A la par que esperaba
paciente el vendedor y agradable Javier Martos, a Cecilia en la Cava del
Duende, repasaba el cierre y la transcendencia de sus ventas en el Convento,
tras haber hecho todo lo importante y conseguir unas ventas indecentes en la
presentación de su producto.
Un mesero del
restaurante al ver que esperaba desde hacía unos minutos en el comedor del salón,
se le acercó y le instó si deseaba algún detalle.
_ ¡Señor muy bienvenido
sea! La Cava del Duende, le da la bienvenida. Imagino espera usted, a alguna
otra persona ¡desea tomar algún refresco! , vermut, o un Jerez muy bueno que
tenemos importado de Cádiz, ¿en España?
Javier miró con agrado
al joven y detectó que también al muchacho, le hacía falta vender, para
sobrevivir, que cada cual se gana la vida como Dios, le da a entender, que la
vida es ¡Venta! Y no hay más
_ ¡Sí! Por favor, tráeme
una copa de Oporto negro, mientras llega la dama que estoy aguardando.
_ Faltaba más caballero,
¡volando voy! _ dijo el barman apurándose en servir al cliente.
El pensamiento de Javier
retornó hacia donde le estaba intentando llevar desde hacía bastantes horas. A
repasar aquel cierre en la venta, y a refrescar cuales fueron las preguntas que
le hicieron aquellos hombres y aquellas mujeres que a pesar de haber ofrecido
sus vidas a los demás y estar en la vida eclesiástica, parecía fueran de otra
galaxia, que no pertenecieran a este mundo, que tuviesen que velar por una
decencia irreal y que pretendieran ponerse como los salvadores de las buenas
creencias y virtudes, cuando ellos eran los primeros en que rasgaban las
normas, en silencio y en su beneficio.
Por ello y después de
haber dado un traguito al vino de Oporto, volvió a repasar en su percepción los
detalles y preguntas realizadas por cada uno de los invitados. Llegando a su clarividencia la recreación de los
detalles.
La primera observación
fue de la hermana de las Virtudes Marianela, que sin encomendarse al confesor,
ni al agregado del Obispo, quiso saber cuánto se tardaba en la instalación de
las diez primeras unidades y cuál era el precio que la empresa les ofrecía.
Estando realmente interesada por lo que de sencillez y practicidad le podía
suponer para el desarrollo de su encomienda.
Cuando el telón se había
corrido y el hielo roto por la inmediatez de Marínela, solo quedó en aquel
escenario el comercial más intrépido, haciendo frente nada menos que a un clero
poco dado a las ventajas tecnológicas y a los cambios bruscos en el aseo
corporal tras una deposición estomacal.
Le lanzaron una máxima
para abrir boca y ponerle en guardia_. La Santa Madre Iglesia, no aprueba estas
acciones, tan sexuales y carnales. Es como entrar en la vida de la antigua
Sodoma_ dijo el reverendo Teodoro_, esperando que alguien de los allí presentes
le echara un capote de ayuda.
Sorprendentemente
el vicario general y administrador de la
orden Don Prudencio y el ayudante del señor Obispo fueron los que sosegaron
algo las embestidas anti ventajas del viejo confesor. Aduciendo y valorando, la poca
infraestructura, el poco consumo, lo práctico y sobre todo el mantenimiento del
equipo que se auto preparaba y desinfectaba sin necesidad de la mano humana.
En ello estaba Javier,
cuando apareció en el umbral de la puerta una mujer con una sonrisa abierta,
que escoltada por el sirviente, que le atendió minutos antes, la acercó a la
altura de la mesa y los dejó solos en su ceremonia.
Cecilia, guapa mujer,
desenvuelta, ágil y simpática, se le echó a los brazos a Javier, sin mediar más
que un aullido controlado gutural, que le salió sin introito. El abrazo perseveró
por unos instantes y era de los que se dan con el alma y se reciben con el
deseo y la necesidad.
_ Deja que te mire, ¡que
guapo estás bandido!_ expresó Cecilia, mirándole de arriba abajo y sin poder
dar crédito a lo que estaba sucediendo_ algo más llenito pero con una carona de
poca vergüenza que no se la salta un caballo pelotero_, continuó objetando
Cecilia, un poco más serena y esperando que Javier diera su impronta de
acogida.
_ Cecilia, me equivoqué
dejando que te vinieras sin mí. Se ha cumplido todo lo que me presagiaste, y
soy peor sujeto, No me ha ido demasiado bien la vida en el aspecto emocional.
En cuanto al material, al de mi profesión, el trabajo, y todas las ñoñerías que
se valoran ahora, pues he ido saliendo, pero que te voy a contar si tú me lo
advertiste tanto. ¡Deja que te de otro abrazo!
