jueves, 10 de noviembre de 2016

Irene murió sin agonía


_ ¿Qué noticias tenéis de Irene?, ¿Sabéis algo sobre si ha hecho un viaje estas Navidades? ¿Alguien puede decirme de su paradero o si ha hablado últimamente con ella? Hace ya muchos días que no viene por el gimnasio y ni siquiera ha recogido la papeleta del sorteo de Reyes, que le dejé en recepción _ preguntó Nayim 

_ Pues no lo sé, pero ahora que lo dices, ¡Es verdad! Como no darnos cuenta, antes. Hace bastante que no la vemos_ respondió Erik, monitor del gimnasio de la Travesera de Gracia, donde Irene pasaba gran parte de su tiempo, dándole bamboleo a su cuerpo.
Siempre, o casi siempre, muy de mañana, al comienzo de cada jornada, que es cuando ella frecuentaba las barras de pesas y la cinta de paseo, para después tomar una ducha y marchar a sus cuestiones habituales, a las que ella dedicaba. Siendo esta tónica incluso en los festivos.

Jamás se duchaba en casa, aprovechaba las instalaciones del pabellón, y salía predispuesta a la gran ciudad, para comerse el mundo por los pies.
_ Pasaré por su casa, a ver qué ocurre, porque tampoco me toma el teléfono_ apuntó Nayim, dándose cuenta que Erik, ya estaba embobado en otra cosa, con la joven Celina, que boxeaba con unos guantes demasiado pesados para su musculatura.

El polideportivo de la Travesera, abría sus puertas de casi madrugada, para dar servicio a aquellos clientes, que por razones varias solo podían recurrir a la puesta a punto de su cuerpo a primerísima hora. 
En la recepción de la entidad, se amontonaban los avisos dirigidos a Irene, que no daba atención desde poco antes de final de año, amontonándose en espera de ser leídos, ya en demasía
Nayim el amigo de Irene, un veterano fibroso y aposentado, y usuario del mismo gimnástico, se había encaprichado de ella. Estaba jubilado de sus ocupaciones laborales y frecuentaba a menudo su casa, teniendo relaciones de salidas esporádicas y de sexo, con alguna “Cana al aire” que otra, cuando se terciaba, sin ser una costumbre cotidiana, ni una frecuencia incesante, para no levantar las dudas y preguntas en su casa.

El distinguido atlético y veterano se la trajinaba de vez en cuando, en la propia casa de Irene, sita en el barrio de gracia y en un hotel muy moderno de reciente construcción, cercano a la playa de la Barceloneta, de esos que son tan enormemente distinguidos con vistas al mar. Sin levantar ruido y siempre de forma discreta y escondida
Cincuenta y cinco días muerta en su cama, sin que nadie de la familia, amigos o vecinos, la extrañasen ni se percataran de su ausencia inaudita.

Nayim, comprendió que no era nada normal, que Irene, no diera señales de vida, ni le llamara para salir a cenar, siendo una mujer tan antojadiza y tan exquisitamente diferente. Aquella mañana, se interesó definitivamente por la situación de su amiga y sin dilación, subió hasta la casa. Un apartamento discretito en la calle Ferrer de Blanes, que daban sus balconeras a la calle y que lo tenía bastante desatendido. A tenor de cómo se comportaba la señora, tan de salir y tan de estar siempre de “Picos Pardos”, fuera de su casa. Aprovechando los momentos de placer que la vida le ofrecía en aquellos instantes.
En el portal, hizo incesantes llamadas a la puerta, sin tener respuesta y sin que vecino alguno pudiera dar con una respuesta, sobre ella, dado que las relaciones que mantenía con el conjunto comunitario, no eran las mejores ni las más adecuadas para una convivencia colectiva.
El buzón de recogida del correo, estaba repleto y rebosaban las cartas y los folletos propagandísticos. Dando origen a pensar que aquel domicilio, estaba totalmente inerte de uso, por lo que el amigo se dirigió a la comisaría más próxima de los Mossos dejando la denuncia instituida.
_ Mire Ud. comisario, es posible que le haya ocurrido algo a Irene, no es normal estar tantos días sin saber de ella.
_ Por qué no se ponen en contacto con la familia, que igual está de viaje, y no lo ha comentado, o que ¡vaya a saber!
_ Irene, no tenía relación con la familia, y si la tenía era de forma muy intermitente, es una mujer muy rara y no se lleva bien ni siquiera con los vecinos del inmueble donde habita. Le digo y repito que le pasa algo, si no le ha ocurrida ya.

Los agentes y bomberos entraron por uno de los ventanales, que tenía entornado, casi abierto en la galería trasera de la vivienda, sin tener que romper cerraduras, sin forzar puertas ni ventanas.
Un olor penetrante y putrefacto se descargaba desde la galería olfateándose desde la cocina y proveniente de la morada matrimonial. Ambientando toda la vivienda, con ese tufo característico y hediondo
_ ¡Está muerta! _ y según parece, desde hace muchas semanas. Indicativos claros, desnuda sobre las sábanas, sin señales de forcejeo, sin desbaratamiento de los objetos, sin detalles aparentes de violencia, tan solo un montón de medicinas esparcidas dentro del cajón de la mesilla de noche, indicaban quizás algún apuro accidental de salud, o fuera un intento de acabar por la vía rápida con su vida.
La puerta de la calle, cerrada por dentro con dos vueltas de llave y estas colocadas en la propia cerradura, no permitiendo la apertura natural desde la entrada principal.
Está casi desfigurada, tendida en la cama, como si hubiese sido una muerte plácida, por lo que se deduce. Hay que avisar al médico forense y este dictaminará si ha sido natura o por el contrario una muerte no convencional, sin descartar el asesinato.

¿Irene murió sin agonía?
Lo iremos viendo en otras entregas.









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