Viene del Capítulo Anterior: _Suministros
Entrega del capítulo: El wáter cósmico_ recelos
Imaginó súbitamente en aquel preciso instante, quien estaba al otro lado del auricular; antes de levantar el aparato le sobrevino fugaz la figura de su ex mujer: Mercedes Piedra Roqueta, la fiscal de Vinaroz, que a pesar de estar separados mantenían una relación educada. Habían olvidado a la fuerza, la tragedia del fin de su matrimonio, sus ilusiones, el cariño y sobre todo se había esfumado la cantidad de planes maravillosos que Mercedes y Manuel habían forjado en un pretérito pasado no lejano. Su amor; la pasión de Mercedes había desaparecido de la noche a la mañana, dejando a Manuel sumido en un mundo irreal, que él trataba de superar.
Agotando
todas las posibilidades por tratar de recomponer su existencia sentimental, con
la joven de toda la vida, su novia de juventud, la chica que le bebía el seso.
Aquella que se dejaba besar a hurtadillas en el portal de su casa, que huía de
las calles alumbradas para poder recibir las caricias de Manolo por toda su topografía
corporal. La misma que le pedía en susurros la hiciera feliz poseyéndola y
penetrándola sin zarandajas bajo la luz de la luna o; en el propio Renault 4
que conducía Mercedes.
Se agotó el amor y Mercedes le dio puerta, había
perdido la atracción y el deseo, por su esposo, con el que apenas hacía tres años
llegó a celebrar una boda de película, donde todo parecía iba a durar mientras
vivieran. El ansia de toda jovencita que se precie, la pareja ideal para
encuadernar en el recuerdo, la mujer que solícita bebía los aires de su amado y
en los colores de la cara, se reflejaba los benéficos matices de la pasión de
un sexo desmedido, del fragor de las noches locas interminables donde se
confundía el regodeo con sueño y los milagros con la vitalidad erótica
Hubo otros motivos deshonestos que ayudaron
también a que se diluyera ese lazo, que ella por no querer airear los hechos,
debido a la repercusión que tendría en su ascendente carrera y por cobardía
finalizaron en una separación inesperada. Mercedes, toda una fiscal de la
jurisprudencia, una mujer de leyes, una abogada del Estado, una representante
de postín, una legisladora equilibrada y defensora de la licitud, guapa y
elegante, falló por deshacer su nido.
Venida
de una familia arrogante de pueblo, descendiente de gentes engreídas y no siendo
de alto abolengo; sí; se las catalogaba de medio pelo. Gente adinerada gracias
a los desmanes y negocios oscuros que trajo la guerra civil, y con unas
pretensiones de merecer elevadas. Muy respetadas por el miedo que otorga el
poder, pero poco queridas por sus vecinos y conocidos.
Llegó a
la conclusión de que no amaba a Manolo, que había fallecido el amor, porque se
prendió de un profesor de la universidad de Valencia, que le daba clases de
Derecho Civil, más notable, afamado y sobre todo con más prestigio mediático y adinerado
que Manolo, con posibilidades de llegar a uno de los Ministerios del gobierno y
con menos necesidad de dar explicaciones, ni justificar ausencias y retrasos
nocturnos.
Detalles
que sumados a la trayectoria de la nueva fiscal de una ciudad cercana a
Castellón, desnivelaban la balanza en contra de Manuel García de la Serrana,
vendedor del wáter cósmico.
Levantó
el teléfono y aún y sabiendo quien era preguntó con voz obsequio_: ¿Necesita
una experiencia nueva en su lavabo? ¡Dígame si es así!
_
Manolo soy Merche, Veo que has llegado a Managua, que tal ¿buen viaje?
_
¡Sí! Ha sido un viaje estupendo, no nos
ha faltado de nada y no hemos notado a parte de las horas de avión, que si bien
estás un tanto preso; la necesidad de
salir pitando_ aventuró Manuel.
_
Gracias por llamar, tú tan atento como siempre_ afirmó Mercedes con educación
legislativa_. Que todo te vaya muy bien y que vendas mucho. Te dejo que tengo
mañana un juicio muy importante y aun no he preparado nada de la vista_,
ultimaba la fiscal.
_
Venga, señora fiscal ¡adiós!, que todo te salga bien y que no te condenen los
ángeles celestiales por tus prisas de siempre_ recortó Manolo muy guasón su falta de tacto y la
forma de expresión, lanzando una interpelación directa a la ex legítima_ Por
cierto señora fiscal_: ¿Cómo llevas el tema de nuestro divorcio? Que no se
retrase más allá de lo normal, sabes que
tengo ganas de sacarme de encima este asunto para dejar de pensar en ti, lo
antes que pueda. Dice mi abogado que estás dando largas a los detalles y eso no
creo sea propio, ni de tu honorable familia_, concluyó con énfasis su
invocación.
_
¿Tantas ganas tienes de llegar al punto y final? _ pregunto Mercedes, no sin
molestarse por tanta exigencia.
