Acabó
en la cama, en el hotel donde
se alojaba
Narciso, pasando
una frenética
noche, sin
sueño y con un
desatado sexo,
olvidándose
del mundo.
Él
de su mujer y ella de sus dos hermanas, profundizando en los placeres
de un encuentro inesperado y a la vez sensitivo.
Narciso
recibió las
mejores carantoñas que existen en los manuales de sensualidad, esas
que aunque no se expliquen, las mujeres conocen solo por su intuición
fisiológica,
clarividencia
y grado de arquitectura
de sus cuerpos.
Dejando
al rompe corazones de Nayim, ensimismado y con ganas de volver a
enredarla.
Esos
momentos de pasión les mantuvieron a los dos, alejados del tumulto
por mas de dos jornadas. Sin salir de la habitación del Hotel
Saratoga, a base de sales minerales, ensaladas, agua y mucho ritmo,
para volver a interpretar aquel conocido meneo estelar.
Detalle,
que las hermanas sabían,
al
descubrir una
nota aclaratoria,
en la almohada de su cama, que les informaba que no la esperasen,
que volvería pronto.
Comenzaban
a estar histéricas
por la tardanza o prolongación de aquel sexo que imaginaban iba a
descubrir Irene. La hermana mediana, muy
envidiosa, desde nació le tenía ojeriza.
No
lo superó y la mantuvo fuera de la educación y de las normas.
No
pudo soportar
aquella influencia sexy de Irene, no le sentó nada bien, ya que ella
misma le había echado el ojo al empresario para ser, la que se lo
follara y comenzar con él,
un
bascoso cambalache
desmedido.
Enamorarle
y sujetarlo como ella acostumbraba a retener a todo el que se le
acercaba sin
conseguirlo.
Nayim
estaba ya demasiado embebido por los frutos que Irene, le había
dispensado. Proyectando
los deseos de Mari Pili,
de
nuevo al cubo de los detritos; como
casi siempre que pugnaba con Irene por un hombre. Sin
remisión y fuera
de las posibilidades de éxito.
En
el retorno de aquellas vacaciones, Irene ya propuso de forma
imperativa, su emancipación, su inminente desvinculamiento radical y
sin demoras del hogar maternal.
Entonces
ya, el enredo con Narciso tiraba con fuerza y no pretendía en ningún
modo echar la marcha atrás. Imposible.
Cuando
ella comenzó a trabajar en
su inicio, se
colocó en la Feria de Muestras de Barcelona y hacía sesiones
publicitarias, de calzado, alimentos, productos de belleza. Empleo
que sustentaba hasta que encontrara uno nuevo, que le supusiera
mejoras susceptibles y el que en un principio le permitiría
hacer su vida independiente.
Era
una mujer con luz propia, una hembra lucida y hermosa que atraía a
la gente con su atractiva impronta luminaria, teniendo
que observarla sin
cejar,
para quedar satisfecho.
Entonces
decidió seguir hacia adelante y cerrar la puerta del pasado. Siempre
pensó <>.
Había
dejado su casa maternal,
con sus hermanas y sus padres, en una barriada muy agradecida de
Horta, en unas viviendas muy entrañables. Las del Turó de la Peira.
Donde
transcurrió toda su infancia.
El
hábitat con su familia, se hizo del todo imposible.
Irene
no le podía poner cadenas a su futuro, aunque este fuera incierto,
debía ser ella la que se enfrentara a su destino.
No
escuchó los consejos de su madre, que le advertía que se trataba de
un hombre casado y le podía pasar de todo.
Su
padre, Antoine, ya vivía en otro mundo hacia años, sin participar
activamente en las predicciones de aquella familia, aunque por
dentro, no paraba de sentir aquel dolor que sufren los que intentan
fingir que nada les importa. Sus disconformidades las solucionaba
jurando en hebreo y mentando de forma soez a la Virgen.
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