Muy serio, la besó en
los labios y ella, no respiró, ni hizo el gesto de quítate, que ya no toca,
participó en el tocamiento y en el baboseo, como si hiciese media hora hubieran
saltado de una cama desnudos, buscándose de nuevo.
Se miraron a los ojos y
las intuiciones comenzaron a producirse enviando información subliminal en
ambos sentidos, los dos hicieron un repaso urgente a sus vidas en ese tiempo de
ausencia. Ella, que sabía leer entre miradas y conocía a la perfección el
lenguaje corporal, supo que Javier, no era feliz desde entonces.
Él muy cortes y
caballero, la observó y notó que el perfume que llevaba, era el que siempre le
había encandilado, que sus ojeras no eran de enamorada, su posición sobre su
figura la mantenía erguida pero inestable.
La invitó a que tomara
asiento, sin dejarle las manos y diciéndole_ tengo mucho que contarte_, la
ayudó a acomodarse, como lo hacía en los roñosos restaurantes de las Ramblas de
Barcelona, o las tabernas de “Pueblo Seco” cerca de la Barceloneta, en aquellas
noches de ¡Pura Vida! Como siempre anunciaba ella.
_ ¡Qué alegría Cecilia!
No sabes el vuelco que me ha dado el corazón al verte tan airosa, tan clara y
tan bueno… me callo y pedimos primero para ir avanzando porque imagino, tu tiempo
debe ser, como siempre justo y medido ¿verdad?
_ Pues ¡Sí!, Acá las
cosas van así y hemos de respetar nuestras pausas. Otra cosa, es que quedemos,
si es tu gusto en otro momento, pero hoy en dos horas como máximo tres, ¡no
más! He de estar en la botica.
Tú Javi, ¡aún me
acuerdo! Te veo tan… como decía aquella vecina que teníamos en el primero
izquierda. ¡Tan coñero! ¡Tan tarambanas!
¡Tan rompe bragas! Aunque de verdad te digo_ proclamó Cecilia sin rubor_ el
corazón también me palpitó con fuerza al verte y recordar en dos segundos toda
nuestra bonita e enigmática relación_. Con esa sentencia, respiró para dejar
que él, pidiera al servicio la comida que iban a degustar.
Hicieron su pedido al
chef del restaurador La Cava y bebieron
agua, como les era habitual en sus salidas de antaño. Quedando frente a frente
y ambos sonrieron por no llorar.
_ Cuéntame_, dijo Javier_,
quien empieza, con tantas cosas que he de decirte, no sé yo si me alcanza. Has
de prometerme, que pase lo que pase, nos hemos de volver a encontrar de nuevo
sin prisas, para comer y acabar de explicarte todo lo que no pueda hacer ahora,
en este espacio tan corto de tiempo, por
olvido, por vergüenza y miedo, o por la causa que sea_ esperó la anuencia de
Cecilia, que no tardó en responder con gracia pero a la vez dando en el clavo,
como siempre._ ¡Ah que raro, ¿ y follar?,
te has dejado de mencionar en las posibles causas, el acostarnos, lo que
siempre pides a las chicas en cuanto las conoces.
En cuanto lo mencionó
Cecilia, la última causa, se dio cuenta, que no era o no venía a cuento, a
pesar de saber que lo pensaba, como lo deseaba ella misma.
_ ¡Perdona! Javier, no
he querido ofender_ apartándole la mirada de los ojos, tomó el vaso que ya contenía
agua y dio un sorbo para pasar aquel mal momento.
_ ¡Qué quieres que
perdone! Si has vuelto a acertar. Yo debería haber sido más persona, o quizás
no cerrar la puerta con tantas llaves y no dejarte marchar. Sabes que si
hubiera apretado algo más las clavijas, te hubieras quedado en Barcelona
conmigo.
Ahora no puedo pedirte
nada. Y como no es momento de follar, ¡como bien dices!, comeremos y hablaremos
de lo que nos ha sucedido en nuestras vidas ¡Yo por lo menos! Así lo
haré, no para que me compadezcas, sino para que sepas como me han ido las cosas
y para que puedas reprenderme si quieres.
La comida estaba servida
y en buena paz, degustaban los frugales alimentos que solicitaron, dadas las
circunstancias. Fue Cecilia la que comenzó a hablar, sin que fuese forzada por
Javier. Le venía en gana en aquel momento, desató la lengua y la fábula desde el
momento en que despegó el avión con destino a Frankfurt desde Barcelona, aquel día
de noviembre gris y desangelado, para hacer escala y llegar a la capital de
Costa Rica. En una marcha de retirada.
_ Mi vida dijo_ Cecilia_
ha estado rebozada de muchas alegrías y algún que otro sinsabor, como le suele
pasar a la mayoría de los humanos. Tienen temporadas buenas y otras que no lo
son para enmarcar.
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