_ Más
prisa que la que tuviste tú por engañarme con el futuro Ministro. Sabes que gracias
a Dios_, continuó Manolo disfrutando con sus palabras_, has sido un fallo
sentimental, un percance en mi vida, que debo corregir y cuanto antes reponga
el desliz; cuanto antes te sustituya por una mujer como debe ser, mejor quedará
mi espíritu y no digamos mi cuerpo_. Sin dejarla continuar y antes de colgarle
el aparato: alegó_. Te dejo, atiendas tu juicio de mañana y que tenga suerte el
encausado, lo mismo paga los platos rotos de esta conversación.
Al
dejar el teléfono, suspiró con dureza y con asco, tan solo el recuerdo de su
figura, todo lo mal querido que fue y la desvergüenza de alguien que no tiene
ni sentimientos ni dignidad le producían urgencia de olvido.
Tan
solo tardó unos segundos en dejar ese capítulo de su inmediato pasado en fuera
de juego, debía resarcirse con algo que le produjera satisfacción y anhelo y se
acercó a su agenda para buscar algo que el sabia tenía aislado en su billetero,
junto al compartimento de las fotos, donde al colocar la cartera en el bolsillo
de su chaqueta, toca directo al corazón. Buscó fácil y preciso una dirección y
un teléfono, que junto a una foto aguardaban entrar en ese trance de jugada
maestra. Miró la foto con cariño y leyó los dígitos del número, que marcó
seguidamente desde el supletorio de la mesilla de noche de la habitación.
Mientras escuchaba el sonido de la marcación, miro de soslayo su reloj y
comprendió que la hora era completamente inadecuada, sin embargo, aguantó que
los sonidos cantaran una y otra vez hasta que una voz agradable y anestesiada decía_:
¡bueno, quien es!
_
¡Hola! Sé que no son horas, pero no he podido aguantar ¡Soy Manuel! He llegado a Managua y quería que lo supieras.
_ ¡Hola
pajarito, ¿qué tal fue ese trayecto, hasta esta linda tierra? ¡Como os va!
Recién soñaba con vos, y me extrañaba no dierais señal de arribo. Me encantó
saludaros. ¿Dónde paráis a estas horas?
_ Estoy
en el Hotel Los Robles, cerca de la zona residencial Los Parques de Altamira_
anunció Manuel, leyendo su folleto de inscripción
_ ¡Sí,
conozco el sitio! estupendo lugar para una estancia de ensueño, digna de un
experto vendedor, desde donde puede trasladarse en condiciones optimas por la
ciudad; pero ahora es muy tarde y yo no estoy en condiciones de poder ir a
verte. Comprende colibrí, dale tiempo a esta pajarita para que sosiegue sus
ganas de abrazarte y quedamos mañana a la hora que más te convenga.
_ Por
supuesto, ¡claro! No debí haber llamado a estas horas, perdona fue el impulso y
la reacción de que supieras que estoy aquí_ esperó un par de segundos a ver los
reproches que aducía Mechthild, que no llegaron y continuó_: son tantas las
ganas que tengo de conocerte, que mi impulso ha sido superior a mi educación_.
Se reprochó Manuel nervioso.
_ ¡Ah…
no pasa nada!, lo único, fue que acá en estas horas dormimos, pero mañana nos
vemos y nos saludamos. Te llamo después de salir de la oficina, y quedamos un
ratito, nos vemos, y solucionado_, dijo la señora, sin el más mínimo enfado ni
reproche.
_
Entonces hasta mañana pajarita_ se despidió nombrándola con el pseudónimo con
que la conoció Manuel_, colgando el teléfono, con pocas ganas. Hubiese estado casi
toda la noche charlando, como normalmente hacían desde hacía unos meses, cuando
se conocieron en aquel foro de despistados. En las noches que no dormía, por
los problemas acaecidos en su matrimonio y el desdén de Mercedes con el
profesor que le daba clases de Derecho Civil.
Fue una
noche de desconcierto, que por casualidad, Manuel harto de esperar a su esposa
Mercedes y con los nervios a flor de piel, entró en una web de amigos
internacional, por la vía castellana, creyendo podría detenerse y despejarse en
una de esas audiencias agrupadas, que todo lo critican, todo lo pueden y además
son superiores a las fuerzas naturales porque se abastecen solos de cuanto
necesitan, ya sea una taladradora para hoyos en el mar, como una aspirina para
los más indulgentes de los desgraciados con dolor de cabeza.
Allí
estaba: Pajarita, esperando a que alguien le diera conversación y vela en aquel
encuentro. “Chispa” pseudónimo de Manuel García de la Serrana, la saludó
aquella madrugada, sin demasiadas perspectivas ni ilusiones. El destino, la
suerte o quizás el desaliento que ambos poseían por el barbecho que habían
tomado sus vidas, remó porque aquel encuentro se sucediera con más asiduidad de
lo especulado por ellos. Haciendo del uso de tratarse un frecuente denominador
el cual al cabo de los meses, franqueó cierta confianza para poder tratarse.
Continuará
To be continued
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