Estaban en la sala del examen final del Master, todos los alumnos y componentes que se habían capacitado en aquella disciplina. Prestos a demostrar su valía una vez confirmado el aprovechamiento de los estudios, que darían fe de los arrojos y aprendizajes realizados.
Se matriculaban
en la disciplina de Maestrías Secretas, del curso de criminología, que impartía
la decana de la facultad Doña Martina Natrowiloba, profesora y analítica de
ciencias aplicadas. Científica forense, curtida en asesinatos y sucesos de la
antropología de trasgresión delincuencial de la ciudad con más asesinatos y
violaciones del planeta.
Estudios y
prácticas, que había impartido a los discípulos del último año de la carrera de
Investigación y Política Criminal.
Era el
momento de medir las habilidades de cada uno de los candidatos al empleo de
Criminólogo en el departamento de la policía técnica nacional. Ninguno de los candidatos conocía que clase de
prueba final, les sería planteada. La ilusión de todos estaba intacta por optar
a conseguir uno de los cinco empleos a cubrir dentro de aquella institución.
El tribunal estaba compuesto por el trío de los decanos del patronato, que entrevistaban en comandita a cada uno de los finalistas de aquellos ensayos. El sorteo se había hecho previamente y habían pasado todos los protagonistas exponiendo aquella prueba conclusiva, que descubrían en cuanto el jurado los tanteaba en aquella fase finalísima.
Marcelina Havilland
Crusoe, tenía unas aptitudes imponentes para conseguir lo que se planteaba, y
llegado el momento fue llamada por su escrupulosa forma de interpretar los
análisis y como mejor opción a conseguir la primera plaza de las vacantes
habidas.
Su meticulosidad, su profesión y su imaginación, sin contar con otra virtud, que no se consigue, si no se nace con ella, la puso en el ranking destacada de los demás agentes interesados.
Las interventoras que custodiaban en la selección final a Martina Natrowiloba, eran destacadas juristas y gerifaltes de la Dirección General de Gendarmes del país. Oficiales que ayudarían a la presidenta en hallar la mejor opción y descubrir al mejor de los pretendientes. Oficios que recayeron sobre Josefine Brendan Grainger y Desideria Terry Mack Queen, como adjuntas al equipo de elección.
Se escuchó una voz que provenía del fondo del estrado y nombraba en tono absoluto a Marcelina Havilland.
—Por favor
la recién nombrada, se de a conocer y se acomode en la butaca situada para su
examen. Exigió el secretario de sala.
Desde el fondo de aquel recinto, angosto y oscuro. Se puso en pie, una mujer con el cabello anaranjado, escasa de estatura y algo pasada de peso corporal, que se presentó rauda frente a la señora Martina Natrowiloba, mostrando sus credenciales.
—Buenas tardes Señoría. Me llaman Marcelina Havilland Crusoe, y estoy interesada en conseguir uno de los huecos en su departamento, como especialista criminóloga.
—Muestre sus credenciales—, le indicó Josefine Brendan, que hacía labores certificativas. La que comprobó sus documentos de filiación, identidad y pertenencia al puesto ofertado. La compañera del equipo, Desideria tenía su informe frente a ella, y le hizo un par de sugerencias, para subrayar su presencia y deseo de pertenecer al equipo científico, preguntándole, de una sola vez cuatro o cinco preguntas.
—Es residente en la ciudad, tiene hijos, ha colaborado con alguno de los puestos policiales o ha pertenecido a ¿algún partido político? La candidata respondió sobria, sin movimientos en su rostro, fiel a su costumbre y mirándola a los ojos invocó.
—Resido en
la ciudad. Estoy soltera sin hijos, y me dedico en cuerpo y alma, a descubrir
malhechores. Colaboro con la gendarmería local y jamás he pertenecido a ninguna
clase asociativa, ya fuera política, administrativa o cultural.
Martina, una vez escuchado toda la verborrea, pasó al ataque.
—Bien usted,
ha sido seleccionada en primera instancia a ser sometida a la última prueba, de
acceso al instituto. En su caso, pretendemos nos explique verbalmente con todos
los detalles incluidos, en la forma que hubiera usted, contribuido a esclarecer
la solución al expediente planteado. Recurso de los hechos, facilitado a todos
los contendientes al puesto, en el inicio del master.
Exponga y
plantee el suceso. Háganos un detalle de su concepción y explique como hubiera
usted actuado para la determinación y solución del caso.
Tiene media hora de tiempo, para desarrollar estos requisitos, sin moverse de donde está. Tiempo que comenzará una vez usted nos de la luz verde.
La
aspirante, suspiró como pensando que aquello era una teatralidad, imaginando
que la selección de los aspirantes, no fuera por la suerte del caer bien, o serle
más simpática al jurado.
Comenzó a plantear
el asesinato de entrada.
El tiempo se inició y Marcelina comenzó a relatar.
— Nos dan
aviso desde el 911, que en la calle Norveige Bluses, se ha dado un aviso de
ruidos por arma de fuego y se persona el coche mas cercano al lugar.
Los agentes encuentran a una mujer asesinada, sin ropa que yace sobre la mesa de la cocina, con unas tijeras abiertas en su mano izquierda y descalza del pie derecho. Cara desencajada por el sufrimiento al haber sido violada por lo menos por tres individuos.
Pronto cercan
la zona del delito y los investigadores y forenses de la criminal llegan al
lugar, comenzando a pertrechar todos los vestigios humanos y huellas dejadas en
el escenario del crimen.
Se tomaron muestras del cuerpo inerte de la violada, se escaneó su cadáver por completo, hallando ruinas que determinaron la forma real y cómo se produjo el delito.
Ahí quedó
el informe que nos suministraron. Sin llegar a nuestro conocimiento, porque en
el protocolo entregado a los alumnos. No reflejaba los resultados obtenidos en
el análisis de su dentición, en verificar sus mordeduras. Ya que para mi
entender, es necesario. Tanto como ¡Vital! Conocer si la violentada pudo morder
a uno o a todos sus agresores.
Tampoco se tuvo en cuenta, la verificación de….
Fue interrumpida por la presidenta Martina Natrowiloba, profesora y analítica de ciencias aplicadas. Con un gesto de su brazo izquierdo indicando.
—¡Basta, no
siga usted! Ha consumido diez minutos de su tiempo y nos queda claro, su
testimonio. Gracias por todo. Sin duda, usted será admitida, por derecho
propio.
Autor: Emilio Moreno
febrero de 2025, día 23
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