miércoles, 23 de julio de 2014

El Wáter Cósmico_ Regresó preñada _





Cuando llegué a mi casa procedente de Barcelona_ afirmó Cecilia, sin el más mínimo rencor_, traía una mochila repletita de ilusiones, a pesar del sinsabor de nuestra quiebra emocional.
En casa no concibieron alguno de los problemas que traía, que no eran pocos.
Siendo de suma importancia para mí y para ellos, la desgracia llegada a la familia, desdicha la nuestra, que no entendieron de la modernidad y del poco cariño que demostramos tenernos, al separarnos cuando me vine, tan alegremente.
Habiendo conatos nerviosos de estabilidad dentro del núcleo familiar. ¡Ya sabes! Brotes de impaciencia, por no querer asumir los contratiempos cuando aparecen.


En cuanto a mi profesión y mi trabajo todo fue de maravilla, porque una doctora licenciada, que llegaba recién de pasar un master y unas prácticas prestigiosas y experimentando en temas tan necesarios en nuestro pequeño país, pues fui recibida a las mil maravillas por el colegio de farmacéuticos entrando en el Instituto de Investigación Nacional.  

Contra las bacterias y los virus de las enfermedades contagiosas. Para la erradicación de infecciones y exterminio de brotes reticentes, dolencias de las que ya se conocen, pero no tienen solución farmacológica. Ensayando en el laboratorio nuevos fármacos y soluciones.



No rehíce mi vida íntima, hasta bien pasados tres años, que fue cuando conocí a Edgardo, un corresponsal de guerra Chileno, que estaba cubriendo el conflicto del Petróleo entre los países de Oriente Medio, recalando en San José, buscando información de uno de los cabecillas guerrilleros, que había nacido en Panamá y que por causas que jamás me comentó se refugiaba a temporadas en Costa Rica.



Edgardo, arribó enfermo y con el trato y la costumbre de intimar nos enamoramos_ comentó afectada, mirando a Javier, que la escuchaba sin perder detalle_. Hasta el punto de contraer un rápido matrimonio civil. Por aquel entonces ya tenía a mi hija Caterina, con los tres añitos cumplidos y quería formar una familia para ella y por supuesto para mí, dejando la influencia vetusta de mis padres, que no dejaban de apretar para que se produjera ese suceso. Por no ser bien visto en aquel entonces; saber de una mujer soltera y católica practicante, con su hija y sin padre.



Al principio, todo fue una balsa de aceite y no faltaban los embelecos ni las atenciones, yo podía atender mi trabajo de investigación y él, hacia viajes hacia cualquier parte del mundo, recalando de vez en cuando en Coronado, para ver a su familia, que le esperaba con tanto cariño, como ganas de abrazarle.



Volví a quedarme en estado y mi embarazo fue una maravilla, porque con la influencia y las atenciones de Edgardo, se hizo una espera gozosa y feliz.
Caterina estaba atendida con mucho cariño y amor por parte de los dos y ¡sí! Formábamos una familia feliz y redonda.
Era una gozada, volver a casa y tener que atender mi embarazo y encargarme del cuidado de Caterina, cuando estaba Edgar los dos compartíamos las labores de la casa, la cocina, la solicitud de nuestra hija y la relación con los amigos, que los disfrutábamos como los familiares más cercanos en tantas fiestas y reuniones como celebramos.



Nació Natalia, otra niña, blanquita como la nieve preciosa y con una risa contagiosa, que nos trajo una felicidad enorme. Yo  ¡Era casi feliz!, si no me dejaba llevar por el recuerdo, por la nostalgia sobreponiéndome de aquella vida pretérita y,  lo conseguí a toda prisa. No me quedaba salida alguna. No me faltaba nada, todo estaba funcionando quizás demasiado bien.


Un ascenso en el Instituto y alcancé a realizar mis sueños. Jefa de un departamento sencillo pero muy operativo y esencial.
Mis compañeros me apreciaban y valoraban los esfuerzos en el desempeño de la dirección, a pesar de los contratiempos que siempre se suelen dar en el trato diario.
Todo tan estupendo que casi ni se podía aguantar. Los meses transcurrieron y mi hija sin darme cuenta cumplió dos añitos, y Caterina, la primogénita cinco, dulcemente guapa y muy inteligente, daba muestras de ser en el futuro una señorita preciosa y delicada.


Edgardo, en sus viajes, y en su corresponsalía de prensa, cada día se retrasaba más en sus regresos. Faltaba a su palabra, mentía, se jugaba el sueldo, se enredaba con putas, se hizo amigo del alcohol y además lo perseguían dos o tres prestamistas de lo peor del país. Tenía problemas con mujeres en casi todos los países donde desarrollaba su periodismo. ¡Inútil querer retenerle!



Cuando me exigió el divorcio, no me dio disgusto alguno, ¡porque yo!,  por aquellos entonces no le amaba, solo le soportaba y a duras penas.
Nunca comprendí como se puede dejar de amar a un tío tan pronto, con tanta rabia y con un asco extremo.  
De buenas a primeras un día dejé de pensar en él, y como si estuviera extinto el muy cabrón. Olvidé mis deberes de esposa. Dejaron su desempeño puntual, tenía mis motivos, pero aquellas cosas que ocurren a veces a los humanos, que son incomprensibles_, quedó callada por unos segundos Cecilia, mientras recogía el hilo de su narración para intentar salir de aquella intensidad.



Agradezco, no seguir con él, después de sus depravaciones de su ratería y de su creciente consumo de narcóticos, sin contar con los adulterios y trampas.

Sobre esto no me alargaré_, dijo Cecilia de repente y resoluta_, porque no viene al caso y tampoco ocupa ninguna inquietud en mi cabeza_ indicó finalizando el comentario y, siguiendo ocupada en su plato de comida, regalando una sonrisa de malestar a Javier.



Ya después de aquello, creí no poder continuar, sin embargo, Dios no adereza a los jorobados ni cumple los deseos de los desmedidos, y volví a enamorarme de Rubén un cantante de Jazz, que se las buscaba por las noches en baratos para turistas.


Mis padres entonces rompieron toda relación conmigo y con las nenas_, una lágrima apareció en su mejilla, la que abortó con la servilleta_,  por aquello de que no me comportaba, según su opinión, como una mujer sensata y madre de dos niñas.
Veían a mi nuevo amor, como otro vividor más, y ya sabes, la cantidad de consejos que te llegan a dar. 
Me acusaron de pensar con el coño, en lugar de con la cabeza, ya sabes lo que a veces llegan a cargar los consejos si no te conviene escucharlos, aunque en el fondo sepas que algo de razón siempre llevan.
Tuve una gran decepción con mi familia, pero después resultó ser aún poco lo que me habían pronosticado.



El unirte a un hombre chulo, fanfarrón, sin casi educación y creyéndose el centro del universo, por el simple hecho de ser resultón. Se paga caro con el tiempo.


¡Muy guapo!  Otro más de esos que no cuentan con nada más que con su hermosura, de los que están reñidos con el cumplir con un horario de trabajo, los que no madrugan por no existir el compromiso en sus vidas, que bebe como un cosaco y de momento no se marea y no tiene síntomas cirróticos, por ser joven y porque come y traga como un tragaldabas.
¡Fascinante  embustero!, al verle cantar y rasgar una guitarra; que mujer se le resiste. ¡Pues yo! ¡La tonta del culo! 






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