martes, 12 de noviembre de 2024

Voy a pronunciarlo.

 










 



Guardaba este poema, y recitarlo
en el momento justo, y necesario.
No es de mi cortesía subsidiario.
Es copla normal. Voy a pronunciarlo.

 
No lo rechaces. Solo es escucharlo.
Rogaría si fuera extraordinario.
Es bolero de amor y originario,
que lo entono por ti y no olvidarlo.



 
Perdona. ¡Estaba tan equivocado!,
Retiro el verso. Lo sigo ocultando.
No es el instante de ser invocado.

 
Llegará el punto, que lo estén deseando.
Esa elegía que yo he provocado,
mientras tanto a ignorar, y disfrutando.







 








autor: Emilio Moreno
noviembre de 2024


domingo, 10 de noviembre de 2024

No me aflijo con los bobos.

 










 



Con los tontos, me altero normalmente.

Junto a ellos, la paciencia, pierdo fijo.

Provocando una risa que cobijo

bajo el disimular lento y paciente.

 

Soporto casi nada, al indecente,

que se ríe de todo, y no corrijo,

aún y viéndolo imbécil, no me aflijo.

Sin poder conseguir, sea diferente.

 

Merezco la paz. Siendo otro cedente,

y soportar tontadas de los bobos

que resisto. En mi intervalo silente.

 

Entre la cualidad, de estos ímprobos,

me salvo de ellos, cuando estoy ausente.

Condenso oído. El resto, escobos.

 

 

 




sábado, 9 de noviembre de 2024

Sin responsabilidad, ni vergüenza

 

 


Habían pasado casi dos semanas y media, desde la tragedia de la noche entre el 29 y el 30 de octubre de 2024. 

Ese día igual, se hubiese celebrado la Festividad del patrón de las moscas. Onomástica de San Narciso. Sin embargo, quedará como una fecha muy trágica para muchos de nuestros compatriotas, amigos, conocidos y familiares. Fue un día negro.

Cuando la “GOTA FRÍA” … Lo que ahora designan como DANA, se llevó la vida y enseres de tantas personas en pueblos de Andalucía, en villas de Albacete y de la ribera de Murcia y del Mediterráneo tocando a la Albufera y huerta de Requena, Chiva, y setenta y tantos pueblos más de la Comunidad Valenciana, de Castilla la Mancha y Andalucía.

Personas que ajenas a lo que pasaba, disfrutaban de sus vidas sin prever las consecuencias. Al no ser avisados por las fuerzas políticas del país, que como siempre estaban en otra pelea. Sin importarles, lo que los meteorólogos advertían hacía días. Ellos a sus cuitas, a sus discusiones y a todo menos, a socorrer al pueblo.

Alguno se pregunta. Donde quedan tantos protocolos y tantas normas, tantos mandamientos y leyes. Si después no hay nadie que las aplique. 

Y las justificaciones no nos valen.

Muchos de los que han salvado la vida, y la familia de todos ellos dan las gracias al cielo, porque ayuda y socorro, no han recibido. El destino les puso en otro lugar o se agarraron a una farola, un árbol, verja de hierro, una puerta, una esquina, o una valla. Al agarradero físico que se les presentó en ese instante. 
Quizás porque como dice el refrán… No era su hora. Pudiéndose resguardar de perecer entonces. A todos ellos les quedará la imagen del momento, y por siempre recordarán semejante desgracia. En la que no pudieron hacer nada para evitarlo.

Otros los difuntos. No se esperaban acabar sus días en la forma que sucedió. Dentro y encarcelado en sus coches, arrastrados por la fuerza de la riada, engullidos por el encabritado feroz de las aguas.  Sabemos que ante las fuerzas de la naturaleza, poco se puede hacer y aquellos deberes que tendrían que estar hechos, pues no se hicieron en su momento. Dejando que ese "Cambio Climático" con el que se llenan la boca, nos invada indefectiblemente, con esas tristes consecuencias.

