Tradición y encanto con la programación de las Fiestas. Se
ha hecho una máxima en el devenir del conjunto de los actos celebrados.
Salvando los recortes que los hay, y la gente lo comprendemos debido a la
situación de la economía del país y a tantos y tantos detalles que surgen en
estos tiempos que corren. No les voy a hablar de penas ni de recortes, ni
siquiera de política ni religión. Estamos aquí en esta página para mantenerles
informados y para que aquel que la lea, pueda interesarle alguna de las: narrativas,
cuentos, historias, crónicas, y poesías.
Las cuales intento mantener; a pesar como es lógico y
ustedes comprenderán de todos los reveses y disuasiones.
¡Segundos fuera! Como dicen en las tarimas de boxeo.
¡Quiero comentar lo espectacular del Concierto!
Dentro del programa de estos días, suele coincidir con la noche del
quince de agosto; festividad de la Virgen María. Aquí celebrando asimismo; San
Roque, Patrón de la Villa.
Nos deleitó con la música y el espectáculo la Orquesta
Pasarela, venida de Santo Domingo de la Calzada, provincia de la Rioja. Una
agrupación musical, que puso el tono en ese día tan señalado en la población.
En principio con la celebración del: “Concierto”, para todos aquellos que nos
encanta la música y después por la noche ya entrada la madrugada en el baile; que hizo danzar a todo el que tiene salero en
sus vías sanguíneas y le mueven los compases de un pasodoble, un bolero,
ranchera o, pieza melodiosa concordada que se precie.
El pueblo a la hora del espectáculo, se apresuró a llenar
la Carpa de Fiestas, llenando las localidades y algunos teniendo que ver el espectáculo
en pie, mientras la hora y minutos en la que se extendió la “mostra”.
Bailables de todos los gustos y tipos. Jotas, melodías,
blues, Chachachás, canciones románticas, un amplio recital, donde se tocaron todos los
palos.
La Orquesta Pasarela, con sus tres cantantes y sus siete músicos,
supo agradar, arrancar el aplauso y divertir a los tantos y tantos melómanos y
acompañantes que asistimos al evento.
Ahora, ya tan acostumbrados a escuchar música enlatada. ¡Sí
amigos; adulterada! En esos: “laboratorios de mezcolanzas sonoras” que hacen
sonar una caña de bambú como si fuese un trombón de varas, o una caja de
galletas de cacao, semejando a una buena batería de bombos, claves y maracas.
Para después sacarlas al mercado, o dejándola que viaje por la red, como si
fuese la creación de una orquesta de Manhattan, o de New Jersey.
Esta Orquesta Riojana_ Pasarela_, trayendo canciones de medio mundo, puso a
vibrar a los allí presentes, por sus metales bien afinados, sus instrumentos de
percusión equilibrados y sus voces milimétricas acordes con lo que tenían y pretendían.
Sin contar con los meneos que se daban las intérpretes, en sus exposiciones
musicales, o el ritmo del cubano, que hacía las veces de solista, el tipo que; supo
menearse más que un garbanzo en una lavadora de mil revoluciones. El que puso a
la mayoría de las damas a pensar en un centrifugado exótico y sensual,
apetecible.
Respeto a los grandes nombres artísticos, a las grandes
figuras de la canción, a los divos espectaculares que llenan espacios
deportivos, donde caben más de cuarenta mil personas. Mi devoción hacia ellos, por
su clase y por sus consejeros y por su suerte.
Aplaudo con mis manos hasta destrozarlas si cabe, por estos
otros que recorren la geografía, dando parte de su vida, y todo su arte sin
condiciones, haciendo lo mismo que los más famosos. Siendo en algunos casos
mejores que los afamados, tienen más mérito y se dejan de zarandajas encima de
los escenarios sirviendo el do de pecho, como el popular y aclamado llamado: “Quien
sea, da igual”
El personal asistente, quedó satisfecho y encantado por
todo. Que necesario se hace ya, de una vez por todas reconocer el esfuerzo que
hacen otros para que nosotros podamos sentirnos felices, aunque sea por un
instante.
¡Amigos! He de reconocer, que este instante de placer que
me regaló la música del Concierto, hizo que olvidara por unos minutos, todos
los pormenores de mi existencia, por ello significo y doy las gracias a quien
corresponda, a tenor de quedar estas palabras en el olvido o, que nadie las
llegue a leer.
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