Sin
imaginarlo en las mejores elucubraciones, aquel lacayo, el empleado
Moragrega estaba frente a un cuerpo de mujer exuberante, que miraba a
hurtadillas con pasión y agrado.
Bajo
el temblor que le producía aquella excitación y la posible
reprimenda del boticario.
Un
cuerpo sutil, modelado por la naturaleza, azabache, sin tatuajes,
limpio y precioso, que atraía desde los pies hasta el último
resquicio de los cabellos. Preciosa estampa femenina, con perfil y
medidas perfecto, con sus meandros acantonados y estipulados dentro
del conjunto del cuerpo.
__
¡A que esperas Calixto!, quieres que se enfríe. ¡Vistela!, y
¡tápala coño!, y deja de comértela con los ojos. ¡Como si no
hubieras visto a ninguna! ¿por cierto? ¿Es que no has visto a
ninguna mujer desnuda?
Siguió
insistiendo el boticario, acercándose a la altura de ambos
__
¡Anda poyuelo! ¡Cuenta que sensación te ha dejado esta impronta
inesperada!
__
¡No señor Ruwi! ¡Jamás vi cosa igual! Solo contemplé con
deleite, a “la maja” Un retrato del cuadro de Goya.
En
un daguerrotipo que guardaba mi maestro en secreto. Sin embargo, esta
situación, al natural le gana de largo__ dijo en una aclaración
extensa el muchacho y continuó disfrutando.
__
Ha sido un placer para mis entre telas, si me permite decirlo. ¡Que
gustazo! que tensión me ha entrado en ¡sálvese la parte! Me ha
sacado de mi aplomo, arriesgando mi entereza, dejándola dura como un peñón.
Con
respeto y perdón se lo digo y pregunto. ¿Todas las mujeres son tan
bonitas al desnudo?__ siguió ensimismado mientras esperaba el
concurso del practicante, para vestirla y; le contestara a su duda.
__
Ya tendrás tiempo malandrín, ¡pero no! Realmente todas no son tan
bellas, ni vestidas ni desnudas.
Hay
de todo, en este valle. Esta mujer es muy especial, venida de las
Antillas y de las mas guapas que yo he conocido__ Estimó el
director.
__
Parece muerta pero veo que se toca un un pecho y bosteza ¿que hago
señor?__ se dirigió al dueño de la casa. Como pidiendo algún
permiso para actuar, mientras se peinaba el boticario, después del
ataque sexual a la viuda Dolores.
Entre ambos la vistieron, acicalaron y una vez sentada en una de las
butacas, llamaron a la servidumbre y se la llevaron a su dormitorio.
Aquel brebaje la había dejado tan feliz, como desvaída.
Una vez que el servicio retiró a Dolores, el director del Casino y del Balneario, amenazó a Calixto.
Aquel brebaje la había dejado tan feliz, como desvaída.
Una vez que el servicio retiró a Dolores, el director del Casino y del Balneario, amenazó a Calixto.
__
Sabes lo que te juegas, si abres la boca, ¿verdad? No me gustaría
tener que daros un ejemplo a la familia Moragrega, por charlatanes.
¡Me
conoces! A los chivatos me los cargo, y sabes que con estos
menesteres no juego nunca.
El
que me la hace me la paga. ¿Comprendes Calixto?
Al
muchacho, se le bajó la tensión contenida entre el calzoncillo y
pantalón al instante, comenzando a tartamudear y exudar.
__
No tengo ni idea de lo que me está usted hablando, yo le traigo
noticias del notario y el banquero, que en cuanto me atienda le
explico.
Otra cosa no he visto ni he vivido en esta casa. Pretendo ser merecedor de su confianza y por ello me esfuerzo, esperando de usted algún día me haga partícipe de su gabinete de trabajo.
Otra cosa no he visto ni he vivido en esta casa. Pretendo ser merecedor de su confianza y por ello me esfuerzo, esperando de usted algún día me haga partícipe de su gabinete de trabajo.
