Pitorronco
el portavoz, había sido en su juventud el pregonero, y a través de sus proclamas,
cumplía la función de transmitir a su pueblo, noticias generales, convenios ordinarios
urgentes y afines con la pertenencia. Noticias de las fiestas y ceremonias
eclesiásticas y civiles. Fue el mensajero de aquella villa, que con la
modernidad, el turismo y la tecnología se transformó. En la mejor zona veraniega,
consiguiendo por méritos propios ser una ciudad turística encantadora. Cercana
al mar, y perteneciente a la Comunidad más alegre de la península ibérica.
Pepito Roncal Cotura, (Pitorronco), era un hombre agraciado por su don de gentes, su carácter y su persuasión que tal y como su ciudad tuvo que prosperar, obligado. Mutó en el oficio de pregonero, por el de locutor. Llevaba en la sangre, el informar a sus gentes de todo lo que ocurría en el barrio, en la calle y hasta quizás en las casas. Siendo a veces muy cotilla. Sin tener el cuidado necesario para no descubrir, aquellas intimidades insondables que deberían haber quedado, por educación en el profundo anonimato.
Se dedicaba en la primera emisora de la comarca a dar referencias venidas de fuera, y como no, las que se producían en su propio terreno. Llegó a ser tan imprescindible que…consiguió diversos premios. Además de soportar las envidias de compañeros, colegas, amigos y demás detractores. Como les ocurre a todos los que consiguen éxito sin ayudas extrañas y son envidiados, incluso por gente, que no llegas a imaginar.
De pronto fue interrumpido por la voz del director del espacio que le exigió con genio.
— ¡Alto…!... ¡Alto, y cuidado! ¡No te pases tío.! — le advirtió a Manuel.
—¡Qué es lo que estás ensayando! Te sales de la norma establecida. ¡Además!, el espacio de radio no ha comenzado todavía, por eso te pido calma. Los nervios fuera, que las prisas son malas consejeras.
— ¡Bueno tío, no me pegues! ... De acuerdo, te hago caso, amigo Lucas. Tu ordenas y mandas, …que para eso eres el director. Pero estoy probándome la entonación, y he de hacer un preámbulo a lo que fue y es, el verdadero Pitorronco.
— Estoy de acuerdo, pero ten paciencia, que aún no han llegado los invitados, por lo que te pido ¡Aguante! — volvió a exigir Lucas.
— ¡No lo crees! — Insistió con convicción.
— Además tampoco te ciñes a la realidad. Si has de contar la historia, hazlo con la verdad y no pretendas inventar nada. Que en esta emisora, no vamos de suposiciones. Pretendemos todo lo contrario. Solo verdades manifiestas y verídicas ante todo. Concluyó el jefe de programación del espacio.
— Oye ya que estamos. — preguntó Manuel. — Dime, quienes son los invitados y tertulianos de esta noche… ¿. Imagino, que podrás adelantárselos al presentador. Puedes?
— Pídeselo a Jürgen, el técnico de sonido, que está preparando el encuentro y las conexiones entre la emisora y el Ateneo, donde estará Pitorronco. Que desde el gran escenario y dando espectáculo, contestará a todas las preguntas y dudas de los contertulios.
Jürgen manejaba los cables y la botonera del sonido. Voces que saldrían a su vez en las ondas, para toda la audiencia. También y en directo, se escucharía en el anfiteatro del gran Ateneo de la ciudad. Donde ya esperaba pacientemente Pitorronco. Mientras que en el perímetro, y a la par; en las butacas del teatro, se iba congregando el público asistente.
La mayoría de los espectadores que estaban interesados en la trayectoria del invitado y bien querido Pepito Roncal Cotura. Más conocido por el seudónimo de su ronquera, esperaban con ganas ver que decía ante aquel reconocimiento, que le ofrecía su pueblo.
