Se venía preparando
desde hacía semanas la salida a Castellón, aprovechando la verbena de San Juan,
con todo el grupo de amigos que solemos disfrutar de estas salidas. Grupo de la
Muntanyeta, viajeros declarados y amigos desde siempre, que participamos en todos
sus lances y en esta ocasión como caso raro, dijimos de salir para celebrar
fuera de casa el Solsticio de Verano, haciendo una amplia escapada, con calado en
un hotel de la Plana.
Aprovechar los días y
además de disfrutar de los lugares y pueblos que hay previsto conocer, darle
caña brava y simpática a la costa del Azahar con nuestras desenfadadas
presencias.
Residiendo como turistas
en la capital Castellonense, dentro de las instalaciones del Hotel Golf y
además de recibir mucha variedad de ilusiones, no dejar de visitar las cuevas
de San José, en Vall D'Uxó, famosas por su torrente subterráneo, las cuales se
recorren en barcaza, en un paseo memorable, con temperaturas fenomenales entre
los recovecos de esa naturaleza divina que nos atrae.
Contemplar alguna de las
ciudades y pueblos del Maestrazgo, y recalar para comer una "caldereta
Morellana" en la espléndida ciudad de Morella
Habitualmente en estas
fechas no salimos de viaje. Siempre hemos puesto excusas por motivos no
determinados, algunos lo achacamos al tópico mal usado de la seguridad, por
aquello del peligro en la carretera, de aquellos que pierden el
"oremus" y van por la calzadas de forma incontrolada, haciendo
"el borrico" más de la cuenta y por qué no decirlo, con algo más de
alcoholemia en la sangre de lo permitido. Sin embargo al ser una excursión en
autocar, donde no tienes que preocuparte más que de llevar el monedero al bies,
pues nos animamos y ahí estamos.
Además de todo lo
narrado como introducción, la ilusión de encontrarme con un amigo del inicio de
la juventud, una gran persona, que hacía un mundo que no trataba y había
perdido su contacto; por los caprichos de la vida, por esa ruleta que a cada
cual nos lleva a rotar donde el destino caprichoso desea.
Más de cuatro decenios, ¡Que
fuerte es todo!, cada detalle, cada pensamiento, cada erudición que me llega,
cada cálculo que ejercito, me sobrepasa de la cuarentena, como si se tratase de
una vulgar hipoteca pedida a un banco y que hubiera estado pagando
religiosamente, sin poder pensar en nada más que en cubrir la deuda.
Perdiéndome historias,
alegrías, ilusiones, amigos y deseos. La vida es tan caprichosa como la propia
naturaleza. Un tipo alegre, que tiene la estrella cambiada, o por lo menos la
tuvo en un tiempo siendo original y poco agraciado. David W. Ordoñez, uno de
los barqueros de las cuevas de San José, en este Vall D'Uxó típico y natural,
otra persona llamada a ser acomodador del cielo, cuando se deban distribuir las
plazas de los Bienaventurados.
La noche del 23 de
junio, por costumbre en nuestra sociedad, la más cercana a los rigores del
verano se suele celebrar, poco o mucho, según quien y a modo de ceremonia, cada
cual imprime la fuerza y el gasto que le conviene.
Los hay también que no
les apetece celebrar nada y por eso no son menos respetables.
Sin embargo, después de
todo el año aguantando, y soportando situaciones dispares, a quien no le
apetece prorrumpir dentro del margen que permiten las normas y sin forzar la urbanidad
derivada de la buena educación, echar una cana al aire.
Tendría Dawor por
aquellas fechas 19 años, y entonces, se celebraban las tres verbenas
susodichas: la de San Juan, San Pedro y San Jaime. Tres apóstoles que debieron
ser, unos mendas; según sus trayectorias.
Lo sabemos por las
improntas dejadas por ellos mismos y por sus escritos, y a pesar de no haber
diarios liberales; que dieran certidumbre a lo que les propongo, podemos
imaginar que los tres apóstoles de profecía reservada eran bastante sátrapas.
Aunque y apunten las
Sagradas Escrituras lo que interese para los beatos y para el conocimiento general. Se sabe que la historia
la maneja siempre el poder y ellos, los protagonistas de tanta multiplicación
de panes redondos y peces, no suelen
echarse piedras sobre sus tejados.
Todos los festejos se
alcanzaban por orden, la primera fiesta que llegaba el 23 de junio, la segunda celebración
el 29 del mismo mes y la última verbena se constituía para el mes de julio día
25, festividad de Santiago y Patrón de España.
