miércoles, 21 de junio de 2017

San Juan, festivo






¿Te llamas Juan, Juana, Juanito, Xoaneta, Joan, Joao, Jhon, Jana?
¡Me da igual! ¡Felicidades! El sábado es tu Santoral, y además es data y día muy celebrado.



Es una fecha la cual siempre me ha sido graciosa, por detalles que a lo largo de mi vida, siempre han ido dejando un rastro de historias, benignas unas y otras no tanto, pero siempre para estos momento las llamadas “Brujas de junio”, han depositado un mensaje discreto e indeleble, para aquellos que los sabemos interpretar.

Amigos que tengo llamados así, no podría contarlos con los dedos de mis manos, son bastantes y casi todos los denominados con ese nombre, suelen ser buena gente y personas gratas. Podría enumerarte una buena lista, pero no he venido aquí a ordenar a mis amigos ni a calificarles según la nota que tengan, ni su grado de aprecio. Ellos mismos se saben vestir y cada cual, hace de su capa un sayo.
Hoy para celebrar esa efemérides he traído tres historias que han pasado en este último año, a conocidos que llevan precisamente ese nombre y que de una forma u otra han padecido por diversos motivos durante estos últimos meses.

El primero es un tipo sensacional, Juanito el de las manos Mágicas, le llamamos los amigotes. En su tiempo era el que nos hacía reír, con sus juegos de manos, haciéndonos desaparecer las entradas del cine para hallarlas después, junto a un paquete de tabaco rubio, de la muchacha, a la que acompañábamos al baile.
Gracioso, ecuánime y receptivo, no es demasiado joven, pero tampoco tiene nada que ver, ese detalle para que tenga esas virtudes, las cuales las ha presumido siempre, y ahora se le acentúan más por la enfermedad que padece.

Se la diagnosticaron hace unos años, y de hecho ha pasado por el quirófano unas cuantas veces, valiente como un toro, ha ido sometiéndose a las curas y las pruebas que los médicos le prescribieron y en un principio parecía que aquella sombra maligna se alejaba de él, para prestarle un poco mas de calidad en sus días.

Había estado prácticamente dos años, que no se paseaba por los ambulatorios, ni veía a los médicos, más que para las revisiones semestrales. La felicidad comenzaba a generar esperanzas ya que no había rebrote de moléculas invasivas y su cuerpo comenzaba como su carácter a precisar de otros pensamientos mas edificantes y positivos. ¡Siempre!, siempre ha sido un tipo que de tan comedido, se pasaba y antes de generar en sí una alegría, la matizaba muchísimo. Le costaba airear sus albricias personales.

En la última revisión, el doctor se alertó por unas molestias pulmonares, que él mismo denunció en la visita.
Gajes que en principio no debían revestir más importancia, que el propio hecho de comentario y que no fueron del todo favorables.

¡Volver a empezar! Nuevamente sujeto a una nueva dimensión de medicinas, de pruebas de despropósitos, que con su más que consabida paciencia, lleva dignamente con el objetivo de volver a generar las mismas expectativas, que hace unos meses consiguió.
Dios pondrá su mano y corregirá esa inclemencia. Por lo pronto y me alegro, su Santo, la verbena de San Juan, la celebrará con su familia, en casa y con la alegría de un niño. Viendo como arden las hogueras y suenan los petardos de su barrio.



La segunda persona nominada para este pensamiento, también se llama Joana y ahora está padeciendo mucho por su mala cabeza, más por el delito cometido, del cual se arrepiente cuando ya es tarde. Hospitalizada con daños de pronóstico reservado.

Por el estropicio, que ha originado a terceras personas, sin querer pero, hechos dolosos irreversibles que, no la libran de todos los efectos que a la postre le llegaran.
Todo empezó en una fiesta alegre de muchachas, de sábado noche. En una terraza de Pub discoteca, bebiendo y fumando vete tú a saber y; aquella cancioncilla indecente, que suelen repetir algunos “listos” __ que yo me conozco, y que detesto, que dice así__: Yo controlo. A mí no me afecta, solo llego hasta el punto.

Como si a estos personajes execrables y carentes de responsabilidad, la alcoholemia en sangre no les afectara.
Harta de meterse por la boca y por las venas, de eso que según estos piraos _ no encuentro otra forma de nombrarlos __. Es tan necesario para divertirse y pasárselo bien, que a la hora de volver con el coche en la madrugada, ya satisfecha de veneno ingerido. Sin atenerse a las mínimas consecuencias tomó su vehículo, fuera de si. Totalmente ebria y abobada sin control de su persona, aquella muchacha, preciosa empleada en las oficinas del banco Popular, que festeja con el hijo mayor del ferretero de la plaza, puso final a sus días dichosos.

