sábado, 22 de enero de 2011

El recado de Margot


La familia Pageo, se dedicaba a criar a sus hijos lo mejor que Dios le daba a entender, dadas las circunstancias de la vida y la época. Tras la etapa de represión y de carencias, era bastante difícil formar a los hijos, porque por entonces se necesitaba de casi todo. Sin embargo, en aquel seno familiar, se seguían ciertas normas establecidas, dónde los valores esenciales eran los que se procuraba llevar a “raja tabla” y con la ayuda de sus creencias religiosas, sus conocimientos y la disposición de aquellas personas, iban sobresaliendo ante tanta turbulencia.

El padre, Don Aniceto, estaba empleado en la Notaria del Ilustrísimo Don Erasmo y la madre la señora Juliana, maestra de enseñanza primaria del pueblo. El matrimonio además de desempeñar las funciones que les correspondían, debían educar y alimentar a sus dos hijos, que ya comenzaban a tener edad suficiente como para tener sus propias inquietudes. Manolita, la hija mayor, una pelirroja muy blanca de piel y muy ingenua, ya preparaba los ajuares para llegado el día oportuno, tenerlos todos planchaditos y preparados.

Pascualin, ha de estudiar para ser un hombre de provecho. Del sur y artista decía él, cuando se le preguntaba en comentarios y charlas con los amigos. Imbuido por colosales fábulas que explicaba su madre Doña Juliana, sobre geografía e historia, de los ocho siglos de dominación musulmana en nuestro suelo y las no menos instructivas referentes a los Suevos, Vándalos y Alanos, primeros pobladores de la península.

La niñez desfiló de forma sencilla, querido por la familia, que le permitía todo lo que se podía y lo que estaba más allá de lo viable. Jugando con sus amigos, enfrascándose con leyendas, intentando acumular conocimiento y estar con las botas puestas para que; llegada su hora fuera a estudiar a la ciudad.

Los padres gente campechana y honrada vivían con la preocupación de instruir a Manolita, de todas las artes de la casa, en la estricta educación para que fuera una señorita completa y hacerla contraer matrimonio con algún muchacho de buena familia que además de ser trabajador, le aporte felicidad custodia y amparo. _Por aquellos tiempos no se podía casi ni elegir con quien te habías de embarcar para toda la vida, te venia ex profeso y madurado desde el natalicio_

Pascual obedeció la decisión de sus padres en dejar su Linares natal y acceder a una Universidad para hacer carrera. La familia soñaba con que llegara a ser boticario, como un tío materno que tenía una farmacia en Berja, sin embargo, a él le encantan las pinturas, las artes y las letras. Ser pincel de retablos como Goya, Murillo, o Miguel Ángel, para ataviar otras capillas a modo de la Sixtina, que tanto le emocionaban. Mostrar y airear su arte literario y crear poesías pudiéndolas recitar por los teatros más importantes del globo.

Para ello en Granada, acudió a la cátedra Apostólica, becado por los curas de la Salle, ayuda que solicitaron Don Aniceto y Doña Juliana para sufragar el cuantioso dispendio que significaba estudiar y pernoctar fuera de casa.
Una vez afincado en la ciudad y en su ir y venir por calles y alamedas, visitar la Alhambra, pasear por sus jardines, aspirar aquel embrujo penetrante de azahar, asistir a las clases, conocer más posibilidades, poder elegir futuro, el trato con estudiantes de la residencia, las salidas nocturnas, el buen divertimento, el inhalar de la cultura morisca; es lo que le decide a instruirse en Bellas Artes. El ideal de una vida nueva, entre muchachos diversos, le llevan a vivir una etapa que no había imaginado pudiera sucederle. Todo le parecía fantástico, como un sueño hecho realidad, que se cumplía en aquellos días.

Por mediación de un colega, se inscribe y se enrola en un grupo de dramáticos aficionados, desde donde tras los ensayos y pruebas pueden actuar en el teatrillo del complejo. Avista muchos derroteros y facetas donde poder alcanzar y dar pábulo a sus cualidades de comediante aficionado.

Actuar ante el respetable, desentrañar obras como: Las hijas de Bernarda Alba, Platero y yo, y clásicos del repertorio de Dostoievski. Le alteran cada vez más hasta que llega a ser parte de sus días el ensayo, el estudio y la vocación teatral.

Mientras los meses pasaban, los estudios avanzaban y las idas y venidas a su casa se hacían cada vez más tardías. Sus padres veían que su Pascualito, se estaba abriendo al mundo y eso les reconfortaba de manera notoria, a pesar de perder su proximidad y apego.