Todas ellas eran
destacadas y festivas. La democracia quitó dos del calendario y fastidió como siempre al pueblo llano, ya que eran
días pagados y retribuidos, que se perdieron por aquello de cambiarlos por
otros feriados; así perdimos las
festividades y festejos de San Pedro y Santiago. ( Aquí también llamado San
Jaime)
Aquellas ganas de vida, que
se demostraban en aquel período tan tétrico, quedaban reflejadas en los hábitos
de la juventud irresponsable de entonces, donde y cuando las libertades
brillaban por su ausencia, a la vez que todo estaba rebozado de pecado y esta contrición
tan penosa la controlaban las autoridades civiles y eclesiásticas. O sea la
mayor indecencia inventada para contrarrestar la convicción de los jóvenes.
A todo esto el Ateneo
estaba en su pleno apogeo, las orquestas iban y venían y dejaban a chorro la
ilusión, levitando entre tanto pimpollo necesitado de compañía femenina y
naturalmente a la viceversa.
Aquellas canciones que
estaban en boga y que decían en su letra: Eva María se fue
con su bikini de lana, que todos imaginábamos gratamente haciéndonos agua los labios
y queriendo averiguar entre pensamientos ¿Cómo le quedaba el bikini puesto? ¡Que
bárbaro!, _ déjame suponer contigo y así lo veremos más fácil_ Imaginemos a la
niña con el bikini de lana mojado, después del primer chapuzón.
Teniendo en cuenta que
la lana, estando seca es una fibra tan sumamente caliente; pero amigos cuando
se moja pierde esas virtudes para conseguir enseñar muchas otras.
Aquel vuelo 502,
que nos llevaba a Mallorca, ¿recuerdan? amigos; que decía esa
canción de los Tres Sudamericanos.
Volando, volando; decía
la letra de la famosa pieza ¡Claro que volabas! pero sin despegar los pies del
suelo, tripulando con la imaginación, agarradito a Rosa Mari, aquella chica de la
calle la Rapa, tan monina y que olía a aguas de azucena, con aquel perfume que
se ponía de su abuela, para que nosotros los pretendientes nos acercáramos a
ella y fuese imposible dejar de asediarla durante toda la noche.
La de veces que nos
daban calabazas, aquellas señoritas tan enseñadas y tan hermosas de la época,
que estaban resguardadas en el baile, por sus papás y abuelitos, viéndolas a
todas desde el palco del anfiteatro, como disfrutaban de la pubertad que
entonces les debía comenzar.
Ese rastro de rock, de
música de bragueta y de mambo número ocho, cantado por Pérez Prado, que te
ponía con la quinta marcha en cuanto escuchabas las primeras notas musicales y
le dabas el primer traguito al cubata de garrafa, que servía Manolo el "pistolas"
desde la barra de la pista de verano.
Dawor, ¡lo recordará
siempre!, ¡mientras viva!, aquella noche de verbena, en los jardines de verano,
cantaba en el Ateneo Lorenzo Santamaría
y su orquesta; justo en la mejor verbena y pista de baile.
Cuando persiguiendo a
Gloria, amiga de Rosa Mari, ésta le concedió el baile que iba justo a comenzar.
¡Inolvidable! pieza
musical, tan apreciada por los hombrecitos de entonces, Noches de blanco satén,
de los The Moody Blues.
Licencia y permiso con
el pronunciamiento de ese ¡Sí!, por parte de la guapa jovencita, para acercarse
un poco más si cabe a la cintura de la mujer lozana y acompasar mientras
bailas, con sumo cuidado el cuerpo de una necesitada Gloria, que expuso entre
dientes aquellas palabras fantásticas de: ¡Sí bailo!
La pareja se dispuso a
iniciar la danza romántica donde las haya, Gloria otra vez; espléndida, morena, seria y gentil, con olor a
azucenas del bosque mezcladas con lavanda y su tenue sudoración en la noche
tórrida de junio. ¡Qué ilusión! y que endorfinas segregadas por parte de los
dos, de ella y de él, a chorreones de gusto por tener entre sus remos no
precisamente a la chavala morena, que tanto suspiros le robaba. Fue en contrapartida
la amiga de su enamorada.
A fin de cuentas_ pensó_,
las dos son guapas y si una se retrasa no será cuestión de perder el tiempo y la opción de bailar con una fémina ¿Gloria
es la amiga de Rosa Mari? ¡Bueno a fin de cuentas, es una mujer! y las dos lindas.
