Entendemos a bote pronto, que las fechas no
pasan tan aprisa. No lo parece; pero sí se van. ¡Ya lo creo que se escapan!
Demos una vuelta de cuello y con una mirada
hacia atrás pensemos ... observemos detenidamente en el último mes, todo lo que
se nos ha esfumado, el pasado año, que cúmulo de recuerdos, de asuntos, de líos,
sin detenerse para casi poderlos analizar han huido de nuestro entorno y ahora
mismo para no ir más lejos ni dar cuenta de lo que nos ocupa se nos escapa de entre
los dedos y de las manos, para no volver jamás, y en muchas ocasiones para ni
tan siquiera recordarlas. ¡Es mucho!
Hoy le hemos dado homenaje a nuestra
enseñadora, nuestra entrenadora literaria, nuestra correctora y más que eso
nuestra querida prócer.
Mercè; una mujer entera, una artífice del malabarismo
verbal, licenciada y autora que nos ha mantenido engrasados, enseñados y porque
no decirlo, entusiasmados con su forma de instruir, de aconsejar y de plantear
la poesía, el soneto, y tantas y tantas formas literarias que tienen los versos,
las estrofas, las poesías.
Ella se ha despedido porque tiene otras
fronteras, diferentes y que imagino si las ha cambiado, ha sido por su interés,
y por su propia voluntad.
Ya lo sabemos porque además es así, siempre
hay un sustituto, un remiendo para un roto, un recambio para las pilas, una venda
para mi herida. Igual alguien la echa en falta en el futuro. Tampoco sabremos,
si ella nos recordará a todos nosotros con agrado y con simpatía.
Durante su estancia demostró claramente y es
de lógica y muy humano, su predilección por según quien. Es una persona muy
directa y además de enseñar verbo, practicaba como nadie el lenguaje no verbal,
y todos sabíamos que le agradaba, y que es lo que le enfurecía, porque ella no
trataba en disimularlo.
Procuró meternos de lleno en el mundo de los
escritores afamados, desde Cervantes, a Pio Baroja, desde Emily Dickinson hasta
la mismísima Wislawa Szymborska, Eduardo Galeano, a León Felipe; de García Lorca
y Machado a Alfonsina Storni y Jorge Luis Borges para hacer pausa en Safo de
Lesbos y tantos otros que ahora mismo no preciso por la premura de la
inmediatez.
Supo corregir nuestros impulsos brutales a la
hora del meneo del idioma, del buen trato de las palabras y del cariño a los
verbos y vocativos. Nos alineó dentro de la diferencia de rima consonante y
asonante, nos hizo cómplices de muchas enseñanzas, que es lo que significa la anáfora, el
encabalgamiento, la epífora y sinonimias. Tener en cuenta las sinalefas y los
varios significados con la polisémica.
Tratar de tú a tú a los endecasílabos con
significado y con imagen estructural, a identificar en los poemas a la primera
persona del singular por ser más entendida y más flagrante.
Nos dirigió a ser muy escrupulosos en las
elecciones de las palabras para los poemas, que no por muy rebuscadas llegaban
mejor al lector, al amigo que las lee y trata de comprender, aquello que
intentamos decir con una copla, una oda o un soneto.
Cuantas veces ha hecho que me cabreara conmigo
mismo, por tener un punto de vista muy mío_, erróneo y brutal_ que después a la postre no correspondía con la
realidad de las cosas y que entonces yo no era capaz de verlo con sencillez. Fue
una administradora de sensaciones.
Le deseo una buena senda en lo nuevo que
quiere comenzar, supongo que a poco que se lo proponga lo consigue. ¡Suerte!
Texto y fotos:
E.Moreno
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