Aquellos
caballeros presentes en el despacho del señor Ruwi esperaban
inquietos.
La
prestigiosa
clase noble de la población, los “mandamáses”.
Hacedores y dueños del territorio comarcal.
Todos
estaban prisioneros por sus vicios y locuras, de los caprichos del
director del Casino y no se podían salir de madre, ni intentar poner
en tela de juicio, el cumplimiento de las sagradas leyes, cuando
ellos, todos; adolecían de esa condición.
El
primero que tomó la palabra fue el comandante del puesto, Don
Práxedes Hidalgo Recio, como representante del divino orden y jefe
de la policía local, para indicar que los términos de la muerte del
Broncas__. Se veían venir desde hacía meses, por su impronta y
desequilibrio emocional__ acabó carraspeando sin creerse lo que
había conseguido pronunciar aquel
orondo y despiadado gendarme,
para seguir adelante.
__
El respetable Don Saturio, se ha visto obligado a defenderse, en su
propiedad,
en su
casa, de los desmanes e insultos del excelso
difunto, al cual daremos cristiana sepultura, si el señor cura a
bien lo tiene.
Por
parte de la justicia, se abrirán aquellos recursos
y expedientes
que sean necesarios y exculpatorios del causante, de
la muerte súbita,
por
haber comprobado, que dio muerte a su amigo en defensa de su propia
vida.
El
guardia, aprovechando que su voz se había entonado algo y con la
confianza, que le daban aquellos meneos mezquinos
de
las
cabezas,
de todos los adláteres que le rodeaban, se atrevió a mentir
argumentando
detalles falsos, que beneficiaban indirectamente al boticario.
__
El señor Lacalle, últimamente, había sido llamado al orden, por su
mal traer y proceder con su señora esposa. A
la cual sometía y sodomizaba, según denuncia verbal,
de
ella misma. Añadiéndole
a
sus delitos otras
faltas por
su no, cumplimiento riguroso de la urbanidad, que se necesita para
poder deambular por nuestras calles y plazas. Omitiendo,
que el señor Lacalle, le había puesto una querella a su esposa Doña
Dolores Zurita de Valdemón,
por
la
causa de adulterio,
precisamente con el propio boticario, director del casino y causante
ahora,
de
la
muerte del
propio
esposo de la denunciada.
Añadiendo
a
la omisión y poca memoria del guardia sinvergüenza,
el
secreto
mantenido entre Segismundo y Don
Práxedes, el comisario.
No
declarar
tampoco, que
tan solo hacía tres días el difunto
del Broncas,
le
había prestado al señor guardia Don
Práxedes
Hidalgo, tres
mil duros en
billetes y monedas del Banco de España, a título de préstamo
personal,
para acotar algunos tropiezos y deudas contraídas con los naipes y
el mujerío en
el casino
y
en el prostíbulo.
Asunto
que pasó por alto. No
siendo de buen ver caso de airearlo,
si estos chismorreos llegaran a oídos de los intachables señores
del pueblo.
El
comprobar
que el jefe de los gendarmes, podía ser
censurado
por vicios execrables, como lo son: el de jugador y beodo compulsivo.
Albricias
para el sargento, que de facto quedaba exonerado en la deuda,
por imposibilidad de devolución
del capital prestado
y,
que habiendo
sido un empréstito
personal entre caballeros y sin testigos, nadie sabría
jamás de ese hecho.
<<
Disfrutó
para consigo, el
gendarme
con
mucha enjundia y alegría contenida >>__
para
seguir argumentando a los allí presentes.
__
Por
parte de la ley y la instrucción, se acaban las pesquisas del
desenlace
de la muerte súbita del que fuera en otro tiempo valiente y
arrojado, valeroso emprendedor en las tierras americanas. Haciéndole
los honores que le corresponden y significando que murió de la
practica legal de Duelo entre caballeros.
Nadie
respondió, todos miraban al suelo avergonzados, menos Don Saturio
que les observaba y cercenaba con aquellos ojos de gavilán, que los
amenazaba de forma ostensible. Dirigiéndose al Juez, por si debía
emprender inicios legales sobre el caso
__
Igual usted Don Rigoberto, quiere tomar la palabra y añadir a la
entraña de la cuestión, su veredicto, no es ¿verdad?__ finalizó
con un énfasis interrogatorio dirigido al magistrado, que supo
amilanar y proseguir como hombre de leyes y jurisprudente del reino.