En una de las maniobras probatorias en el panel de control, Jürgen, abrió los micrófonos de la emisión del locutorio accidentalmente, y olvidó desconectarlo, hasta volver a activarlos una vez diera comienzo el programa. Con ello todo lo que hablaban en el set de comentaristas, en la cabina estanca de la radio, lo iban escuchando de forma natural, todos cuantos estaban pendientes del inicio del magazín. Técnicos y espectadores del Ateneo. Percibiendo y oyendo de momento las acotaciones veniales disertadas. Sin darle la menor importancia, al creer que se abrían las líneas de audición por hacer las pruebas del sonido.
Manuel, el presentador del espacio solicitó al regidor, los nombres de los invitados de aquella velada, y este despistado y atendiendo diez temas a la vez se los indicó.
— Ahí te leo, y deletreo sus nombres. Desde el escenario, en vía telefónica, y conexión de imágenes participará el homenajeado y conocido Pitorronco, que responderá a las preguntas de todos los interesados y curiosos, además del equipo de entendidos, preparado por la emisora. — siguió argumentando.
— El primero que participará es Jacobo Congoja, que es su colaborador de siempre. El que le acompaña en sus programas nocturnos, en sus viajes de aventuras y en sus juergas carnales, que por cierto le conoce super bien y del que le podéis apretar para sacarle jugo a la entrevista. Apuntó el regidor, como dándole pistas de actuación.
Todo aquello que se pronunciaba desde la cabina insonorizada, y bastidores, salía ON AIR, a la sala del Ateneo, y los cada vez más espectadores acomodados en el teatro. Así como técnicos y el protagonista. Que se iban empapando, al escuchar todas aquellas manifestaciones.
Boris, aquel regidor sereno, continuó con la lista de invitados y nombró.
— La segunda en entrar es Eugenia de Oliva Manrique periodista del rotativo “Mucha razón la mía”, que anduvo liada con Pitorronco durante dos años, antes de liarse con la cascabelera cantaora, Piedad Pureza del Cerro.
— ¡Joder menudo payo. Que machote el tío. Y parece bobo. — Dijo Manuel, con cachondeo y como guasa por los ligues que parecía había tenido.
Certificación que se desvelaba. No acreditada y mantenida como secreto por los protagonistas, que cayó a los oidores, como un jarro de agua helada. Escuchada desde los altavoces de la sala del Ateneo, que dejó a todos impertérritos. Y siguió el regidor, dándole gusto a la lengua para decir quién era el último de los invitados.
— Y como bombazo. — asentó el metomentodo, sin saber que todo lo escuchaban los que ponían orejas, que sentados en las butacas del Ateneo, se empapaban de los comentarios inoportunos de aquella panda de desquiciados. Siguiendo con su catalogación especial añadió.
— Ahí os dejo el nombre de la persona, que le tiene más inquina, a nuestro agasajado. Y no es otro que Jordano de la Ciénaga y de Paula, un aficionado a la filosofía y un garrulo de armas tomar, que ahora está afincado en Badajoz y pertenece al Foro Toledano.
Sin cortarse, siguió argumentando para cubrirse de gloria, al mismo tiempo que se buscaba su propia desgracia.
— Un capullo engreído, que se cree, ser el espíritu de la verdad.
Nadie cerraba aquella vía de sonido, y los espectadores se iban empapando de todo lo que aquellos empleados de la emisora iban reproduciendo.
Todos los invitados fueron ocupando sus lugares en el set de locución. Con alegría y sin saber que el sonido de la estancia, estaba abierto y todo lo que hablaban salía a la gran sala del Ateneo.
La primera que abrió la boca fue Eugenia, para decirle al presentador, con mucha acritud.
— Este Pitorronco, es un miserable, y creo que le dais cancha a un tipejo embaucador y sinvergüenza. Con la de gente que merece ser reconocida, traéis al primero que se os pasa por el capricho, sin acertar.
— Porqué dices eso. — preguntó Jacobo. Queriendo hacer más leña del árbol caído, por si podía sonsacarle más información a la dolida Eugenia.
— ¿Sigues despreciándolo? …Desde que te abandonó. O es que ya lo despellejabas antes que te diera el pasaporte. Porque mira — siguió expresando. — Que diste de qué hablar, en vuestra ruptura y alejamiento. Y sacaste tajada en las cadenas del corazón. ¡No lo recuerdas! O es que la memoria se va y se desbrava como la gaseosa. Cuando te separas de quien fue tu amante.