__
Eres como tu padre, un bienmandado. Sigue así y tendrás tu
recompensa. ¡Bien cuéntame! Que te han dicho esos dos caballeros.
__
Tienen ambos el mensaje que de usted partía y me han comunicado que
a más tardar mañana por la tarde, vendrán a su despacho y además
de tomar café con puro, asentaran todo lo que haya que menester para
quedar soslayado, el tema que le preocupa.
__
Bueno pues__ dijo Saturio, dirigiéndose al chico__, ten los ojos
bien abiertos y los oídos despejados y cualquier comentario, que
llegue, de quien sea, házmelo llegar lo más pronto posible.
Se
detuvo en su charla para seguir diciendo__ Por cierto, de hecho lo he
visto y comprendido esta misma tarde__ paró el licenciado para darse
mas pisto y seguir a renglón seguido.
__
En como mirabas a Dolores, con tanta fruición. Desnuda y con deseos
de tocarla. Imagino que por la edad, debes ser virginal todavía.
El
muchacho no abrió la boca, pero con los ojos había respondido a su
jefe y sin creerlo escuchó.
__
Con lo cual, te extenderé un permiso para que retoces y forniques
con la ramera que más te apetezca del prostíbulo.
La
que tu elijas, sin prisas para que la disfrutes. Además del regalo
que te entrego ahora__ le alargó dos sobres lacrados e
identificados__ y que quiero hacerte por servicios prestados. Son
ciento veinte reales, que te los guardarás como propios.
El
otro sobre, esta misma noche se lo entregas a tu padre y le dices que
estoy muy orgulloso de ti.
No
se atrevió en aquel instante confesarle nada a Don Saturio, sobre su
interés por su hija Xarme. No fuera que se le cayeran todas las
prebendas que había conseguido aquella tarde, al suelo.
Todas
le pasaron por su pensar, las tres que detalló para sí velozmente.
Vio
el cuerpo entero de Dolores tan de cerca y como Dios la trajo al
mundo, pero más arroyada, disfrutando de su presencia mientras ella
estaba dopada.
Bono
para visitar a Madame Rosalinde en su Maison Artificielle, con los
permisos de fornicar con la meretriz más apetecible y una propina de
unos cientos de reales, que no le venían nada a disgusto.
Relegando
para otra ocasión y, solicitar los permisos que pretendía.
Aquel
joven Calagurritano, hijo del panadero y la modista, en conseguir el
beneplácito de ir tras los pasos de la hija mayor del Boticario. La
señorita Xarme.
Pretendía
caer de lo más servicial, inteligente y apasionado, a un posible
suegro que no estaba por la labor de emparentar a sus hijas con
gregarios del pueblo.
Menos
interesada estaba la selectiva Xarme, su propia hija, por aquel
muchacho, que ni siquiera se había fijado en él. Por precisamente
su escasa fachada varonil, su modo obsequioso y poco revolucionario
de emprender las situaciones y, su cobardía y su timidez nada
impulsiva.
Aquella
muchacha, dura de carácter y resolutoria; se parecía más a la
vertiente paterna que, a ninguna otra yema familiar, por lo que no
soportaba a los hombres aduladores, mojigatos y miedosos, como lo era
el joven Calixto.
Teniendo
por fortuna la señorita Xarme, más clemencia, mucho más encanto,
empatía y, sutileza, que de donde procedía.
La
joven, seguía soñando en azul y esperando sin delirios.
Encontrar
un hombre fuerte y enamorarse a chorros, desvivirse por él, dejarse
la piel en cada roce con mil caricias.
Un
varón sin ambages, que la llenara de amor y la hiciera feliz sobre
todas las cosas. Un tipo singular, digno, abnegado y sobre todo
culto, para emprender juntos, la marcha sobre el hipotético barbecho
de la “Existencia”.
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