No tiene nombre, ni justificación la reacción de nuestros mandatarios, y sin pretender nombrar a nadie.
(Porque todo el mundo los conoce y con razón nos avergonzamos de ellos). Los hemos de soportar. 

Ya saben aquel refrán que dice...

 “Dios los cría y ellos se juntan”

Porque entre ellos se tapan, poniendo cara de afectados. Siempre están cubiertos, se hacen millonarios, y siempre, siempre tienen excusa.

¡Vergonzoso!...

Después, todos nos quieren seducir, en el periodo de elecciones. Es penoso y difícil de corregir. Son engañadores profesionales. Claro; no todos pero...

Entre todos la mataron y ella sola se murió

Decir que no hay ninguno, o son escasos los gobernantes, que tienen nivel político para administrar, y cuidar a los casi cuarenta y ocho millones de habitantes que tiene España, no es mentir. 

Dense por aludidas ustedes, las políticas, gobernantas, jefas, directoras, (miembros y miembras), que dijo una dama defendiendo un error en su lenguaje inclusivo. Esperaba más de esos y esas que nos prometen protección. Señores y señoras que se dedican a la política, que tampoco dan la sensibilidad necesaria, para que con su mano izquierda. Consiga el pueblo llano ventajas de su aportación.

Hoy el pueblo está de luto, porque los que han perdido a sus allegados, amigos, compañeros, y familiares, no los recuperaran. 

¡Que Dios los tenga en la Gloria!... 

Ni tampoco aquellos otros, los muchos que han perdido sus casas, sus bienes, porque después de tantas promesas hechas. Todo queda en falsedades, en lodo, en detritos, en ausencias y en el olvido.
Si me pongo a pensar, observo por desgracia que no es la primera vez que ocurre, ha pasado siempre y por desgracia seguirá pasando. 
Qué pensarán en la Europa, la de los veintisiete, cuando vean y se cercioren de todo lo ocurrido. 

A qué... y a que cosa. Se estaban dedicando los que nos han de proteger, quizás a ponerse en sitio seguro, y en lugar de enviar las ayudas, los apoyos y la protección civil, discutían porque el protocolo no cumplía con los requisitos.

Al tiempo, veremos como todo queda en "Aguas de borraja" y Los que tienen que responder y solucionar, se diluyen como el humo entre las nubes.


 









Emilio Moreno.
Un abrazo para todos los afectados, recordando
a mi familia que reside en Albal, que también han
sufrido consecuencias.

viernes, 8 de noviembre de 2024

Anestésico que atonta

 





 


Que sensación estar allí aguardando, cuando llaman por aquel altavoz, que te vayas preparando

para entrar en la antesala del límpido y amplio quirófano.

Vienen a tu mente todos los instantes anteriores que recordarás a lo largo de la espera larga a que te someten las enfermeras.

 

—Entre en el reservado y desnúdese completamente—dijo la señorita de la bata blanca y con sus gestos indicó el lugar. —deje en esta bolsa los zapatos y las gafas las coloca en la estantería junto a lo demás. Desvístase por completo y póngase esta blusa, el gorro de plástico y los zuecos de nylon, y avise entonces, que le atenderemos.

 

Obedeces y poco a poco te vas desnudando, quedándote más indefenso que las plumas que arrastran los vientos del norte, y una vez acabas. Guardas la precaución, procuras estar al tanto de todo lo que te rodea, sin llegar a comprenderlo de entrada, por aquellos nervios que aunque no quieras te abochornan. Te miras en el espejo del reservado y notas que no somos nada. No somos nada y menos sin calzoncillos, disfrazado con el gorrito verde, una bata atada a la espalda y los zuecos que evitan que tus pies toquen el suelo de aquel pasillo.

 

Pretendes estar diáfano, y llegas a creer que no tienes miedo. ¡Estás aterrado!

No sabes que pasará. Piensas que es un riesgo entrar en el sótano del cloroformo. Desprovisto, y escaso. Tan agudo y penetrante que no te inspira seguridad puedas volver a vestirte con tus propias manos.

