Elvira de forma sincrónica,
llamó a Ariel Petrowsky, porque sabía de la demostración que se celebró ya
mismo en el Convento de las Hermanas Trinitarias, en el colegio mayor de
señoritas de San José, bastante céntrico en la capital, y que además tal y como
le anticipó Javier, recién llegados de España, sabía que Ariel estaría presente.
La modelo, estaba muy interesada
en conocer como había ido la presentación del artilugio, porque quizás ella
también podría colaborar en algún otro lance de ese tipo, ya que en Cartago,
donde ella paseaba la ropa por las prestigiosas pasarelas había gente de mucho
dinero y que estaba abierta a todas las buenas nuevas llegadas de Europa.
La señorita Elvira, conocedora
por su talante y talento, sabía de la buena impresión que le había causado a
Ariel, y que ella podía pedirle cualquier detalle al joven sin demasiadas
cortapisas.
El agregado cultural
nacido en Alcañiz, era un hombre delicado y sensible y poco dado a fiestas con
mujeres, su experiencia no había salido más allá de los límites de la
Universidad y su poca costumbre sexual, se le veía a dos leguas.
Detalle con el que se
quedó la modelo nacida en Badalona y que utilizaba en esos instantes.
_ ¡Sí! ¡Quien es! _
preguntó Ariel, al pulsar el botón verde de su Smartphone.
_ ¡Cariño! ¡Soy Elvira,
me recuerdas maño! La guapa del viaje ¿¡ya!?
_ ¡Que ilusión! Y que gusto me da, que te hayas acordado de mí.
No sabes la de veces que vienes a mi cabeza al cabo del día_ dijo Ariel, sin
percatarse que estaba dialogando llevado por su ilusión con aquella guapa
mujer, y ella le dejaba expandir su espejismo con idea material, para después entrar
a la carga emocional.
_ ¡No seas malo! Conmigo
cariño sé sincero, ¡vida mía! y dime siempre la verdad, por cruda que sea o
parezca_ remató Elvira, riéndose y haciendo jeribeques con sus ojillos.
_ ¿Por qué dices eso
Elvira? Me suena a que estás confundida por algo.
_ ¿Solo piensas en mí,
por el día? ¿No me vayas a decir que en las noches de San José?, no te has
acordado ni una sola vez de mí. ¡Anda miénteme!_ Incitó con gracia y donaire al
licenciado en historia.
_ ¡Es verdad! ¡Tienes
toda la razón! Me acuerdo también por las noches de ti, debe ser una manía,
porque chicas guapas a mí alrededor las hay, y como te comento muchas. Todas,
como argumento de buen ver, sin embargo tú estás, en primera fila de todas.
Igual es por la impresión
que me diste al conocerte, de mujer barata al principio, para después pasar a
pensar de ti, que eres una musa celestial, muy buena por cierto, cariñosa,
gentil y estupenda persona.
Ese síntoma de
recordarte a todas horas, espero que sea momentáneo, porque de no cambiar,
sería bastante impertinente y poco práctico, cuando haya de relacionarme con
alguna guapa mujer de esta preciosa tierra_. Siguió charlando el licenciado,
que de palabras tenía, para poder parar a un barco a la deriva_.Has pedido que fuera
embustero y que te mintiera_, acomodó el ultimo acento Ariel para que todo
quedara ajustado a la frase y darle motivos a Elvira, para contrarrestar.
_ Eres un guapillo,
sabes que me tienes medio loca y que nos veremos, con seguridad bastante pronto.
No pienses que te me escapas, doctor licenciado, que no soy de las que
desaparecen y no vuelven.
_ Es lo que le dijiste a
Javier, para camelarle y hacerle perder el oremus, cuando aterrizasteis recién llegados,
valiéndote de tus perfumes y meneos,
seducciones todas de manual de libertina ¿para qué te invitara a pasar la noche
con él?_ Adujo Ariel, con la coña que habían comenzado el titubeo lingüístico.
_ No cariño_, dijo Elvira, sonriente_, fue muy amable, en
dejarme pernoctar, y no hacerme continuar viaje, con la de peligros que existen
en el mundo. Además él se llevó un polvo marinero, que no olvidará fácil. ¿Te
ha comentado algo?