Rosa Mari, se ha entretenido mirando al pavo aquel, de la puerta y yo no soy
celoso, pero no quiero perder tiempo y esta canción la bailo con quien sea.
Por otro lado ésta
amiga, es muy decente y me encanta también, la veo más decidida y más segura de
querer amar. ¡Además me ha dicho que sí bailaba! y yo estoy camino de la pista
central para darle el gusto.
Ella, siguiendo el
consejo de su madre, procuraba mantener las dos piernas semi juntas, para que
Dawor, no colocase entre ellas su tercer brazo, su extremidad zurda, y pudiera
notarle aquel narcótico que se extendía a lo largo de la pernera. No es que
Gloria repudiase ese acontecimiento, era demasiado pronto para abrir las
puertas de par en par y que el bailador creyera que era una experimentada.
Pasos cortos, ritmo
cadencioso, recios meneos, firmes sin atolondramientos, buscando aquello que el
arca perdida tiene oculto, sin levantar premuras ni falsos menesteres. Gloria
pensaba _ está bastante duro el amigo de Rosa Mari, igual me lo quedo, a fin de
cuentas ella me dijo la otra tarde, que se había fijado en el dependiente de la
droguería de la plaza mayor.
Cuerpo a cuerpo, notando
o queriendo notar más de lo que la imaginación le regalaba, ella puso las
palmas de sus manos en el pecho de Dawor, intentando separarse de él. Todo una
farsa, una estratagema para comprobar que él estaba en acción, sus miradas se
cruzaron y ella le dijo sin palabras, apretándole el antebrazo de forma
afectiva, dejando impregnado el sudor sensual de sus dedos en su dermis
gelatinosa, exigiendo muy claro y dejando ir el típico olor de la seducción
hasta sus fosas nasales. Apriétame más, quiero más, aunque te esté
recriminando, no hagas caso, tu tira hacia adelante, se valiente, que yo me
haré la estrecha pero necesito de tus caricias y de tu carne.
Su cara distaba poco
entre sí, el aliento de ella, caramelo granizado de Colgate Palmolive,
penetraba entre el cielo de la boca y la garganta de su acompañante, que ya
pensaba en darle conversación mientras tocaba aquellas carnes vírgenes y deseadas,
para mantener a la chica, por lo menos durante cuatro o cinco bailes.
Aroma de masaje Floid,
desparramaba Dawor, que ella congratulaba mientras las piernas se hacían flojas
y falibles resistencias teniéndose que amparar en él, para no caer al suelo
envuelta en aquella necesidad de amor, que le exigía al bailador amigo de su
íntima amiga Rosa Mari.
En un descuido ella, dio
un paso en ilusorio y agrandó más de la cuenta el espacio de entre sus piernas,
aprovechando Dawor el colocar su extremidad, la izquierda, dándole a notar el
grosor de su bien hecho topacio. Ella, sin menoscabo ni displicencia, admitió
el empalme de esa parte de su cuerpo, por suministrarle una delectación jamás
imaginada y apetecible para el momento del roce corporal que estaba viviendo.
Tomó la decisión de apretar
con más intensidad su cuerpo contra el de Dawor, en busca de placenteros
contagios sensuales, y miró a los ojos al joven, mostrándole sus labios que
esperaban fueran mordidos con la descortesía y ordinariez agradable del amigo
que la estrechaba entre sus poderes, notando el muelle acolchado de sus tetas
que se zarandeaban con ansia entre sus pectorales.
Fue ella la que alargó
su boca contra la de Dawor, contagiando las lenguas en un buen principio para
acabar con una libación potente entre salivares. Todo hecho de forma educada
por parte de ella, sin dejar escapar aquel momento de atracción y de gozo.
Siendo ella, de nuevo la motriz, disimulando como si estuviera abstraída sin el
mínimo rumbo.
Entre tanta gente, la
visión en los palcos era difusa y ella seguía apretada bailando y disfrutando
de aquel hombre que ya, la llevaba en volandas sin tocar con sus zapatos en el suelo,
sostenida por sus partes pudencas, con un placer extremo para Gloria.
Dawor bajó
disimuladamente sus manos abiertas y sensibles para palpar las estupendas y
duras nalgas de Gloria, bajo su falda de volantes que había apartado
graciosamente a la vez que retiraba la encarnadura del lado derecho de sus
bragas, y llegar al centro del culo, que en gloria estaba, palpándolo de buena gana,
sin prisas ni falsas maniobras.