La hermana; Manolita, ya está prometida, sus papás le han buscado un buen partido, de hecho hacía años que lo tenían pensado, pero no lo habían aireado, no fuera que se le escapara la oportunidad y el ridículo y el mal fario entraran en el camino de la niña. Se trata de Fidel, hijo del señor Raúl, el practicante, una gente muy seria y con hacienda, que a su Manolita, le viene al pelo, porque es un pimpollo triste y callado, fácil de domeñar y con poco genio. Ella, entiende la plancha, la cocina y se defiende con los bordados. A poco que tenga suerte, serán felices.

Conoce a una mujer, llamada Margot a la que su mirada siempre tropieza con la suya. Le está ayudando en las difíciles interpretaciones del autor Víctor Hugo, fue la intercesora de él en un atasco interpretativo, que le saca del atolladero cuando sobre el escenario, quedó en blanco, sin poder pronunciar el panfleto que debía. Ella, se acercó y besándole en los labios sin venir ni a cuento ni en el guión, hizo que el protagonista de la tragedia saliera reconfortado y tan restablecido que el respetable que no conocía la obra, le pasara el detalle por alto, sin adivinar que se habían salido del guión original.

Es una morena, alta y fina que le caen por la espalda unos cabellos preciosos, con una cara de porcelana delicada, su esbeltez hace gala a una musa del Acrópolis, sus ojos resaltan de las órbitas como aquella nebulosa excéntrica que circunda el vasto infinito, la nariz respingona sin llegar a ser afilada hacía juego con aquellos labios carnosos y rojos que poseía, que dejaban vislumbrar una dentadura pétrea, nívea y armónica como si los dientes fuesen notas sobre las partituras del vergel. Las orejas quedaban tapadas por las crines del negro azabache. Su delgadez exacta hacía que las prendas íntimas femeninas le marcasen las formas de su estructural carretera entre los tobillos y los hombros, camino exabrupto por los declives de su cuerpo, vadeando por las estribaciones entre las hendiduras de la cintura y esos montes universales que toda hembra bien constituida tiene. Los gustos de Margot eran afines a los de Pascual con lo que llegan a atraerse.

Mayor que Pascual; seis años. Ahora cumple veintiocho. La experiencia, el garbo, la suficiencia para entender dilemas, los contratiempos vividos y la claridad de conceptos, le dan ese aire de dama silente y recatada que impera en su presencia, mostraba detalles de exquisita educación, sinónimos de refulgencia y donaire. Pascual; se enamora de ella inútilmente no pudiendo mejorar ni cumplir ese deseo. Existen normas que prohíben el acceso al libre albedrío y acotan las formas y reglas del amor aunque este sea libre. Ella tenía pareja

En uno de los ensayos de la compañía, se refina una noticia procedente de Linares que llevaba sello de angustia traída por el conserje del complejo en un cablegrama; donde se adivinaba una enfermedad surgida a Doña Juliana. Le informan de lo sucedido pero le calman a la vez, para que se mantuviera alerta dado que el carácter de la dolencia parecía remitir. El mensaje venía firmado por su hermana Manolita, ofreciendo tranquilidad e información cumplida al hermano y que le mantendría alerta a posibles cambios en el estado de salud de la madre.

Una noche de intimidad, juerga y repasos. En el transcurso de una cena con velas, en la taberna del Buda, llegaron las ansias y excesos amorosos de los actores, que a pesar de estar ambos cuadriculados por sus respectivos compromisos, el deseo y la avaricia carnal hace que la memoria se seque y se obnubilen los recuerdos y las promesas se desvanezcan.


Hasta altas horas de la madrugada bailaron y bebieron, la embriaguez desató sus lujurias y se perdieron en los solaces de la infidelidad y el adulterio. Era un callejón sin salida, a pesar de los débitos íntimos de cada cual estaban presos de una pujanza que los llevaba al delirio. Ella, sabiendo que perdía los papeles, parecía no importarle echar a rodar su relación, dando pie a él, a que interpretase la danza de los locos y enajenados por pasión

Una voz apitada y feroz que se escucha desde el acceso al Buda, rompe el puchero de los embelesados, llamando a voz en grito con severísima urgencia a Pascual. Justo cuando aquella pareja se iba a perder dentro de sus plenos y quedar narcotizados bajo los efluvios del placer. El Buda de la taberna les interrumpía el baile del cisne.

Partió urgente, quedando aplazados aquellos agites, mimos, ardores; todo quedó en el ambiente. El trance y la angustia del momento rompe toda fuerza, todo gancho y la desilusión brinda con Margot como una maldición externa, como una pedrada brutal, sorda y seca aflojara todos los esfínteres y los tradujera a nada, sentando aquel instante y haciéndolo inacabado.