Coincide mi recelo, muy sesudo, o por lo menos así lo creo. Estoy escaso de ideas y de decisiones y sigo sintiéndome tan huérfano y tan irreal que ni me siento al palparme, por el terror y caos al penetrar en aquella sala de espera, donde me colocan en la muñeca una etiqueta, larga y engomada que colocan alrededor de mi mano, como marcándome sin fuego, pero estampándome identificación como si fuese el próximo espécimen que han de degollar.

 

Me llevan y me estiran en una camilla procurando me sienta cómodo y al punto me enganchan la muñeca izquierda y me buscan lo que ellos llaman una vía.

—Voy a pincharte y verás como ni lo sientes. Dijo una becaria que hace una carnicería en mi brazo, sin conseguir hallar la vena. Al no conseguirlo llama a la enfermera jefe y le da instrucciones para la próxima vez, no llague tanto al paciente.

—¡Ya está. Ahora tranquilo— dijo la entendida. Vendremos a ponerte unas gotas antes de entrar con el anestesista.

Vuelvo a quedarme con mis pensares y reservas, pero dejas que todo fluya, ya nada está en tu mano, ni tan siquiera el volver a levantarte de la camilla, sin que te den el permiso para hacerlo. Ves pasar urgencias por tus lados y piensas, que esos pobres están peor que tú, pero tampoco te importa.

Los empleados enfermeros, van comentando detalles de sus días y explican sus cosas, como lo hacemos todos cuando defendemos un trabajo. Han pasado mas de cuarenta minutos y el camillero notas que te arrastra por el pasillo, deteniéndose antes de acceder al lugar del médico anestesista, y pregunta. — Estás tranquilo.

—Si lo estoy. Eso creo. No puedo estar de otro modo, ni siento frío ni hambre, ni me preguntes más que no se ni explicarme.

El auxiliar se calla y al poco empuja la camilla y quedas a merced de otro licenciado que te pregunta, por tu nombre, y de donde eres, para cortar el hielo. Es el lugar donde te colocan y te dejan medio lelo. Dormido como si fueras un demente, antes de entrar al quirófano donde extirpan y cortan sin engrudo.

—Cuanto hace que no comes. Imagino que habrás cumplido con lo que te dijeron, llevar más de seis horas sin ingerir ni mijita… ¿Verdad? Escruta sin dejar de hacer sus cosillas sin que tu las veas, porque te ponen una especie de gasa encima de los ojos.

—Llevo sin comer desde esta mañana a las diez, no he bebido ni tan siquiera agua. Nada, a la espera de este instante. Ya no obtengo respuesta, o por lo menos no la escucho.

Dudo por lo desconocido del lugar, y lo noto muy tenue. Imagino que por los efectos de esa inyección disimulada que me han colocado para sedarme de forma anónima.

 

Veo todos los conceptos y aspectos que pueden llegar a ser negros. No queriéndonos enterar de que todo puede pasar cuando estás encima de una mesa de cirugía. Notas la carencia de tus máximos y añoras aquellos mínimos, que hasta hace menos de una hora estaban muy próximos.

No he notado el rígido bisturí que abre. Ungiéndonos con sangre que debe recorrer la piel, bajo aquel cloroformo tan ázimo

 







jueves, 7 de noviembre de 2024

Bisturí de cirugía

 








 

 




Que sensación estar allí desnudo

en la antesala del amplio quirófano.

Guardas la precaución, estando diáfano,

desprovisto, y ridículo. Tan agudo.

 

Coincide mi recelo, muy sesudo

muy escaso, sintiéndome tan huérfano

con el terror y caos en aquel sótano

donde extirpan y cortan sin engrudo.

 

Dudo desconocido y tenue anónimo

Aspectos que son negros. No queriéndonos,

que te dejan carente de tu máximo.

 

Siendo un enorme mínimo tan próximo

Rígido bisturí que abre. Ungiéndonos

bajo aquel cloroformo tan ázimo