_ Para nada, él es muy
caballero, con estas cosas y jamás explicaría de sus episodios. Le admiro,
porque es un sinvergüenza gracioso y dicharachero. Sin embargo tú Elvira_ dijo
Ariel, más serio_ llamas por alguna cosa que te hace falta o te interesa,
¿verdad?
_ Déjate de cuentos Ariel, y dime corazón mío, como fue en líneas generales la presentación del W.C. cósmico, en ese sitio tan remilgoso como debe ser un monasterio, con tanto tío raro, digo raros porque seguro no lo serán todos pero, que ya me entiendes, tanto confesor y tanta pureza fingida. Con tantos traumas y tantas estampas de falsedad.
Ya me entiendes Ariel,
cariño, esta gente viven de espalda a la realidad actual, para ellos todo es
pecado, todo es maligno, todo es infamia.
Cuando ellos mismos
hacen cosas que si realmente salieran a la luz, nadie las podría entender ni tapar.
¿No crees jayuelito?
_ Aún no salgo de mi
asombro_, dijo Ariel_, en lo bien que lo planteó Javier, de lo cojonudo que lo
hicieron Cinta y Severiano.
Era para filmarlo en
video profesional, que de hecho creo que así fue, porque habrá lugares donde el
espectáculo no se podrá escenificar y con tan sólo pasar ese tráiler venderán
cósmicos como churros_ dejó un inciso para saber si su amiga le seguía de
cerca. Detalle que fue suficiente, para que Elvira arrebatara de nuevo sus
preguntas y sus interrogantes.
_ Ahora cuenta pijito mío,
que cara pusieron los curas cuando vieron a la actriz medio en pelotas,
mostrando la barriga y la vagina. Cuando interpretaba el papel de mujer en
apuros por orinar y al modelo masculino, recrear unas escenas tan normales,
pero a la vez tan íntimas. Con el pájaro al aire, enseñando culo y sintiendo
los efluvios del roce de las manos mágicas del retrete prodigioso.
_ ¿Se les cayó la baba a las novicias?, que efecto tuvo en sor Marianela, la que vino con nosotros en el avión desde Madrid, ¡vamos la monja cachonda! _ hizo una pausa la chica, para que Ariel revelara.
_ ¡Mira! Cuando Cinta, que así se llama la actriz, se quitó las bragas, para guardarlas en la percha y resguardarlas, y se sentó en el cubículo, ¡se le vio todo! ¡Como es natural! Dieron todos los allí presentes, un suspiro de placer. Silencioso ¡Eso sí! Muy en silencio, para no demostrar que les encantaba verle el rumbo erótico a la guapa Cinta.
El confesor, Timoteo
Massana, Don Prudencio el Vicario General y Administrador de la Orden, el
ayudante del obispo... la madre superiora, Paloma Pérez Borrachero ¡hasta la
propia Marianela! ¡Fíjate que!... ¡Hasta a mí! Me entraron unas alegrías
locas, por ver aquel espectáculo.
Luego al final, aquellos
hombres intachables, los conductores espirituales que hacen sus necesidades
sexuales encubiertos, pusieron el grito en el cielo, por la indecencia, por la
inmoralidad, por la insolencia.
Todas las palabras y
calificativos, comenzaban por “In...” Sin embargo, creo que todos probarían de
buen gusto ese meneo que ofrece el escusado cojonudo, llamado wáter cósmico.
.
El único que no abrió la
boca, ni dijo anormalidades fue el adjunto al Obispo, se mostró normal y muy
educado, un tipo con inteligencia y con los pies en el suelo. ¡De este mundo!
Aunque lleve sotanas, es
de los que apoyan la nueva apertura laica, de los que reconocen el retraso y la
necesaria puesta a punto. Un cura moderno, un tipo normal en definitiva.
Yo me lo pasé bomba, me
excitó toda la representación, tan natural, amena, y vinculante, y digo
vinculante_ matizó el Ariel _, porque yo aún y siendo vergonzoso al ver
el placer experimentado por los actuantes, me hubiese sometido a la
prueba. Tan solo por el placer que sentían y que derivaban a los espectadores.
Una vivencia única.
De hecho esfuerzos hice
por aguantar mi esfínter... ya me entiendes nena, para que dar más información
a una chavala tan moderna de Badalona_, puso entonces fin a tanta dicción,
aquel hombre joven culto, que estaba en aquel país para educar.