Tras la llegada a su ciudad y todo el devenir de aquella tragedia familiar, han pasado dos años que el estudiante de Bellas Artes, replantea su vida en Paris. Al llegar a la capital de la Luz, se encuentra perdido y desolado quiere continuar con sus estudios que dejó pendientes y se instala en Monte Martre, va con lo puesto y se instala en una buhardilla con cuatro españoles artistas que lo acogen como invitado hasta que pueda airear las telarañas de sus pestañas y emprender un camino con rumbo dirigido. Una tarde conoce en la esquina de la rue de la Concorde, a Chichí, negrita esculpida de grandes ojos y labios prominentes con la que pronto entabla amistad. Diecinueve años mayor que Pascual, pero nada se interpone entre los calendarios de las personas cuando la atracción de los vasos sanguíneos fluye en sentido desorbitado por la autovía del deseo. Chichí, lo rescata de las calles de la hambruna y de las camisas sucias, malolientes y fritangueras, llevándoselo a su apartamento que no es más que el trastero de un burdel enrojecido y húmedo.

Margot, con su compañero de siempre viven en Granada, justo en el barrio de Sacromonte, una vida rebozada de ocultación y escasa pasión, sin más alegría que la rutina de la propia naturaleza y el divino estar de la ciudad. Ella es dependienta en una droguería y él, Jacinto; trabaja de celador en las márgenes de un cortijo propiedad de los Marqueses de Ziricrujo.

Paris no se queda con nada de nadie, es una ciudad amplia y libre, la luz es la presencia de todas las manifestaciones artísticas y en ese enclave solo resurgen los buenos artistas, a los mediocres la propia existencia los gasta, hace enclenques, los devora de raíz dejándolos en sus propias cepas.

Dos años han pasado desde que Pascual se deja alimentar por Madeimoselle Chichí, pintando y haciendo recados en el boulevard “la Rouge de Paris”, ella se encarga de llevar el dinero a casa mientras él divaga en sus elucubraciones artísticas. Escasos detalles cariñosos y pocas ambiciones existen entre ellos, lo consume la vida. No está feliz, la mezquindad aflora y un buen día retorna sin más preámbulo a España.

En estos años Pascual, se hace un mediocre pintor. Al regreso se instala en Oviedo, tras haber recorrido todo el Cantábrico, sin encontrar su medio. Han sido unos años de dulzura por parte de Chichí, que lo ha tenido sobre lienzos, esperando milagros y que dejara de ser un amante a medio gas, sirviendo de mozo de estoques y de lavandera, además de atender la cocina y la cama por las noches que ella no salía a ganarse el pan.

La ciudad de Granada, también despachó a una vecina por falta de ganas de continuar en la brecha, de cumplir lo que tenía estipulado y por no aguantar más a Jacinto, un pobre obrero, sin pretensiones, más que de tomar su cervecita tras el trabajo y perderse en casa alrededor de la lumbre, contar sus batallitas a los amigos y excitarse en la intimidad con Margot. No eran los mismos deseos los que Margot deseaba y una mañana lo abandonó sin contemplaciones marchándose a la ciudad de Barcelona.




Residía en la zona de Sant Andreu del Palomar, muy cerquita de “los quince”. Ocupando temporalmente la casa de una prima suya. Encontró trabajo en una cadena de montaje de una empresa de obtenidos de papel en rotativo usados para los billetes y boletos de trenes y autobuses de cercanías. Está sola, tranquila y algo más suelta y feliz que en su ciudad natal, sin contacto de familias ni allegados.



Oviedo, tiene otro estudio de Pintura, en la calle Bermúdez de Castro muy cerquita de la plaza Luis Ruiz de la Peña, es regentado por Pascual, que tras contraer matrimonio, hace algunos meses con una señorita soltera guapísima, un tanto delicada de salud, llamada Matilde que conoció como interna, en uno de los centros de recuperación que visitó en una indisposición personal.
Con los esfuerzos de ambos y algo de ayuda de los padres de Matilde, han podido montar este cuchitril para mirar de ir tirándole a la vida tejos, telas y óleos para ofrecerle al estómago algo más que agua mineral de Santa Engracia. Ella; Matilde antes de caer enferma y durante toda su juventud, ha trabajado de dependienta en una tienda de motivos religiosos, por lo que el trato con el público, no le es problema y menos con su porte de resignación contemplativa.

