sábado, 19 de julio de 2014

El Wáter Cósmico _ Cecilia, boticaria _





A la par que esperaba paciente el vendedor y agradable Javier Martos, a Cecilia en la Cava del Duende, repasaba el cierre y la transcendencia de sus ventas en el Convento, tras haber hecho todo lo importante y conseguir unas ventas indecentes en la presentación de su producto.

Un mesero del restaurante al ver que esperaba desde hacía unos minutos en el comedor del salón, se le acercó y le instó si deseaba algún detalle.

_ ¡Señor muy bienvenido sea! La Cava del Duende, le da la bienvenida. Imagino espera usted, a alguna otra persona ¡desea tomar algún refresco! , vermut, o un Jerez muy bueno que tenemos importado de Cádiz, ¿en  España?
Javier miró con agrado al joven y detectó que también al muchacho, le hacía falta vender, para sobrevivir, que cada cual se gana la vida como Dios, le da a entender, que la vida es ¡Venta! Y no hay más

_ ¡Sí! Por favor, tráeme una copa de Oporto negro, mientras llega la dama que estoy aguardando.

_ Faltaba más caballero, ¡volando voy! _ dijo el barman apurándose en servir al cliente.

El pensamiento de Javier retornó hacia donde le estaba intentando llevar desde hacía bastantes horas. A repasar aquel cierre en la venta, y a refrescar cuales fueron las preguntas que le hicieron aquellos hombres y aquellas mujeres que a pesar de haber ofrecido sus vidas a los demás y estar en la vida eclesiástica, parecía fueran de otra galaxia, que no pertenecieran a este mundo, que tuviesen que velar por una decencia irreal y que pretendieran ponerse como los salvadores de las buenas creencias y virtudes, cuando ellos eran los primeros en que rasgaban las normas, en silencio y en su beneficio.


Por ello y después de haber dado un traguito al vino de Oporto, volvió a repasar en su percepción los detalles y preguntas realizadas por cada uno de los invitados. Llegando  a su clarividencia la recreación de los detalles.

La primera observación fue de la hermana de las Virtudes Marianela, que sin encomendarse al confesor, ni al agregado del Obispo, quiso saber cuánto se tardaba en la instalación de las diez primeras unidades y cuál era el precio que la empresa les ofrecía. Estando realmente interesada por lo que de sencillez y practicidad le podía suponer para el desarrollo de su encomienda.


Cuando el telón se había corrido y el hielo roto por la inmediatez de Marínela, solo quedó en aquel escenario el comercial más intrépido, haciendo frente nada menos que a un clero poco dado a las ventajas tecnológicas y a los cambios bruscos en el aseo corporal tras una deposición estomacal.

Le lanzaron una máxima para abrir boca y ponerle en guardia_. La Santa Madre Iglesia, no aprueba estas acciones, tan sexuales y carnales. Es como entrar en la vida de la antigua Sodoma_ dijo el reverendo Teodoro_, esperando que alguien de los allí presentes le echara un capote de ayuda.

Sorprendentemente el  vicario general y administrador de la orden Don Prudencio y el ayudante del señor Obispo fueron los que sosegaron algo las embestidas anti ventajas del viejo confesor.  Aduciendo y valorando, la poca infraestructura, el poco consumo, lo práctico y sobre todo el mantenimiento del equipo que se auto preparaba y desinfectaba sin necesidad de la mano humana.



En ello estaba Javier, cuando apareció en el umbral de la puerta una mujer con una sonrisa abierta, que escoltada por el sirviente, que le atendió minutos antes, la acercó a la altura de la mesa y los dejó solos en su ceremonia.

Cecilia, guapa mujer, desenvuelta, ágil y simpática, se le echó a los brazos a Javier, sin mediar más que un aullido controlado gutural, que le salió sin introito. El abrazo perseveró por unos instantes y era de los que se dan con el alma y se reciben con el deseo y la necesidad.

_ Deja que te mire, ¡que guapo estás bandido!_ expresó Cecilia, mirándole de arriba abajo y sin poder dar crédito a lo que estaba sucediendo_ algo más llenito pero con una carona de poca vergüenza que no se la salta un caballo pelotero_, continuó objetando Cecilia, un poco más serena y esperando que Javier diera su impronta de acogida.

_ Cecilia, me equivoqué dejando que te vinieras sin mí. Se ha cumplido todo lo que me presagiaste, y soy peor sujeto, No me ha ido demasiado bien la vida en el aspecto emocional. En cuanto al material, al de mi profesión, el trabajo, y todas las ñoñerías que se valoran ahora, pues he ido saliendo, pero que te voy a contar si tú me lo advertiste tanto. ¡Deja que te de otro abrazo!