El destino la condujo poniendo fin a su suerte. Circulando por la carretera nacional 232. En ese tramo tan peligroso, que todos conocemos y en horario noctámbulo, para además agobiar el acelerador, hasta atosigarlo. El tope puso fin.

Envistiendo al grupo de ciclistas veteranos de la localidad, que comenzaban su ruta de paseo con tan mala fortuna que se llevó la vida de dos de ellos, por delante. Ni más ni menos, que la vida de su padre y de su suegro, precisamente el ferretero de la plaza.
Ambos componentes de ese club de paseo.



La tercera historia de San Juan, ha sido muy celebrada por sus allegados y conocidos, dadas las penurias que tuvo que sufrir de chiquito Juaniqui, y por la cantidad de años que han pasado hasta que la felicidad toca a su puerta.
Cuando en el año 1950, en la tarde de la víspera de San Juan. El día de la verbena, su madre una joven soltera y desasistida libertaria, ya por entonces con tres hijos, lo entregó en el hospicio de Alella, solo sin sus dos hermanos, a la edad de cinco años. Para no volver a saber jamás de ella ni del resto de la familia.

Juaniqui, un hombre bondadoso y temerario, fue trasladado por lo menos dos veces a diferentes orfelinatos, permaneciendo en estas instituciones, hasta la edad de diez y ocho años, antes le permitieron salir para cursar estudios de electricidad, en la Escuela del Trabajo, con la obligación de pernoctar en el centro cada noche.

De su familia, no sabía nada y tras varios años de búsquedas sin suerte, dejó de hacerlo para pensar que no le importaba a nadie.
Acabó sus estudios y su relación con los demás, era casual y timorata. Sin llegar a ser un desgraciado por lo que la vida le había regalado, supo reaccionar y trató de disfrutar de sus días.

Voluntario en el Ejército de Tierra, en los Parques y Talleres de Automovilismo, donde permaneció por más de dos años, acabando otra especialidad y pudo obtener el carnet de conducción para toda la modalidad de vehículos.
Así que cuando se licenció, no tuvo dificultades para colocarse en una empresa de taxis, que desempeñaba su calado por la ciudad de Barcelona.
Encontró a su vez, alojamiento en el barrio del Carmelo, alquilando una habitación modesta, en casa de la señora Jacinta con derecho a baño y lavado de la ropa. Donde le apreciaban por su valía de persona noble.
En una de las carreras que hizo aquella tarde, desde su barrio con destino a la Feria de Muestras, conoció a Dori, una muchacha muy linda, que también vivía en la zona y trabajaba temporalmente haciendo las veces de azafata terrestre y demostradora publicitaria, para la firma del Flan Potax, muy popular en aquellos tiempos.

Su charla fue muy amena, y quedaron en que la recogería a partir de las once de aquella misma noche, para regresarla a su casa. Él por fin de carrera y ella por fin de jornada.
Al día siguiente bailaron muy arrimados en la Paloma, una tarde de San Juan del verano aquel del sesenta y ocho. En dos años más contrajeron matrimonio feliz, y tuvieron tres hijos. Disfrutando de una vida, con toda clase de vicisitudes, imperando más las buenas.

Su hijo menor, Clemente, ya talludito y licenciado en Historia. Desde hace un tiempo, busca detalles de la procedencia de su papá Juaniqui Sabater Mateo y, encuentra la trayectoria de sus familiares y le cuenta que puede certificar, que su abuela, la madre de Juaniqui, su padre. Sufrió un percance mortal la noche de la verbena de San Juan del año cincuenta. Justo el día en que ingresó a Joaniqui en Alella.

Atropellada mortalmente Rosa María Mateo, en un movimiento extraño y evitando fueran sus dos hijos los lesionados; por Don Guifré Massapons i Reixuch; descendiente de una familia noble de Barcelona, cuando circulaba por la Avenida Paralelo, viniendo de celebrar su tercer año de matrimonio, en el Teatro Arnau.

Guifré y su esposa, al no poder engendrar, se quedaron con la custodia y con el cuidado completo de la educación de aquellos huérfanos, Luisito y Engracia, que ahora precisamente la noche de la verbena de San Joan iban a conocer al cabo de sesenta y seis años a su hermano Joaniqui, que recordaban vagamente.



Enlaces de otras fechas de San Juan



https://emiliomorenod.blogspot.com.es/2016/06/un-lugar-para-amar-en-la-verbena.html







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