El tenderete les daba para ir viviendo y darse de vez en cuando el capricho de esos viajes a lugares Venerables como son los Santuarios, en busca de ese amparo espiritual que necesitaba la salud de Matilde, para rogar por la robustez y por la suerte de ella, haber encontrado al Pascual compasivo, que siempre había soñado y le había invocado a San Antonio de Padua, le brindara para desposarse y comer perdices durante largo tiempo

Habían estado en varios países, en Fátima en Portugal, en la propia Asturias con su Santina la Virgen de Covadonga, Di Orona en Italia, Santuario de Fauna y Flora de Riohacha, Santuario de las Lajas en Medellín, ambos en Colombia, El Santuario Guadalupano de México, Lambayeque y Santuario de la Virgen de Pallagua en Tacna, de Perú.
Fue en este Oratorio en: Pallágua, de la ciudad de Tacna, en Perú cercana a Chile. Tropezó con una referencia que le volvía su reflexión a España y al recuerdo de su juventud, en algo que no quedó zanjado. Esperaba ser descubierta en esos lugares benditos de reencuentro justo al lado de un templete, en un altar de la ermita de reposo.

Recintos de plegaria y jaculatoria, dónde los devotos hacen sus ofrendas a la Santísima, sobre un deseo, una promesa o alguna necesidad del alma que se almacena y que no es capaz de salir por su propio peso. En ese podio, le esperaba.

Allí en la capilla de esa Virgen, mientras Matilde rezaba en el reclinatorio de aquella ermita, él revisando y leyendo las peticiones y los deseos escritos en diferentes pliegos, fue a tropezar con una postal escrita por Margot, la reconoció enseguida. _ ¿Fue casualidad? ¿Sería destino? ¿El grado de las circunstancias actúa en esa forma cuando menos las esperas? ¿Había sido un designio del cielo?_

Llevado por el misticismo de Matilde y dejándose arrastrar por la esperanza de su curación, rebuscando aquel milagro del cielo, para endulzar la salud raquítica de su mujer, lo arrojó al vacío, como si tuviera que purgar ciertas deudas de su pasado.

Pascual, había hallado un mensaje personal a miles de kilómetros de dónde tenían su residencia. Era una postal, ya salpicada y raída por las humedades y el tiempo, en su cara principal, mostraba una imagen de Nuestra Señora de Pallágua y al dorso un mensaje con estas letras:

_ Busco a un ser que me dejó incierta, he soñado cada día de mi vida con él. Pascual, tengo la seguridad que jamás leerás estas líneas, sin embargo, aún tienes algo pendiente conmigo. Creo en la Virgen y ella fue la que me indicó el camino que debía seguir para intentar que pudieras leer este mensaje. Te espero, tu hermana tiene mis reseñas. Desde que el viento no sopla a mi favor, no duermo. Tengo ganas de verte._    Septiembre 1978 _ Margot.




Aquel hombre, no sabía dónde mirar, el corazón le dio un vuelco, en sus manos tenía una tarjeta escrita por Margot, estaba desconcertado. Miró alrededor y por el soslayo vio a Matilde rezando fervorosamente de rodillas y además de implorar, por sus cuencas bajaban dos lágrimas en recorrido hacia el mentón. Volvió a depositar la misiva de dónde la había tomado para leer y sin pálpito se acercó a los reclinatorios y quedo postrado frente a aquella Virgen, que le miraba sin descaro.


Tras una durísima enfermedad y un desagradable padecimiento, Matilde murió una mañana de invierno en su Oviedo natal, en brazos de Pascual, que le acompañó hasta el último de los suspiros, fue muy dolorosa esa despedida y sin más quedó solo y desbaratado.

_Buenas noches, es miércoles primero de diciembre del año 2010. Les habla Consuelo Horcajo.  Ese Horcajo mío se escribe con hache.    Desde la emisosa  TeleGlobo en la 89.0 de vuestra frecuencia modulada, Radio Carambita…carambola_

Comenzamos el programa nocturno dete indago y no te hallo

Esta noche parece que tenemos muchas llamadas, no les vamos a hacer esperar. ¡ Comienza el programa !   Nos llaman desde Asturias en España.

_ Hola, son las 03 y diez de la madrugada; buenas noches ¿Con quién hablo?_
_ Buenas noches Consuelo, ¡Me llamo Pascual! _
_Dime Pascual, que quieres contarnos. ¡Te escuchamos!



_Mira Consuelo, estoy nervioso y enfermo, no tengo costumbre de llamar por estos medios._ Trinchándosele la voz, comenzó a llorar en el silencio y en aquella oscuridad…

_Tranquilo...  Me has dicho que te llamas ¿Pascual? ¡Adelante te escuchamos!

_ Sí. Verás, yo estoy buscando a Margot….


El hipado, no le dejó expresarse, interrumpió el habla, un nudo en la garganta le dejó sin hilo de voz; por mucho que Consuelo Horcajo. la locutora y conductora  del programa  Indago y no te hallo  ... intentó consolarle no fue posible; hasta que Pascual colgó el auricular.











0 comentarios:

Publicar un comentario