_ ¿Te excitaste verdad
Ariel? Porque tu relato me ha puesto a ¡mil! En unos segundos y yo
presumo de ser una mujer fría, helada en estas ocasiones.
_ ¡Sí! Tuve que retener
mis inmediateces. Cuesta aunque no lo parezca, por ello sin ser una
demostración sexual, porque obedecía a la exposición de un producto
tecnológico, no deja de usar el cuerpo humano, el de una mujer entera y bonita
y un hombre deportista y aceptable para las mujeres. Detalles que hacen
trabajar la mente y esta ponerse a sospechar escenas.
_ Entonces ¿éxito de
Javier? Ventas seguras, o no llegó a concertarse nada en particular_ preguntó
la modelo de ropa íntima.
_ Ya conoces a Javier,
ese le vende un frigorífico a un esquimal, por lo tanto, lo que él quería es
sentar en un principio y en un lugar de reconocimiento su producto, ahora son
los mandamases y los que deciden los que dirán si adquieren tantos o cuantos,
pero me da que es una venta segura, por toda la modernidad y por toda la
higiene que arrastra el equipo, con mínimo mantenimiento, con instalación escueta,
con una serie de ventajas que las grandes firmas y los complejos enormes,
llegaran a tenerlo sin demora.
_ Te imaginas Ariel,
como estará de contento Javier, ahora que ha llegado al punto que él quería_
asentó Elvira, preguntando de nuevo al licenciado, para mirar de sonsacarle más
información de última hora.
_ Tú dirás, ahora que
está tan contento, espera verse con su Cecilia, bueno “suya” es mucho decir…
Con la farmacéutica, recuerdas que nos lo contó. Todo aquel devaneo que tuvo
con la señorita, cuando hacia su master en Barcelona.
Ahora que lo pienso,
deben ahora mismo estar juntos porque me ha llamado por teléfono esta
madrugada, después de la celebración de todo lo que ha pasado y de los informes
que ha enviado a sus responsables, los jefes de la empresa, que según me ha
contado están en Chile, y en breve vendrán aquí y a Nicaragua.
Ya sabes que son tres comerciales,
según contó Javier, los vendedores que traían el producto. Anoche no durmió en
el apartamento de Coronado, se ha dado una ducha después del festín y se ha ido
a ver a Cecilia.
_ Ariel, estamos en
contacto, nos hablamos y nos vemos.
_ Así será querida
Elvira, espero hablar contigo más a menudo y si podemos vernos mejor.
Javier Martos, estaba
esperando a Cecilia en un coqueto y amplio restaurante llamado la Cava del
Duende, donde habían quedado para almorzar, tras un permiso que ella había solicitado
en la farmacia donde trabajaba, por la zona de la calle siete, en la capital de
San José.
Hacía bastantes años que
dejaron de hablarse, y ella siempre fue una mujer discreta y nada excéntrica,
que simuló sus vivencias de una forma sencilla y sin llamar la atención. Muy
valiente afrontando los sinsabores que dejan las decisiones mal tomadas y las
acciones intrépidas de la juventud.
Cecilia Ramírez, doctora
en farmacia, soltera, con un futuro de ensueño voló a la península Ibérica y
estuvo en ella durante cinco meses, trabajando y haciendo prácticas en el
Hospital de San Pablo, finalizando su master en la universidad y ciudad de Barcelona,
allá por el año 2005.
En aquel tiempo conoció
muy bien a Javier Martos Díaz, un empleado comercial muy seductor, con unas ínfulas
de llegar al cenit insuperable, con el cual mantuvo una relación amorosa, muy
importante, y duradera, con grandes expectativas y proyectos. Hasta que la
doctora una vez concluyó su tesis, le planteó a su pareja Javier, volverse a su
país para desarrollar toda su vocación con los suyos y este no contempló esa posibilidad.
Cuando se vino de España,
estaba en cinta de su primera hija, sin haber dado el debido conocimiento a
Javier, que era su pareja de hecho desde hacía meses. Teniendo que afrontar, sola,
todas las dificultades que se fueron generando a medida que el tiempo pasaba.
Su familia, aceptó divinamente
la decisión de Cecilia, de proseguir con aquel embarazo y ahora tras un
divorcio anunciado, se encontraba en la plenitud de su vida, con un oficio al
que ama, una parroquia fenomenal, y tres hijas preciosas, que la adoran.
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