— Oye… tío. No te pases ni mijita y deja de ser un cabrón. — Encendida, replicó Eugenia.
— Fui yo quien le puso la maleta en la puerta. Era un cagado, disfrazado de valiente y me harté de su conducta de pasota. Se las da de buena persona y si le conocierais, os ibais a quedar difusos. Atacó con aquellas afirmaciones la excompañera.
— Si yo hablara, más de uno se iba a caer de su pedestal. Mejor me callo y que sea lo que Dios quiera.
—Anda pues. Yo creí que le distes el pasaporte. Como tú dices. Le pusiste la maleta vacía en la puerta, cuando ya tenías al griego enamorado amarrado y acojonado. ¡Sí! … ¿No lo recuerdas? … ¡Mujer. como se llamaba aquel tipazo!; … Giorgio. Si mujer. Aquel guaperas que marcaba paquete, cuando hacía de modelo de calzoncillos. Con el que te liaste rapidísimo.
Con guasa y mucha inquina acabó diciendo Jacobo.
— Claro ya es agua pasada, desde aquel griego, has enamorado a cuatro o cinco nenes más.
Enfurecida quería replicar Eugenia cuando interrumpió uno de los compañeros, para poner paz en la discusión.
— Bueno. ¡Basta ya.! Dejemos la cosa en paz. Avisó Jordano parando la discusión que se preveía y aseguró expresando, la falta de personalidad de sus compañeros.
— No seamos hipócritas ni fariseos. Que ahora, a escondidas. Es muy fácil criticar sin medida y sin control, para que además, y siempre que podéis. Por la espalda. Por detrás, a traición todos le denostáis. Y cuando está frente a vosotros, todo son alabanzas, caricias, y amores. Tengamos el encuentro en condiciones. Que la gente que escucha la radio, no tiene porqué, saber más de lo que saben.
— Eso es lo que priva en este mundo. — Anunció de repente Eugenia.
— Y no iba a ser menos en esta cadena de radio. La verdad, lo que es cierto, siempre queda escondido. ¡Lo que se puede certificar, no se nombra. ¡Para qué!, Si no vende, Ni se toca. ¡Menuda mierda! ... — apostilló Eugenia, riendo de la pantomima que preparaban y evadiendo sus actos indecentes.
Un aviso y alerta urgente le llegó por línea interna a Jürgen. Informando, que las vías de sonido, estaban abiertas y que todo el mundo, se enteraba de los comentarios de los tertulianos, con los locutores y el personal del estudio donde debía emitirse el espacio radiofónico. En el Ateneo, se frotaban las manos, por las mil y una noticias secretas que se habían escuchado. Espectadores, técnicos, agentes de revistas, periodistas y todo el que se reunía allí, se empapó de los últimos comentarios hechos por los tertulianos, en contra de Pitorronco.
Que hiciera el favor de cortar las líneas y a ver si podía pasar el asunto desapercibido, que iba a ser muy difícil. Mientras eran informados los responsables del magazín, para que por lo menos supieran a que atenerse, tras las derivaciones que iba a tener todo aquel chocho.
Nadie informó a los tres contertulios que esperaban en la emisora, que sus últimas manifestaciones, eran de conocimiento general. Ellos ilusos, sin más ya pertrechados en el set de emisión, esperaban la cuenta atrás del comienzo del espectáculo.
Abriendo el programa el presentador del espacio Manuel Cuartero, el que dio las gracias a todos los que intervenían en aquella entrevista y saludó a Pepe Roncal, solicitándole hablara de sus comienzos en su antigua actividad de pregonero de noticias por la zona.
Muy sereno, y comedido el amigo Pepe, antes de comenzar con los avatares de su dedicación juvenil de vocero. Quiso saludar a todos los allí reunidos con la justa educación y siendo bastante cínico. Casi les desprecia. Aclarando a los tres colegas, su punto de vista, sobre las palabras que le habían regalado, sin venir a cuento.