Muy serio, la besó en los labios y ella, no respiró, ni hizo el gesto de quítate, que ya no toca, participó en el tocamiento y en el baboseo, como si hiciese media hora hubieran saltado de una cama desnudos, buscándose de nuevo.

Se miraron a los ojos y las intuiciones comenzaron a producirse enviando información subliminal en ambos sentidos, los dos hicieron un repaso urgente a sus vidas en ese tiempo de ausencia. Ella, que sabía leer entre miradas y conocía a la perfección el lenguaje corporal, supo que Javier, no era feliz desde entonces.


Él muy cortes y caballero, la observó y notó que el perfume que llevaba, era el que siempre le había encandilado, que sus ojeras no eran de enamorada, su posición sobre su figura la mantenía erguida pero inestable.

La invitó a que tomara asiento, sin dejarle las manos y diciéndole_ tengo mucho que contarte_, la ayudó a acomodarse, como lo hacía en los roñosos restaurantes de las Ramblas de Barcelona, o las tabernas de “Pueblo Seco” cerca de la Barceloneta, en aquellas noches de ¡Pura Vida! Como siempre anunciaba ella.


_ ¡Qué alegría Cecilia! No sabes el vuelco que me ha dado el corazón al verte tan airosa, tan clara y tan bueno… me callo y pedimos primero para ir avanzando porque imagino, tu tiempo debe ser, como siempre justo y medido ¿verdad?


_ Pues ¡Sí!, Acá las cosas van así y hemos de respetar nuestras pausas. Otra cosa, es que quedemos, si es tu gusto en otro momento, pero hoy en dos horas como máximo tres, ¡no más!  He de estar en la botica.

Tú Javi, ¡aún me acuerdo! Te veo tan… como decía aquella vecina que teníamos en el primero izquierda. ¡Tan coñero!  ¡Tan tarambanas! ¡Tan rompe bragas! Aunque de verdad te digo_ proclamó Cecilia sin rubor_ el corazón también me palpitó con fuerza al verte y recordar en dos segundos toda nuestra bonita e enigmática relación_. Con esa sentencia, respiró para dejar que él, pidiera al servicio la comida que iban a degustar.

Hicieron su pedido al chef  del restaurador La Cava y bebieron agua, como les era habitual en sus salidas de antaño. Quedando frente a frente y ambos sonrieron por no llorar.



_ Cuéntame_, dijo Javier_, quien empieza, con tantas cosas que he de decirte, no sé yo si me alcanza. Has de prometerme, que pase lo que pase, nos hemos de volver a encontrar de nuevo sin prisas, para comer y acabar de explicarte todo lo que no pueda hacer ahora, en este espacio tan corto de tiempo,  por olvido, por vergüenza y miedo, o por la causa que sea_ esperó la anuencia de Cecilia, que no tardó en responder con gracia pero a la vez dando en el clavo, como siempre._ ¡Ah que raro, ¿ y follar?,  te has dejado de mencionar en las posibles causas, el acostarnos, lo que siempre pides a las chicas en cuanto las conoces.
En cuanto lo mencionó Cecilia, la última causa, se dio cuenta, que no era o no venía a cuento, a pesar de saber que lo pensaba, como lo deseaba ella misma.

_ ¡Perdona! Javier, no he querido ofender_ apartándole la mirada de los ojos, tomó el vaso que ya contenía agua y dio un sorbo para pasar aquel mal momento.

_ ¡Qué quieres que perdone! Si has vuelto a acertar. Yo debería haber sido más persona, o quizás no cerrar la puerta con tantas llaves y no dejarte marchar. Sabes que si hubiera apretado algo más las clavijas, te hubieras quedado en Barcelona conmigo.

Ahora no puedo pedirte nada. Y como no es momento de follar, ¡como bien dices!, comeremos y hablaremos de lo que nos ha sucedido en nuestras vidas ¡Yo por lo menos!   Así lo haré, no para que me compadezcas, sino para que sepas como me han ido las cosas y para que puedas reprenderme si quieres.



La comida estaba servida y en buena paz, degustaban los frugales alimentos que solicitaron, dadas las circunstancias. Fue Cecilia la que comenzó a hablar, sin que fuese forzada por Javier. Le venía en gana en aquel momento, desató la lengua y la fábula desde el momento en que despegó el avión con destino a Frankfurt desde Barcelona, aquel día de noviembre gris y desangelado, para hacer escala y llegar a la capital de Costa Rica. En una marcha de retirada.

_ Mi vida dijo_ Cecilia_ ha estado rebozada de muchas alegrías y algún que otro sinsabor, como le suele pasar a la mayoría de los humanos. Tienen temporadas buenas y otras que no lo son para enmarcar. 






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