Gozosa ella, nuevamente
admitió el envite encajándose cuidadosamente de nuevo contra sus bajeras para
palpar el hopo y seguir sintiendo el placer de aquellas durezas penetrantes que
dolían tan solo de pensar en su final.
_ Quien te gusta más
Rosa Mari o yo; contesta sin mentir ahora mismo_ preguntó mientras retiraba su
lengua del interior del arca de la boca del amigo.
No pudo complacerla, por
nueva invasión en su boca de la apéndice bucal de Gloria, que volvía a perforar
sus fauces contra natura, sin aspavientos.
Por final de recorrido, volvió a descansar y a serenarse, al comprobar
que desde la lejanía su gente intentaba descifrar todo aquel mimetismo de la
niña.
_ No me has contestado a
la pregunta. Da igual, no me interesa conocer ese dato. Debo ser yo, la que te
elija o te rechace_ Sin dejar que el joven respondiera, volvió a formular otra
interrogación más sosegada.
_ ¿Te llamas Dawor; es
nombre Croata?_ preguntó Gloria, para saber más de aquella máquina placentera,
que le estaba provocando un pre orgasmo provisional.
_ ¡No Gloria!, me llamo
David Wenceslao Ordoñez, y soy de Vilaboi, como creo que eres tu
_ Pues David Wenceslao,
no pares en este baile y sigamos hasta que se acabe la noche. Aunque deberías
subir al anfiteatro y decirle a mis padres, que te den permiso para bailar
conmigo toda la velada y que me acompañarás a casa. ¿Lo harás?
_ Si tú me lo pides, con
tanto ahínco, puedo escalar el pico más alto de este salón, subir al escenario,
quitarle el micro a Lorenzo Santamaría y pedir nos cante la canción preciosa de
: Tu serás mi Babi.
_ No hace falta seas tan
atleta, tu ve a mis padres, camélalos y la noche será nuestra, porque imagino
quieres acabar en buena forma, lo que hemos comenzado, con tranquilidad,
desnudos, pausados y saboreando lo que la oscuridad, de la verbena de San Juan
nos propone. ¿No crees tú, David Wenceslao?
Dawor, subió acompañado
por ella, a la platea preferente, allí estaban los abuelos, padres y tíos de
Gloria y ni corto ni perezoso se presentó ayudado por el concurso de la chica que
hizo de mecenas ante ellos.
Estrechando la mano de
sus padres que desde ese instante recorrieron ávidamente el contorno del
muchacho, sin dejar de observar a la hija, viendo que era completamente feliz
con aquel jayuelo.
Desde los palcos su
familia, solo habían visto la buena armonía que tenía su Gloria con el joven,
sin imaginar que ella lo iba a presentar aquella misma noche para ver si ellos
daban su conformidad, desconociendo y jamás imaginando que Gloria, su querida
nena, ya le había deslustrado y palpado su órgano eléctrico con un disimulo
propio de enseñanzas aprendidas de su madre y de su abuela.
La pareja finalizó la
noche en la playa, sobre la arena de Sitges, desnudos y descocados, borrachos
de alegría y de sexo, follando como se hacía en las inmediaciones de los
setenta, pero con el disimulo aprendido de las prohibiciones, que no era por
otra parte, que un estímulo a la imaginación de los practicantes y un acto de
persuasión por parte de las ansias de tanto insatisfecho.
Gloria se encargó que
desapareciera Rosa Mari de la vida de Dawor, para tener la total seguridad de
que no se lo quitara. Se distanció sin previo aviso del afecto que había
mantenido durante toda la vida con su inseparable compañera y aquellas
decisiones llegaron a enfadar bastante a Rosa Mari, que tampoco entendió el por
qué del desapego, preguntándose siempre los motivos y las causas que llevaron a
Gloria a tomar semejantes medidas, dejando aquella amistad aparcada y
obstaculizada hasta nunca jamás entenderse.
Continuará
To be continued
2 comentarios:
Es una maravilla verte reflejado en una historia, aunque los nombres ni fechas se correspondan, espero con ilusion a ver en que forma acaba usted esta, mi historia.
Cada año para San Juan lo bordas. Un abrazo narrador especial, desde hace años te sigo y me encanta como tratas a tus personajes, con afecto y sin lisonjas. Maria del Milagro Ajenjo, Riohacha
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