Ellos que acomodados y fuera del conocimiento de lo que hacía breves minutos habían pronunciado, no esperaban semejante reacción, y se miraron entre ellos, imaginando el descalabro.
Nombró a las tres personas que acomodadas en la Zona Auditiva Popular. La emisora que se conoce como la ZAP, y dirigiéndose a los tres manifestó.
— Jacobo, Eugenia y Jordano. ¡Muy buenas tardes! He podido escuchar, como lo han oído todos los que están conectados a la ZAP, de vuestras últimas impresiones, las cuales han salido ON AIR, sin que vosotros supierais que se estaban emitiendo.
Quiero imaginar, que por un fallo del control de sonido, pero sin dudar todos hemos escuchado la clase de gente que sois. — hizo un intervalo para respirar y continuó.
— Sois lamentablemente, unos cobardes, embusteros y pretenciosos. Manifestando detalles que no tenéis valor, de decírmelo en la cara. ¡Claro, lo comprendo!, porque los tres me debéis lo que realmente sois y habéis podido escalar en vuestras profesiones. Gracias a los esfuerzos del capullo de Pitorronco.
Podría enumerar la de cosas que he tenido que hacer para que a Eugenia, una periodista, que lo único que tiene es poca vergüenza, piernas y tetas, que enseña para motivar su falta de valía y que su trabajo no le interesa a nadie, pueda comer y ser distinguida. Respiró y tomó un trago del agua que tenía preparada, para continuar, sin vacilación.
— Jacobo Congoja, mi ayudante de la mitad de mi trayectoria, al que le enseñé absolutamente todo lo que hace, porque por no saber, no sabía ni coger un micrófono, ni dirigirse a los entrevistados y además pagarle las deudas que contraía mientras yo hacia el trabajo de los dos. El señorito Congoja, ligaba en el casino de juego de cada pueblo que íbamos y contraía deudas. Las que yo abonaba, como eran las facturas de bebidas y de rameras, con las que mantenía relación secreta, a espaldas de sus dos mujeres. La oficial y la amante.
Jordano de la Ciénaga, un abyecto colaborador, falso escritor y falsa persona, la que en cuantas ocasiones tenía que corregirle los trabajos, porque estaban plagiados. Copiados de otros autores y pretendía decir que habían salido de su pluma. Desterrado a Badajoz, no por su valía profesional, si no porque así tapa uno de tantos líos mantenidos con mujeres, que no viene al caso sean nombradas porque ellas a su lado pudiéramos catalogarlas de buena gente y honradas.
Por lo que pido a la dirección del espacio, que esta entrevista, se aplace y quede yerma, y el premio que ibais a concederme quede desierto, ya que ninguno de los ponentes que deben ennoblecerme, tienen la valía, ni la decencia de dirigirse a mi persona. Entre otras cosas por denostarme del modo que lo han hecho.
Yo había sido invitado al programa de esta cadena para recoger un galardón, y lo que me llevo es una desazón y el desprecio de vuestra parte.
Solo espero ser invitado de nuevo. Para poder rajar de vosotros y explicarle a la gente, con pelos y señales, de todo lo que me acusáis, y de toda mi falta de tacto. De lo buenas personas que sois, lo poco que robáis al fisco, lo desmedido con que engañáis a vuestras parejas y algo más… el crimen…
¡Aquella declaración se cortó al instante!
El programa quedó interrumpido, sin que la ZAP, diera explicaciones, a los oidores que mantenían aquella frecuencia abierta, poniendo música pop rock.
A los invitados y espectadores del patio de butacas del Ateneo, les distrajeron con un grupo de humoristas infantiles, sin necesidad de explicar nada. Eximiendo excusas de mal pagador.
Y a los que estaban en la emisora, para hacer la entrevista a Pitorronco. Se les dio y explicó el motivo, por el que Pepe Roncal, había arremetido en contra. Al haber escuchado, de sus propias bocas, todo lo que habían rajado entre bastidores.
Aquella audición y espacio, no quedó registrado en el Podcast de la ZAP.
Emilio Moreno.
Noviembre, 2024
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