__
La ley es clara al respecto__ dijo
el magistrado, tímidamente__,
en cuestiones de afrentas por “duelo” entre caballeros. Por lo
que se establece como ley, ya en desuso, del desafío consensuado
entre Don Saturio y Segismundo, dos caballeros no perseguidos por la
ley y, que uno de ellos, ha utilizado armas mortales sin ser un
procedimiento normal, como
el
abordaje claro sucedido.
Ya
que el oponente,
vulnerable, tuvo que acceder a las armas que tuvo a mano para
su defensa. De
acuerdo con las reglas explícitas en
evitar
su muerte
y, honrando
al
honor de cada cual.
No
siendo exactamente, una practica permitida, ya que un caballero de
las partes ha sido agredido desde su posición de no beligerancia,
mientras desarrollaba su trabajo en su despacho.
Así
declaro aquí ante ustedes y doy fe, que
en caso de haber existido
juicio__
si
tuviera vida el Broncas__,
hubiera sido acusado el
susodicho con
la pena de asesinato en primer y segundo grado.
Por
lo que se puede proceder a los actos religiosos y darle cristiana
sepultura, desde este mismo instante__ finalizó su dictamen el juez
Al
momento, don Martín el cura de la parroquia, preparó los primeros
auxilios eclesiásticos y con unos rezos anodinos, dieron paso a que
actuara de pro el enterrador Melquiades Larrazábal, que no se
quitaba de su cara la sonrisa, por
la falsedad a la que había asistido.
El
sepulturero con el muerto, eran casi de familia. Conociendo
de su amigo Lacalle, todos los entresijos y vericuetos que tenía
pendientes, así como aquellos presentes y ausentes, que le debían
dinero o favores.
Retiraron
del despacho al occiso, los empleados de Melquiades, se lo llevaron a
las instalaciones de la morgue, para situarle amortajado dentro del
féretro color madera, barnizado con ocres puros, para siempre jamás.
Se
quedó solo Saturio en aquel despacho, algo difuso rodeado por los
vademécum y tanto volumen de practicas medicinales, que
habitualmente manoseaba para el desarrollo de su labor profesional.
Después de haber agradecido a las autoridades de la villa, su amparo
y su comprensión y por la no acción judicial, que normalmente todos
estos casos raros, llevan de por si larguísimos años de
beligerantes confrontaciones con familias y acreedores, amigos y
demás.
Llamó
tañendo
la campana
de alerta, que tenía sobre la mesa, a un ayudante, para darle un
aviso de indicación urgente, cuando entró frente a él, la viuda
del
“Broncas”,
apartando al ayudante del boticario con cajas destempladas, que se
quedó al margen a verlas venir.
Dolores,
una antillana de pronóstico. Serena, altiva, y llameante, con dos
botones abiertos de la blusa para dejar penetrar la vista de terceros
sobre sus encajes pectorales y mostrar que clase de tetas poseía la
peluquera.
__
A ti no te he llamado__, Elevando la voz le dijo el licenciado a
Dolores__,
sal de este recinto y espera tu turno. No
creas que vas a ponerte al mando de la hacienda. ¡Andas
equivocada! ¡Creo
yo!
Sabes
que todo
es de mi propiedad. ¡Inclusive
tú!
He
ganado legalmente en una partida de cartas, al
zascandil de tu marido. En la cual ibas incluida,
como
botín, junto con las demás pertenencias de su propiedad.
Ella,
se exasperó y quiso disimulando agradar con un meneo sensual.
Rechazado de cuajo por el farmacéutico, que pudo escuchar de la boca
de aquella mujer
__
Hoy vas de sereno y de formal, no quieres que te meta...
Sin
dejarla que pronunciara aquellas palabras que a punto estuvo de
recitar, la mandó salir ayudada de aquel auxiliar que esperando
instrucciones pudo presenciar toda la conversación.
__
Sácala y déjala fuera, vuelve a entrar y cierra la puerta tras de
ti__ Confirmó el boticario.
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