuvo el donaire muy silencioso. Casi patidifuso controló su respirar, sobrecogido y aterrado por aquella sugestión. Con el occipital apoyado en el cristal de una de las ventanas del vagón donde iba acomodado.
Entornó sus ojos evitando su presión ambiental, más por intento de inhibición que por evadir los recuerdos.
Llegando al punto de la ofuscación.

__(( Una vez muerta Doña Concha, les llegó el luto. En aquel tiempo, no era cosa pequeña, la tradición marcaba el registro a seguir y cómo.
Cada familia había adaptado y aceptado la penitencia impuesta y se daba por bueno hasta que llegaba al plazo marcado.
Dos años vestidos de riguroso negro o morado, sin escuchar ni una nota de música, sin risas, sin apenas notar el amanecer, ni agradecer a la naturaleza percutir un día más.
Prohibido totalmente salir de paseo, perfumarse para notarse atractivas. Evitar las alegrías, orillar los pálpitos agradables, esquivar pensares eróticos y menos practicarlos en ningún modo.
Encerradas alrededor de la mesa camilla. Lo único que se permitía era, punto de media, ganchillo, suspiros delimitados e, ir a rezar a la capilla de la iglesia. Estar a menudo con Dios.
Con los curas, haciendo labores de voluntariado, y negando a la vida aquello que la naturaleza, y el propio cuerpo pedían a “gritos pelaos”,
Se volvieron de color sepia los días, eternas las horas, interminables las quejas personales.
El negocio de pieles y tejidos de exportación. Así como la agencia de transportes, que dirigía doña Concha, fue traspasada por Saturio, a un primo de los descendientes de la saga de los Puig, que eran familia de su viuda.
Los cuales llegaron a Arnedillo. Unos para tomar las riendas del floreciente mercado que poseían. Otros para aprender y montar una sucursal. Otra agencia en la propia Zaragoza, para que de esa forma y, a la par, energizar y ampliar el ámbito de comercio, que desde hacía unos años funcionaba a pedir de boca.
Constancia, no cuajaba con las disposiciones del padre y regañaba con Xarme, por la mano izquierda y lealtad que poseía con el viejo.
Por no enfrentarle razones, como lo hacía ella, a la mínima ocasión.
Con lo que buscaba la oportunidad de fugarse en cuanto le fuera posible, con uno de aquellos primos que había recalado en Arnedillo de forma temporal para aprender los manejos de la tienda, transportes y compromiso con las grandes cuentas de los clientes.
Rutas de comercio y demás entresijos, para llevar el negocio con garantías y poder implantarlo en la capital del Ebro, intentando conseguir, que desde allí funcionara tan fácil, como en la provincia de Logroño.
Malvina, era la que menos problemas le daba a Don Saturio, se limitaba a ir a escuela y jugar con sus amigos en la plaza y en las callejas de la villa. Estaba en edad adolescente, e iniciaba su predilección por los hombres bien dotados de músculo y de bolsillo.
El tiempo iba transcurriendo en aquella Rioja preciosa, verde y próspera que se dejaba enamorar por los habitantes de la zona, que la respetaban y resguardaban.
Don Saturio pasados los años no había cambiado absolutamente nada. Seguía siendo tan cruel, avispado e inteligente como lo había sido siempre. Procurando que se hiciera siempre aquello que a él le venia en gana. Visitando a sus pacientes, regentando la farmacia, peluquería y dando consejos a todo el mundo.
Dolores Zurita, había quedado como segunda ama de llaves, siempre por debajo del control de Xarme, quien gobernaba aquella hacienda, controlaba a su padre y hermanas y llevaba la economía de la familia.
La señora Zurita viuda de Lacalle, se quedó en la hacienda, después que la familia Ruzin, le ofreciera marcharse con una dote, donde dispusiera y con quien quisiera.
Por mediación y consejo de Xarme, Saturio le había dado la libertad para elegir, lo que conviniera mejor, respetando su voluntad y su decisión. Con tal de perderla de vista.
Dolores en cambio, se quedó en la hacienda y en la villa, aduciendo que su vida estaba encerrada en aquellas fronteras y que no tenía lugar mejor para ir a morir.))


Una estación antes de llegar a su destino, se despertó súbitamente Edwin de su colapso ilusorio, medio atontado por la visión y totalmente desvencijado por el cansancio. Se armó de fuerza para proseguir el trecho que aun le faltaba para llegar a su casa y, desahogarse y descansar al lado de Eliana.











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