viernes, 7 de julio de 2017

El prostíbulo de Madame Rosalinde



Sin imaginarlo en las mejores elucubraciones, aquel lacayo, el empleado Moragrega estaba frente a un cuerpo de mujer exuberante, que miraba a hurtadillas con pasión y agrado.
Bajo el temblor que le producía aquella excitación y la posible reprimenda del boticario.

Un cuerpo sutil, modelado por la naturaleza, azabache, sin tatuajes, limpio y precioso, que atraía desde los pies hasta el último resquicio de los cabellos. Preciosa estampa femenina, con perfil y medidas perfecto, con sus meandros acantonados y estipulados dentro del conjunto del cuerpo.

__ ¡A que esperas Calixto!, quieres que se enfríe. ¡Vistela!, y ¡tápala coño!, y deja de comértela con los ojos. ¡Como si no hubieras visto a ninguna! ¿por cierto? ¿Es que no has visto a ninguna mujer desnuda?
Siguió insistiendo el boticario, acercándose a la altura de ambos

__ ¡Anda poyuelo! ¡Cuenta que sensación te ha dejado esta impronta inesperada!
__ ¡No señor Ruwi! ¡Jamás vi cosa igual! Solo contemplé con deleite, a “la maja” Un retrato del cuadro de Goya.

En un daguerrotipo que guardaba mi maestro en secreto. Sin embargo, esta situación, al natural le gana de largo__ dijo en una aclaración extensa el muchacho y continuó disfrutando.

__ Ha sido un placer para mis entre telas, si me permite decirlo. ¡Que gustazo! que tensión me ha entrado en ¡sálvese la parte! Me ha sacado de mi aplomo, arriesgando mi entereza, dejándola dura como un peñón.
Con respeto y perdón se lo digo y pregunto. ¿Todas las mujeres son tan bonitas al desnudo?__ siguió ensimismado mientras esperaba el concurso del practicante, para vestirla y; le contestara a su duda.

__ Ya tendrás tiempo malandrín, ¡pero no! Realmente todas no son tan bellas, ni vestidas ni desnudas.
Hay de todo, en este valle. Esta mujer es muy especial, venida de las Antillas y de las mas guapas que yo he conocido__ Estimó el director.
__ Parece muerta pero veo que se toca un un pecho y bosteza ¿que hago señor?__ se dirigió al dueño de la casa. Como pidiendo algún permiso para actuar, mientras se peinaba el boticario, después del ataque sexual a la viuda Dolores.
Entre ambos la vistieron, acicalaron y una vez sentada en una de las butacas, llamaron a la servidumbre y se la llevaron a su dormitorio. 
Aquel brebaje la había dejado tan feliz, como desvaída. 
Una vez que el servicio retiró a Dolores, el director del Casino y del Balneario, amenazó a Calixto.
__ Sabes lo que te juegas, si abres la boca, ¿verdad? No me gustaría tener que daros un ejemplo a la familia Moragrega, por charlatanes.
¡Me conoces! A los chivatos me los cargo, y sabes que con estos menesteres no juego nunca.
El que me la hace me la paga. ¿Comprendes Calixto?

Al muchacho, se le bajó la tensión contenida entre el calzoncillo y pantalón al instante, comenzando a tartamudear y exudar.
__ No tengo ni idea de lo que me está usted hablando, yo le traigo noticias del notario y el banquero, que en cuanto me atienda le explico. 
Otra cosa no he visto ni he vivido en esta casa. Pretendo ser merecedor de su confianza y por ello me esfuerzo, esperando de usted algún día me haga partícipe de su gabinete de trabajo.

__ Eres como tu padre, un bienmandado. Sigue así y tendrás tu recompensa. ¡Bien cuéntame! Que te han dicho esos dos caballeros.
__ Tienen ambos el mensaje que de usted partía y me han comunicado que a más tardar mañana por la tarde, vendrán a su despacho y además de tomar café con puro, asentaran todo lo que haya que menester para quedar soslayado, el tema que le preocupa.

__ Bueno pues__ dijo Saturio, dirigiéndose al chico__, ten los ojos bien abiertos y los oídos despejados y cualquier comentario, que llegue, de quien sea, házmelo llegar lo más pronto posible.
Se detuvo en su charla para seguir diciendo__ Por cierto, de hecho lo he visto y comprendido esta misma tarde__ paró el licenciado para darse mas pisto y seguir a renglón seguido.
__ En como mirabas a Dolores, con tanta fruición. Desnuda y con deseos de tocarla. Imagino que por la edad, debes ser virginal todavía.
El muchacho no abrió la boca, pero con los ojos había respondido a su jefe y sin creerlo escuchó.
__ Con lo cual, te extenderé un permiso para que retoces y forniques con la ramera que más te apetezca del prostíbulo.
La que tu elijas, sin prisas para que la disfrutes. Además del regalo que te entrego ahora__ le alargó dos sobres lacrados e identificados__ y que quiero hacerte por servicios prestados. Son ciento veinte reales, que te los guardarás como propios.
El otro sobre, esta misma noche se lo entregas a tu padre y le dices que estoy muy orgulloso de ti.

No se atrevió en aquel instante confesarle nada a Don Saturio, sobre su interés por su hija Xarme. No fuera que se le cayeran todas las prebendas que había conseguido aquella tarde, al suelo.
Todas le pasaron por su pensar, las tres que detalló para sí velozmente.
Vio el cuerpo entero de Dolores tan de cerca y como Dios la trajo al mundo, pero más arroyada, disfrutando de su presencia mientras ella estaba dopada.
Bono para visitar a Madame Rosalinde en su Maison Artificielle, con los permisos de fornicar con la meretriz más apetecible y una propina de unos cientos de reales, que no le venían nada a disgusto.

Relegando para otra ocasión y, solicitar los permisos que pretendía.
Aquel joven Calagurritano, hijo del panadero y la modista, en conseguir el beneplácito de ir tras los pasos de la hija mayor del Boticario. La señorita Xarme.
Pretendía caer de lo más servicial, inteligente y apasionado, a un posible suegro que no estaba por la labor de emparentar a sus hijas con gregarios del pueblo.
Menos interesada estaba la selectiva Xarme, su propia hija, por aquel muchacho, que ni siquiera se había fijado en él. Por precisamente su escasa fachada varonil, su modo obsequioso y poco revolucionario de emprender las situaciones y, su cobardía y su timidez nada impulsiva.

Aquella muchacha, dura de carácter y resolutoria; se parecía más a la vertiente paterna que, a ninguna otra yema familiar, por lo que no soportaba a los hombres aduladores, mojigatos y miedosos, como lo era el joven Calixto.
Teniendo por fortuna la señorita Xarme, más clemencia, mucho más encanto, empatía y, sutileza, que de donde procedía.
La joven, seguía soñando en azul y esperando sin delirios.
Encontrar un hombre fuerte y enamorarse a chorros, desvivirse por él, dejarse la piel en cada roce con mil caricias.

Un varón sin ambages, que la llenara de amor y la hiciera feliz sobre todas las cosas. Un tipo singular, digno, abnegado y sobre todo culto, para emprender juntos, la marcha sobre el hipotético barbecho de la “Existencia”.








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